El plan de dos mujeres para salvar Yemen
Con el dinero que Eva Erill recauda en Barcelona Faten al-Osimi compra los alimentos que reparte entre los refugiados de San¨¢, la capital yemen¨ª
Una vez al mes, al atardecer, Fatem al-Osimi se prepara para salir a repartir comida en Yemen. En ocasiones recorre los barrios de San¨¢, capital del pa¨ªs, en manos de los rebeldes Huthi, que se levantaron contra el gobierno (actualmente en el exilio en Arabia Saud¨ª). Otras veces va a alguno de los campos de refugiados espont¨¢neos que se han montado en la zona durante los dos a?os que lleva inmersa en una guerra. Bien al norte, controlado por los rebeldes; bien al sur, donde domina otra facci¨®n: la de los independentistas. ¡°A m¨ª no me dejan entrar¡±, cuenta Eva Erill (Barcelona, 1968), que desde Barcelona recibe noticias sobre el grav¨ªsimo brote de c¨®lera que azota el pa¨ªs, sobre los bombardeos o sobre la hambruna.
Ambas mujeres fundaron en 2015, ¡°poco despu¨¦s de que arrancara el conflicto [que se desat¨® en marzo de ese a?o]¡±, la ONG Solidarios sin Fronteras, una peque?a organizaci¨®n que, con el trabajo voluntario de sus componentes, intenta paliar las consecuencias de una guerra olvidada.
El pa¨ªs m¨¢s pobre del mundo ¨¢rabe vive desde entonces una situaci¨®n dram¨¢tica: dos tercios de su poblaci¨®n (de un total de 27 millones) se encuentra al borde de la hambruna, seg¨²n la ONU. Al conflicto se ha sumado un grave brote de c¨®lera que ya ha dejado m¨¢s de 1.100 muertos y que la OMS cataloga como emergencia sanitaria y que estima pueda afectar a m¨¢s de 150.000 personas. ¡°Los servicios p¨²blicos no funcionan desde hace casi diez meses¡±, apunta Erill, que estuvo trabajando 13 a?os en cooperaci¨®n internacional y actualmente est¨¢ en la Diputaci¨®n de Barcelona.
La primera vez que Erill estuvo en Yemen cre¨® un v¨ªnculo con el pa¨ªs: ¡°Me dijeron que si un viajero visita San¨¢ ya se pod¨ªa morir tranquilo¡±. Qued¨® fascinada. Hizo amigos y conoci¨® a Faten al-Osimi. Volvi¨® varias veces m¨¢s. ¡°En la ¨²ltima, ya pintaba mal. Hab¨ªa disturbios y tiroteos¡±, recuerda. Al poco, Al-Osimi, que trabaja en la compa?¨ªa a¨¦rea Yemenia, le pidi¨® ayuda: ¡°Esto es grave. Tenemos que hacer algo¡±. ¡°Como el pa¨ªs est¨¢ bloqueado, no se puede enviar nada¡±, cuenta Erill, ¡°por ello, desde aqu¨ª recaudamos fondos que luego transferimos a Yemen¡±. Al-Osimi invierte lo recaudado comprando cajas de alimentos (con comida para unas seis personas durante un mes) y reparti¨¦ndolas. ¡°Empezamos con unas 15 cajas al mes; ahora repartimos entre 100 y 150. Y queremos llegar a las 200¡±, dice Erill. Eso implica dinero: cada caja cuesta 72 euros, por lo que para cumplir ese objetivo necesitan m¨¢s de 14.000 euros mensuales.
Cuando el dinero llega a Yemen, Al-Osini junto a un par de colaboradores acuden a comprar a las tiendas, en ocasiones con escasez de productos y con precios oscilantes. Luego preparan las cajas y las reparten al atardecer. ¡°Antes de que caiga la noche, es el mejor momento¡±, dice Erill. Cuando las entregan hacen fotos. ¡°Nos gusta ense?ar a la gente que aporta en qu¨¦ se invierte el dinero¡±, apunta Erill, que lleva recaudados 88.000 euros.
A pesar de que no se puede viajar a Yemen, Erill estuvo all¨ª en octubre de 2016. Visit¨® la isla de Sokotra, a m¨¢s de 500 kil¨®metros de la costa yemen¨ª. Alejada de la guerra. ¡°All¨ª no hay bombas, pero se han quedado completamente aislados¡±, cuenta, ¡°adem¨¢s, dos ciclones la atravesaron y arrasaron gran parte de su infraestructura¡±. Desde Solidarios sin Fronteras han lanzado un proyecto para ayudar a recuperar casas; ya cuentan con un colaborador all¨ª. Despu¨¦s del verano, Erill planea volver. ¡°Me gustar¨ªan conseguir viajar a Yemen continental para ver con mis ojos qu¨¦ est¨¢ pasando all¨ª¡±, dice. ¡°Cuando fui la primera vez a¨²n lo llamaban la Arabia Feliz¡±.
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