La ley de la manta
Los manteros son la punta del iceberg de un conglomerado de mafias criminales. La necesidad de una soluci¨®n se hace cada vez m¨¢s apremiante
Gafas de sol, camisetas, zapatos y bolsos falsificados. Estos son algunos de los productos que se encuentran habitualmente por las calles de las principales ciudades europeas. Detr¨¢s de estas mantas blancas donde se agrupan los productos, hay a menudo extranjeros en situaci¨®n irregular que son la imagen viva de un debate que ata?e a la responsabilidad de las instituciones para evitar que j¨®venes desprotegidos caigan en manos de traficantes de productos falsos.
El pasado lunes, un grupo de manteros, acompa?ados por las asociaciones que luchan por sus derechos, protestaron ante las puertas del Congreso de los Diputados pidiendo al Gobierno que anule las normas que pretenden convertir la venta ambulante de bienes falsificados en delito penal, con hasta dos a?os de c¨¢rcel. Sostienen que la inminente criminalizaci¨®n de esta pr¨¢ctica no tiene en cuenta la condici¨®n social de quienes la ejecutan.
?Hay que imponer penas y no solo multas? ?Es m¨¢s importante dar alternativas sociales que eviten que j¨®venes sin papeles se conviertan en manteros? ?Y es cierto que, ante la posibilidad de trabajar legalmente, pero con salarios inferiores, muchos de estos j¨®venes indocumentados optan por pagar el precio de la exclusi¨®n social?
Los manteros son la punta del iceberg de mafias criminales cuyo negocio no tiene bandera. No se puede eludir la responsabilidad de quienes delinquen. Ni de sus clientes: solo en falsificaciones de moda se calcula que el gasto medio en nuestro pa¨ªs es de 33 euros, y la Asociaci¨®n de la Defensa de la Marca calcula que la industria espa?ola pierde 7.088 millones de euros al a?o. Pero tampoco se pueden esperar soluciones m¨¢gicas. Tanto en Madrid como en Barcelona ¡ªdos gobiernos municipales que se consideran representantes de la llamada ¡°nueva pol¨ªtica¡±¡ª han puesto la cuesti¨®n sobre la mesa. Tras dos a?os en el poder, sin embargo, son evidentes las limitaciones a las que se enfrentan sus iniciativas. El coste (800.000 euros) del proyecto piloto de Ada Colau en Barcelona que trata de reinsertar a 15 manteros y darles alternativas, y el plan de choque de Manuela Carmena para reducir la venta ilegal en el centro de la ciudad ¡ªparalizada por los sectores m¨¢s radicales de su formaci¨®n¡ª son buenos ejemplos.
La necesidad de una soluci¨®n se hace cada vez m¨¢s apremiante y, quiz¨¢, sirva de algo poner la vista fuera de los confines nacionales. Por ejemplo en Nueva York, donde para favorecer la integraci¨®n de extranjeros en situaci¨®n legal irregular el alcalde dem¨®crata Bill de Blasio decidi¨® entregarles un carnet que les permite acceder a los servicios p¨²blicos b¨¢sicos. Madrid est¨¢ estudiando implantar una medida similar. La iniciativa ¡ªque tiene el sello del PSOE¡ª pretende fomentar la inclusi¨®n de los inmigrantes ilegales, que no se sientan totalmente fuera. Pero la soluci¨®n ante el top manta no puede ser solo social. Tampoco simplemente punitiva hacia los vendedores, e ignorar a quienes comprando alimentan este negocio ilegal.
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