Conveniente pero no imprescindible
El margen de la reforma constitucional se ha reducido considerablemente si queremos seguir perteneciendo a la Uni¨®n Europea
Antes de plantear una reforma de la Constituci¨®n deben tenerse en cuenta tres notas previas.
En primer lugar, como la mayor¨ªa de las Constituciones actuales, se trata de una norma que encabeza jer¨¢rquicamente todo el ordenamiento jur¨ªdico, es decir, contiene, con mayor o menor alcance, principios y reglas sobre las materias que despu¨¦s ser¨¢n desarrolladas por leyes y reglamentos, estatales y auton¨®micos, as¨ª como aplicadas de conformidad con la Constituci¨®n por las Administraciones P¨²blicas, magistrados y jueces. Por ello, una de las virtudes de toda Constituci¨®n es su estabilidad; solo se debe proceder a su reforma cuando ello sea jur¨ªdicamente necesario y pol¨ªticamente conveniente.
En segundo lugar, el margen de la reforma se ha reducido considerablemente si queremos seguir perteneciendo a la Uni¨®n Europea y formando parte de la comunidad internacional. Seg¨²n la Constituci¨®n, el poder constituyente reside en el pueblo espa?ol y, de acuerdo con el procedimiento establecido, las posibilidades de reforma son ilimitadas. Pero la raz¨®n nos dice que no ser¨ªa sensato efectuar reformas contrarias a las normas europeas o a tratados que afecten a derechos humanos, ya que quedar¨ªamos situados al margen de la UE y de la comunidad internacional.
Y, en tercer lugar, uno de los grandes m¨¦ritos de la actual Constituci¨®n fue su aprobaci¨®n por consenso, es decir, por un acuerdo mayoritario, casi total, de las fuerzas pol¨ªticas y del voto popular. Este consenso se ha ido renovando hasta que el independentismo catal¨¢n ha optado por la desobediencia al Derecho y el partido Podemos por la necesidad de iniciar un nuevo proceso constituyente. El consenso amplio no ha desaparecido, pero asoman en ¨¦l peligrosas grietas.
Sentadas estas premisas, antes de proceder a cualquier reforma hay que tener claros sus objetivos empezando por responder a la pregunta: ?cu¨¢les son los problemas que exigen ineludiblemente una reforma de la Constituci¨®n? Solo tras llegar a un acuerdo en concretar estos problemas podemos pasar a plantear las diversas soluciones. Ello exige tiempo, estudio, conocimientos t¨¦cnicos, inteligencia pol¨ªtica y prudencia estrat¨¦gica. De momento, entre las fuerzas pol¨ªticas, al contrario que en la academia, el avance ha sido escaso.
Los grandes problemas, seg¨²n mi criterio, son dos: primero, el deficiente funcionamiento institucional debido a la vulneraci¨®n de la divisi¨®n de poderes por causa de haber degenerado la democracia de partidos en partitocracia; segundo, la necesidad de revisar la organizaci¨®n territorial auton¨®mica recogiendo la experiencia de casi 40 a?os. Para solucionar el primero quiz¨¢s habr¨ªa que modificar, entre otras cuestiones menores, el sistema electoral; y para el segundo, tratar de cerrar el modelo auton¨®mico, delimitar con m¨¢s claridad las competencias e integrar mejor las comunidades aut¨®nomas en el conjunto del Estado. Para proceder a la reforma es preciso que las fuerzas pol¨ªticas act¨²en con lealtad constitucional. Separatistas y populistas, como hemos visto, carecen de ella. As¨ª pues, para llegar a un consenso las dificultades pol¨ªticas son grandes.
Ahora bien, la reforma es conveniente pero no imprescindible. La actual Constituci¨®n a¨²n permite un amplio margen de interpretaci¨®n y desarrollo que, mediante medidas legislativas y una pr¨¢ctica institucional distinta, disminuyan sensiblemente los perjuicios que origina la partitocracia y mejoren el funcionamiento auton¨®mico. A la espera de una reforma constitucional pol¨ªticamente muy dif¨ªcil, quiz¨¢s habr¨ªa que olvidarse de ella y ensayar, sin m¨¢s dilaciones, esa segunda v¨ªa, menos vistosa y definitiva, pero con m¨¢s posibilidades inmediatas.
Francesc de Carreras es profesor de Derecho Constitucional.
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