Hacia una doble fractura
El resultado del ¨²ltimo sondeo de Metroscopia es un generalizado repudio: formaciones y l¨ªderes s¨®lo est¨¢n bien considerados por sus respectivos seguidores
En proporci¨®n de dos a uno, los espa?oles llevan ya tiempo mostrando su preferencia por un escenario pol¨ªtico nacional multipartidista y, a la vez, evaluando masivamente, de forma negativa, la actual situaci¨®n pol¨ªtica. Sin duda porque deseaban una vida p¨²blica imprescindiblemente presidida por el di¨¢logo, las mutuas concesiones y los pactos, y lo que perciben es m¨¢s bien una creciente tendencia en nuestra escena pol¨ªtica a articularse en compartimentos estancos. A desvertebrarse. Y en un doble sentido.
Por un lado, pr¨¢cticamente todas las formaciones (con la ¨²nica excepci¨®n, quiz¨¢, de Ciudadanos), muestran m¨¢s celo, encastilladas en sus respectivos linderos, por definir l¨ªneas rojas separadoras (?se habr¨¢ vuelto viral el inane ¡°no es no¡±?) que por amalgamar propuestas conjuntas, puntos medios compartidos, como corresponde a una vida pol¨ªtica devenida plural. El resultado es un generalizado mutuo repudio: formaciones y l¨ªderes s¨®lo est¨¢n bien considerados por sus respectivos seguidores (¨²nicamente Ciudadanos consigue suscitar simpat¨ªas transversales, lo que le dota de m¨¢s ventanas al exterior).
Por otro lado, un segundo s¨ªntoma de desvertebraci¨®n de nuestra vida p¨²blica es el distanciamiento, en casos concretos pero especialmente significativos, entre partidos y votantes. Parece estar ocurriendo en el PSOE (desaprobado en su acci¨®n pol¨ªtica actual por la mitad de sus votantes), y quiz¨¢ cabe atribuirlo a su prolongada situaci¨®n de sede vacante: en nuestro sistema pol¨ªtico, con fuertes ¡ªy parad¨®jicos¡ª componentes presidencialistas, no es f¨¢cil que un partido temporalmente descabezado enardezca a sus seguidores, por muchos precandidatos que surjan. El tiempo lo aclarar¨¢. Pero esta desconexi¨®n resulta perceptible tambi¨¦n, y de forma llamativa, en el caso del partido gobernante: el 73% de los votantes del PP disiente de la forma en que su partido est¨¢ gestionando los casos de corrupci¨®n; y uno de cada dos desaprueba, adem¨¢s, su proceder respecto de los refugiados o del independentismo en Catalu?a. Se trata de incipientes fisuras que, por el momento, no alteran significativamente la fidelidad del voto, pero que invitan a pensar que si se pierde el h¨¢bito de dialogar e incorporar al adversario, se puede tambi¨¦n acabar oxidando el contacto con los propios seguidores.
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