Antonio Hernando, ?traidor o h¨¦roe?
El portavoz socialista del Congreso, convertido en gregario de lujo, es leal a su cargo y al l¨ªder con quien le corresponda pedalear
Resulta bastante pintoresca la tradici¨®n de portavoces hom¨®nimos que han establecido en el Congreso tanto el PP como el PSOE. Soraya (S¨¢enz de Santamar¨ªa) se midi¨® con Soraya (Rodr¨ªguez), del mismo modo que Hernando (Rafael) lo hace con Hernando (Antonio), rivales enconados sobre el ring de la carrera de San Jer¨®nimo, pero solidarizados y reconfortados en la ingratitud del cargo.
Ingratitud quiere decir que el portavoz est¨¢ obligado a subordinar la voz propia a la del partido, incluso cuando el partido cambia de criterio. Bien lo sabe Antonio Hernando en su virtuosismo de equilibrista. Fueron suyas las interrogaciones que espolearon la ira de Mariano Rajoy?¡ª¡°?qu¨¦ parte de no no ha entendido¡±¡ª para negarle la investidura, pero se volvieron como un arma arrojadiza cuando tuvo que exponer con ademanes de trilero la postura de la abstenci¨®n.
El PSOE hab¨ªa cambiado de opini¨®n. Y hasta hab¨ªa cambiado de l¨ªder, pero sucedi¨® que el portavoz era el mismo, Antonio Hernando (Madrid, 1965), un parlamentario de oratoria ¨¢gil y de instrucci¨®n polifac¨¦tica que parece encarnar mejor que ning¨²n colega el papel abnegado del gregario de lujo.
Es la definici¨®n que la jerga del ciclismo otorga a los corredores que se pluriemplean al servicio del jefe de filas etapa a etapa. Unas veces para quitarles el viento. Otras para custodiarlo de los ataques, cuando no para sacrificar el propio avituallamiento o lanzar el sprint de la victoria.
Se trata de servir al l¨ªder y al equipo, independientemente de la identidad de aqu¨¦l. El propio Hernando fue un currante en el?team de Rubalcaba, antes de colocarse como subalterno de Pedro S¨¢nchez y de conservar el puesto de gregario de lujo en el periodo contempor¨¢neo de interinidad.
Quiere decirse que el diputado socialista ¡ªlo es desde 2004¡ª no aspira al maillot amarillo, pero ha logrado mantenerse en su posici¨®n de influencia. Empezando por la sorpresa que produjo su renovaci¨®n como portavoz del grupo parlamentario. Hab¨ªa sido el escudero de Pedro S¨¢nchez en el dogma del no. Y hab¨ªa adquirido extraordinarias facultades en las negociaciones con Ciudadanos y Podemos, fomentando la expectativa de una investidura.
Semejante vinculaci¨®n sobrentend¨ªa que la ca¨ªda de S¨¢nchez supondr¨ªa la propia, pero Hernando mantuvo sus responsabilidades org¨¢nicas, aunque fuera al precio de consider¨¢rsele un traidor. As¨ª lo piensa Pedro S¨¢nchez. Y lo creen los diputados sanchistas, aunque los recelos hacia el portavoz tambi¨¦n se han arraigado entre los antisanchistas. Porque lo observan como un cuerpo extra?o, como un oportunista, como un superviviente.
La versi¨®n m¨¢s condescendiente traslada la impresi¨®n de que Hernando es un profesional y hasta un h¨¦roe. La decisi¨®n de asumir la portavoc¨ªa en situaci¨®n de emergencia resumir¨ªa un ejercicio de responsabilidad y de valent¨ªa. No cabr¨ªa mayor altruismo, en fin, que subirse a la tribuna para rectificar la posici¨®n del PSOE. M¨¢s a¨²n cuando el cambio de rumbo conllevaba la coronaci¨®n de Mariano Rajoy y desment¨ªa la vehemencia con que Hernando inquir¨ªa y zaher¨ªa anta?o al presidente del Gobierno en funciones: ?Qu¨¦ parte del no no ha entendido?
Se llama posibilismo, se llama conversi¨®n o se llama disciplina. Cualquiera de las soluciones pol¨ªticas las ha convertido Hernando en demostraci¨®n de su lealtad al oficio para el que fue elegido en septiembre de 2014.
Representaba el mejor y mayor ascenso de su carrera en el PSOE. Que se remonta a 2001, cuando asumi¨® la asesor¨ªa de pol¨ªticas sociales y migratorias, perseverando en la especialidad que hab¨ªa desempe?ado con anterioridad en UGT y en varias organizaciones no gubernamentales.
Suyo fue el recurso de inconstitucionalidad contra la ley de extranjer¨ªa que promovi¨® Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, aunque el salto cualitativo en el aparato del PSOE se lo proporcion¨® la tutela de Jos¨¦ Blanco. Y no estaba solo Hernando entre los elegidos. Compart¨ªa triunvirato con Oscar L¨®pez y con Pedro S¨¢nchez, muy lejos entonces de imaginar los tres que iban a protagonizar un ef¨ªmero relevo generacional tras la derrota de Rubalcaba.
Eran el recambio y el espejismo del remedio. Especialmente desde que S¨¢nchez acumul¨® en sus haberes la secretar¨ªa general del PSOE y la responsabilidad de la candidatura a las generales. Ya conocemos el desenlace, como sabemos que ?scar L¨®pez dimiti¨® como portavoz en el Senado nada m¨¢s producirse la capitulaci¨®n de su jefe de filas.
La lealtad de L¨®pez en la inmolaci¨®n ¡°denuncia¡± el comportamiento especulativo de Hernando, aunque el ¡°vocero¡± socialista se antoj¨® bastante m¨¢s indulgente consigo mismo cuando declar¨® a Susana Griso que fue ¡°emocionalmente duro el viraje del no a la abstenci¨®n¡± y que era consciente de ¡°haber prestado un gran servicio¡± a su partido y a su pa¨ªs asumiendo el tr¨¢gala que implicaba el n¨²mero de transformismo.
En cierto sentido, es el castigo que le impon¨ªa el PSOE por haberse cambiado de bando. Un escarmiento parad¨®jico, pues Antonio Hernando conserva su trabajo y sus responsabilidades, pero lo hace en una situaci¨®n de interinidad que le obliga a pedalear con las ruedas deshinchadas.
Tiene sentido el s¨ªmil ciclista porque el gregario de lujo siempre ha estado a rueda del l¨ªder, fuera quien fuera el l¨ªder, pero no parece seguro ¡ªni siquiera probable¡ª que la nueva jerarqu¨ªa y la pedagog¨ªa de la renovaci¨®n atribuyan o consagren a Hernando un papel de tanta notoriedad medi¨¢tica y pol¨ªtica.
Antonio Hernando, pese a su juventud, ya empieza a representar ¡°lo de antes¡±. Y no tiene un territorio pol¨ªtico propio ¡ªterritorio en sentido de poder regional o de predicamento en alguna federaci¨®n¡ª que le permita aferrarse a la jerarqu¨ªa del PSOE, menos a¨²n cuando la iracunda militancia lo observa como un ep¨ªgono de Bruto en las escaleras del Senado romano.
La alternativa para Hernando radica demostrar su val¨ªa en una legislatura pol¨¦mica e incendiaria, y hasta esquizofr¨¦nica, por el ejercicio de virtuosismo que exige hacer la oposici¨®n a Podemos y al PP. Tiene cualidades y hondura pol¨ªtica para conseguirlo. Y puede incluso emular a los hist¨®ricos gregarios de lujo ¡ªFignon, LeMonde, Heras¡ª que decidieron emanciparse
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