Tuits que disparan balas
Las amenazas de muerte sufridas por el portavoz de Ciudadanos en Twitter provocan que los partidos reabran el debate sobre el acoso en las redes
¡°Lamento decirle que ser¨¢ usted una v¨ªctima, tiene sus horas contadas¡±. Juan Carlos Girauta, portavoz de Ciudadanos, es la ¨²ltima figura p¨²blica amenazada con an¨®nimos en las redes sociales. Una pistola ilustraba el primer mensaje. Al segundo le acompa?aban varios insultos. Ni siquiera el anuncio de sendas denuncias ante la Polic¨ªa y la Guardia Civil detuvo al acosador: ¡°Ya estoy cerca¡±, contest¨®, acompa?ando el aviso con la foto de un fusil. Los partidos sostienen que las amenazas que sufren sus representantes han aumentado a ra¨ªz del bloqueo en las negociaciones para formar gobierno; plantean la necesidad de impartir ¡°¨¦tica digital¡± en los colegios; y reflexionan sobre si hay que impulsar un organismo supranacional en Europa que permita dialogar con las compa?¨ªas internacionales de Internet, que no siempre proporcionan de inmediato los datos de los clientes que se esconden tras los seud¨®nimos que insultan.
¡°La impunidad es aparente, por el anonimato que permiten las redes sociales, pero hay posibilidad de actuar¡±, valora Jos¨¦ Manuel Villegas, vicesecretario general de Ciudadanos. ¡°Nosotros ponemos esto en manos de quien tiene mecanismos para investigar y evitar esa impunidad, que es la Guardia civil y la Polic¨ªa, con equipos especializados¡±, sigue. "Lo que hay que hacer es agilizar esos mecanismos y asegurarnos de que las compa?¨ªas colaboran con las autoridades", a?ade. "Las redes sociales son un mundo global, y los organismos que tienen que velar por el cumplimiento de las leyes son locales. Hay que buscar organismos supranacionales para realizar estas gestiones y resolver con cierta agilidad las diferencias en el caso de que las haya".
¡°En todo lo que tiene que ver con lo digital creemos que tiene que haber un mercado ¨²nico: de derechos, de ciberseguridad¡¡±, coincide Mar¨ªa Gonz¨¢lez Veracruz, Secretaria de Ciencia, Participaci¨®n y Pol¨ªtica en Red del PSOE. ¡°Tiene que haber medidas globales a nivel europeo, y poco a poco a nivel mundial¡±, subraya. ¡°Tambi¨¦n hay que abordar en una reforma judicial los ritmos [de instrucci¨®n] que tienen que tener en cuenta el nuevo paradigma digital¡±.
La Polic¨ªa reconoce que es dif¨ªcil perseguir estos delitos. M¨¢s de 50 personas han sido detenidas en Espa?a por apolog¨ªa del terrorismo en las redes, pero las detenciones por amenazas y acoso se enfrenta a un problema de car¨¢cter temporal. Cuando el mensaje va dirigido a un personaje p¨²blico, suele tener repercusi¨®n. El autor reacciona borr¨¢ndolo. Y sin una copia, o pantallazo, no hay prueba. Las compa?¨ªas, adem¨¢s, no siempre colaboran en la identificaci¨®n de los autores. Una vez presentada la denuncia, el proceso se puede alargar durante meses, con comisiones rogatorias de tribunales espa?oles dirigidas a jueces estadounidenses para tener acceso a los datos de las cuentas desde las que se lanzan los ataques.
¡°Disponemos de los instrumentos legales, pero la colaboraci¨®n de Estados Unidos y las empresas de internet no es f¨¢cil¡±, dice el magistrado Ignacio Gonz¨¢lez Vega, portavoz de Jueces para la democracia. ¡°A veces no colaboran de buena gana¡±, a?ade ¡°Hay muchos casos que quedan en nada: crean una cuenta, inmediatamente la borran, y el seguimiento de esos perfiles resulta complicado¡±, sigue. Y recuerda: ¡°Si esto fuera una intervenci¨®n de un tel¨¦fono, como era lo cl¨¢sico¡ ahora es identificar una IP a trav¨¦s de una empresa que est¨¢ en EEUU. Es la complejidad del mundo actual¡±.
¡°La gente deber¨ªa poder expresar opiniones y creencias diversas en Twitter, y estamos comprometidos con dejar que fluyan los tuits, pero nadie se merece ser sometido a abuso online. Nuestras reglas proh¨ªben incitar o participar del abuso o acoso a otras personas¡±, opina una portavoz de esta compa?¨ªa. ¡°Estamos invirtiendo en nuestras herramientas y sistemas para mejorar nuestra capacidad de identificar y actuar m¨¢s r¨¢pidamente sobre esos abusos, e impedir la reincidencia¡±.
En 2015, las autoridades espa?olas realizaron 125 peticiones de datos a Twitter, seg¨²n el Informe de Transparencia de la compa?¨ªa par Espa?a. Esta empresa dio alg¨²n tipo de informaci¨®n en el 50% de los casos. En Espa?a no abundan los casos de identificaciones positivas por amenazas a personajes p¨²blicos, aunque los ha habido. Por ejemplo, en 2014 hubo al menos tres detenidos por amenazas a pol¨ªticos a trav¨¦s de Twitter, incluido uno que celebraba el asesinato de Isabel Carrasco, presidenta de la Diputaci¨®n de Le¨®n, y ped¨ªa ¡°?M¨¢s tiros a la cabeza de PPeros [sic]!¡±. Tambi¨¦n ha habido detenidos por acosar a periodistas y presentadoras de televisi¨®n.
?C¨®mo solucionar el problema a largo plazo? ¡°Probablemente sea una cuesti¨®n que empiece en la educaci¨®n¡±, contesta Pablo Casado, vicesecretario de Comunicaci¨®n del PP. ¡°El nivel de crispaci¨®n social, sobre todo en lo referido a la pol¨ªtica, es irrespirable. El grado de insulto, de spam y automatizaci¨®n hace imposible que (la conversaci¨®n) sea audible¡±, sigue. ¡°Esa crispaci¨®n se amplifica en la red por el anonimato¡±, a?ade.
El PP, el PSOE, Podemos y Ciudadanos coinciden en que hay que atacar el problema en la ra¨ªz. Combatirlo en las aulas. Borrar la frontera entre lo virtual y lo real para acabar con la ilusi¨®n de que insultar y amenazar con un tuit es menos grave que hacerlo a trav¨¦s de una carta. Luchar contra la despersonalizaci¨®n del otro que provoca la pantalla. En definitiva, aplicar a Internet las mismas reglas sociales que rigen fuera.
¡°Si las redes sociales son un nuevo escenario de relaciones sociales, hay que tom¨¢rselo en serio y hay que exigir el mismo respeto que en cualquier otro¡±, razona Clara Serra, responsable de Igualdad y diputada en Madrid de Podemos, que denuncia el acoso machista al que son sometidas muchas pol¨ªticas en las redes. ¡°Ir¨ªa por el lado cultural y el educativo, por una educaci¨®n para todos que haga que nos avergoncemos colectivamente de determinadas actitudes¡±, a?ade. ¡°No se trata tanto de prohibir como de buscar soluciones. Hay leyes para denunciar estas cosas, que tienen su cauce, pero hay una cuesti¨®n cultural fundamental. Los pol¨ªticos podemos trabajar en esta l¨ªnea, la del rechazo social, oponi¨¦ndonos de forma colectiva a determinadas actitudes¡±.
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