Consensuar una gran reforma
Como ocurre en tantas otras situaciones cr¨ªticas, las ideas extremas suelen llevar a resultados id¨¦nticos
Las reflexiones sobre la organizaci¨®n territorial del Estado parecen haberse estabilizado y agrupado actualmente en las siguientes categor¨ªas de personas e ideas: forman la primera los centralistas recalcitrantes, que siguen considerando un error que la Constituci¨®n de 1978 diera un giro tan radical a las formas de gobierno y administraci¨®n impulsadas en el siglo XVIII por los Borbones y consolidadas despu¨¦s por el constitucionalismo decimon¨®nico. En la segunda militan los que creen que la generalizaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas ha sido un error por exceso todav¨ªa subsanable: hubiera bastado con reconocer autonom¨ªa pol¨ªtica a los dos o tres territorios m¨¢s ariscos con la centralizaci¨®n. A ello les gustar¨ªa volver. Se hermanan con este grupo quienes propician la recentralizaci¨®n por cualquier otro medio.
En tercer lugar est¨¢n los que estiman que, habi¨¦ndose ajustado la organizaci¨®n y competencias de las autonom¨ªas a un mismo patr¨®n, similar al que rige en los Estados federales, deben incorporarse a la Constituci¨®n, mediante su reforma, algunos principios y reglas propios del federalismo, de los que ahora carece. Integro en el cuarto grupo a los que estiman que hay que mejorar el r¨¦gimen actual pero sin variar el modelo, considerando que la federalizaci¨®n dificultar¨ªa la soluci¨®n de las reclamaciones de las nacionalidades hist¨®ricas. En el quinto est¨¢n quienes sostienen que el andamiaje de la Constituci¨®n de 1978 est¨¢ a punto de derrumbarse, por razones de vejez y de incapacidad para representar las aspiraciones de las generaciones que no ten¨ªan entonces derecho de voto. Son los mismos que apuntan a un pacto confederal como f¨®rmula para la organizaci¨®n territorial de Espa?a. Y en el sexto coloco a los que aspiran a tener su propio Estado y una constituci¨®n independiente.
Como ocurre en tantas otras situaciones cr¨ªticas, las ideas extremas suelen llevar a resultados id¨¦nticos. En el caso de las proposiciones enunciadas en las dos primeras y las dos ¨²ltimas posiciones ocurre, por razones distintas, que son irrealizables, salvo que se genere una situaci¨®n constituyente y revolucionaria que no parece inminente. Las excluyo como propuestas de trabajo.
El descarte conduce a centrarse en mejorar lo que tenemos y en las innovaciones precisas para solucionar las preocupantes reclamaciones catalanistas.
No ser¨¢ dif¨ªcil, creo, que todos o la gran mayor¨ªa de los grupos pol¨ªticos lleguen a esta coincidencia, como punto de partida. Desde esa base se encontrar¨¢n muchas propuestas formuladas con insistencia, buenas razones y creciente unanimidad por los especialistas, de cualquier ideolog¨ªa, que pueden utilizarse para consensuar una gran reforma, que mejore lo establecido, recree la legalidad constitucional, fortalezca las instituciones y rearme a los pol¨ªticos y a los ciudadanos con nuevas ilusiones.
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