?Con el coraz¨®n o con el bolsillo?
Siete de cada 10 espa?oles tiene en cuenta c¨®mo la econom¨ªa afecta a su bolsillo para votar
Tras votar su permanencia en la UE en 1975, el Reino Unido dej¨® atr¨¢s a?os de decrecimiento del PIB por persona. Desde ese mismo momento hasta la actualidad, el ciudadano ingl¨¦s medio tuvo una renta superior al de la UE (club al que pertenec¨ªa a rega?adientes). Adem¨¢s, tras salir expulsada del Sistema Monetario Europeo en 1992, se reprodujo esa combinaci¨®n siempre tan valorada en el pragm¨¢tico mundo anglosaj¨®n: the best of both worlds. Es decir, soberan¨ªa monetaria y mercados abiertos. Sin embargo, el resultado de ayer les ha adentrado en un territorio desconocido de ganancias imposibles de adivinar y p¨¦rdidas seguras. No parece haber sido un voto emitido despu¨¦s de un c¨¢lculo de intereses econ¨®micos.
Con frecuencia se afirma que las elecciones son el ritual principal de la democracia y que, por ende, deber¨ªa votarse con la conciencia. La irrupci¨®n del sistema multipartidista en Espa?a deber¨ªa reducir el coste para los votantes de aproximarse a su variedad ideal de voto. Esta es una novedosa caracter¨ªstica del multipartidismo. En sistemas bipartidistas como el de EE UU una reciente encuesta mostraba que un 54 % de los ciudadanos estadounidenses dec¨ªa votar ¡°contra el otro¡±. En el multipartidismo esta posibilidad se hace m¨¢s dif¨ªcil. Tener m¨¢s partidos en el espacio electoral implica m¨¢s diversidad de elecci¨®n y supone una afinidad mayor entre el votante y las caracter¨ªsticas de cada partido.
Los espa?oles desaprueban claramente la situaci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica del pa¨ªs. No parece extra?o entonces que en un sondeo reciente de Metroscopia siete de cada diez espa?oles afirmasen tener muy en cuenta la forma en la que la econom¨ªa afecta a su bolsillo para votar. Y solo un reducido grupo sit¨²a la orientaci¨®n pol¨ªtica como el principal condicionante de su voto. En plena gran recesi¨®n, con una tasa de paro superior al 20%, un endeudamiento privado y p¨²blico masivo, salarios deprimidos y formaci¨®n insuficiente no extra?a que el ciudadano espa?ol sienta la econom¨ªa como una espada de Damocles sobre su cabeza.
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