Metodolog¨ªas
Errej¨®n acierta al decir que lo que se juega no es qui¨¦n ejerce el poder, sino c¨®mo lo hace
Mientras la derecha unificada contin¨²a gobernando con prosaico pragmatismo, la izquierda fracturada en sus mitades socialdem¨®crata y populista se debate cuarteada por divisiones internas que en ambos casos oponen al sector cr¨ªtico frente al oficialismo en el poder, sea ¨¦ste la gestora que a¨²n dirige al PSOE o la nomenclatura de Pablo Iglesias que controla el politbur¨® de Podemos. Y para acentuar el paralelismo entre ambos cismas, resulta que el objeto de debate en Ferraz y en Princesa es el mismo en ambos casos, a saber: si debe procederse a una sola votaci¨®n, que decida de una vez por todas qui¨¦n ha de ejercer el poder, o si resulta preferible votar por separado la log¨ªstica program¨¢tica (la ¡°metodolog¨ªa¡±, en palabras de Errej¨®n) con independencia del liderazgo personal. Desde fuera, ese debate se simplifica para reducirlo al viejo dilema entre ideas y personas que remite a la desnuda lucha por el poder. Pero las cosas resultan bastante m¨¢s complejas, y en este caso creo que tiene raz¨®n el actual Errej¨®n metod¨®logo (que contradice al anterior Errej¨®n boliviano), pues lo que est¨¢ en juego no es qui¨¦n ejerce el poder sino c¨®mo lo ejerce: una cuesti¨®n de metodolog¨ªa pol¨ªtica.
Es la vieja cuesti¨®n del presidencialismo, que para ser democr¨¢tico debe basarse en una doble elecci¨®n popular, vot¨¢ndose por separado al presidente destinado a ejercer el poder y a (los componentes de) la asamblea destinada a limitar y controlar a aquel. Pues si ambas elecciones se funden en una sola votaci¨®n, el presidencialismo queda convertido en el sistema de representaci¨®n mayoritaria uninominal que los brit¨¢nicos denominan first-past-the-post-system,?lo que suele traducirse como ¡°todo el poder para el vencedor¡± porque ¡°el ganador se lo lleva todo¡±. Y esto, que resulta admisible como mal menor en el parlamentarismo mayoritario de tipo Westminster, no tiene cabida posible en el presidencialismo, so pena de permitir que el presidente monopolice el poder absoluto sin freno, l¨ªmite ni control alguno.
De ah¨ª la necesidad de proceder a dos votaciones distintas y separadas para que el poder resulte dividido de acuerdo a la exigencia de frenos y contrapesos. Pues, de no hacerse as¨ª, la democracia representativa se convierte en democracia plebiscitaria, es decir, en el cesarismo bonapartista que invent¨® Napole¨®n III y que despu¨¦s han seguido Hitler, Per¨®n y Ch¨¢vez. Una forma de dictadura electiva que el gran polit¨®logo argentino Guillermo O¡¯Donnell (claramente superior al sobrevalorado Laclau) denomin¨® democracia delegativa, donde los electores delegan toda su responsabilidad pol¨ªtica en la persona del presidente-dictador elegido por sufragio universal.
?Eso es lo que prefieren los militantes del PSOE y de Podemos? ?Todo el poder para Pedro S¨¢nchez o Pablo Iglesias, para que dirijan sus respectivos partidos con un cheque en blanco que les otorgue el monopolio del poder absoluto? Pero, en tal caso, ?qu¨¦ diferencia habr¨ªa con la metodolog¨ªa del poder que ejerce Mariano Rajoy?
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