Yo y mi confluencia
Con la crisis del PSOE ha pasado relativamente inadvertida la disputa te¨®rica en el interior del podemismo sobre el modelo de partido y la estrategia pol¨ªtica a seguir durante los pr¨®ximos a?os. Reducirla a un choque entre Iglesias y Errej¨®n es simplificador, aunque cada uno de ellos opte por prioridades distintas. Uno favorece la ¡°vuelta a la calle¡± y un perfil de izquierdas m¨¢s marcado, y el otro la transversalidad y un juego institucional m¨¢s expl¨ªcito. El trasfondo en ambos casos es, sin embargo, la constataci¨®n de que han tocado techo electoral y de que incluso puede comenzar la cuesta abajo para ellos.?
El debate es fascinante porque lo que est¨¢ en juego en el fondo, como le ocurre al PSOE por otras razones, es el papel que ha de asumir la izquierda bajo estas nuevas circunstancias de tecnocratizaci¨®n de la pol¨ªtica, por un lado, y explosi¨®n de lo identitario-populista, por otro. La soluci¨®n f¨¢cil de afirmarse a partir de la visceral oposici¨®n al adversario ¡ªel ¡°no es no¡± del PSOE¡ª o de operar con antagonismos simplificadores ¡ªPodemos¡ª ya no da m¨¢s de s¨ª. Diez meses es mucho tiempo para estar jugando a la contra sin abrir un horizonte de esperanza a una verdadera alternativa. M¨¢s que para buscar pactos, el sistema de partidos espa?ol se ha dedicado a fabricar discursos que ciegan las posibilidades de llegar a acuerdos; han minado los caminos que conducen al entendimiento.
Pero la mina que de verdad les ha estallado a los dos grandes partidos de izquierdas tiene casi m¨¢s que ver con su propia cohesi¨®n interna que con su potencial para entenderse. El otro gran eje de la pol¨ªtica espa?ola, la cuesti¨®n territorial, est¨¢ empezando a sacudirlos con estr¨¦pito. La izquierda se est¨¢ refeudalizando, ya no habla con una sola voz para el pa¨ªs como un todo. En el PSOE hemos asistido a una ¡°rebeli¨®n de los barones¡± y pende la amenaza cierta de un juego parlamentario independiente por parte del PSC. Y Podemos ¡ªel ¡°n¨²cleo irradiador¡± de las confluencias territoriales¡ª ya no es el magn¨ªfico paraguas en las que estas se integraban. Dado su ¨¦xito electoral, son ellas las que mandan en su territorio y van imponiendo sus condiciones.
A la dificultad de construir un nuevo discurso de izquierdas se suma el problema de elaborar un proyecto de pa¨ªs. Todo lo plural que se quiera, pero que nos acoja a todos y remedie la deriva centr¨ªfuga. El Congreso se parece cada vez m¨¢s a una C¨¢mara territorial.
Mientras tanto, el PP ¡ªpartido centr¨ªpeto donde los haya¡ª cabalga c¨®modamente en las encuestas sobre su simplificadora visi¨®n de Espa?a. Por mucho que sean mayor¨ªa quienes se le oponen, siguen a la espera de encontrar una alternativa cohesionada que sepa integrar la pluralidad de sus voces. Si esto no cambia, habr¨¢ PP para rato.
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