Aprender a odiar no es dif¨ªcil

Las aguas tranquilas del una (Una es un r¨ªo que fue de Yugoslavia; en el t¨ªtulo de la edici¨®n de La Huerta Grande va en min¨²scula) contiene varios escalofr¨ªos. ¡°Aprender a odiar no es dif¨ªcil¡±. ¡°Est¨¢ bien que el limbo est¨¦ desprovisto de memoria¡±. El autor del libro es Faruk Sehic (1970), veterano de la guerra de Bosnia-Herzegovina. El odio se impuso en lo oscuro del alma y destroz¨® miles de vidas humanas en Yugoslavia. El libro transita la apacible infancia de un ni?o que fue soldado en lo que fue luego escenario de los asesinatos. Piedras negras de la peor estad¨ªstica de Europa en decenios. ¡°Aprender a odiar no es dif¨ªcil¡±, dice Sehic, ¡°s¨®lo hay que dejar que tu cuerpo se mueva solo. Los impulsos hacen lo que sea necesario para sobrevivir¡±. En la paz se hace el odio. Lean El Holocausto espa?ol, de Preston, ah¨ª lo ver¨¢n.

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Querido Pablo Iglesias

Catalu?a: presentimientos del malestar

El odio sobreviene como una enfermedad moral, es un impacto. Una herida sorda, que se instala en la conciencia dulcemente, hasta que explota. La herida del odio se exhibe en plazas y en calles, en el escenario del campo de batalla en el que acorralamos a nuestros enemigos. El odio se inculca con palabras tranquilas entre las que puede haber patria o paz. Se dicen para descorrer el horizonte cuando lo que se hace con ellas es cerrar esa raya, enajenar a los que quisieran el horizonte de otra manera.

Estamos ahora en un limbo; no es el infierno, por fortuna, tampoco es la gloria, estamos muy lejos de estar en la gloria y el r¨ªo baja turbio. Se han roto los afectos; se habla de las empresas que dejan Catalu?a; no se ha hecho a¨²n, no se podr¨¢ hacer, la estad¨ªstica de los afectos que se han roto, la gente que se va, las familias que ya se dijeron adi¨®s, los amigos que se desquieren de un wasap a otro. Juegan con los datos y con las declaraciones, enviados especiales han olido la reyerta y hacen de sus despachos una cesta de noticias acomodadas al lenguaje b¨¦lico. Si se escucha lo que se dice y lo que se escribe parece que este odio que rompe afectos y crea m¨¢s fronteras vive con nosotros desde la Edad Media y a¨²n antes; que los espa?oles y los catalanes se han odiado hasta durmiendo. Y esa apelaci¨®n a las diferencias no son exclusivas de lo que se ha logrado vender en el exterior; aqu¨ª se han dicho mentiras y medias verdades para vaciar la memoria de los mejores tiempos y dar la impresi¨®n de que este odio es un patrimonio del alma reseca de Espa?a.

Estamos en el limbo y es muy probable que este limbo triste convoque al odio, a la desafecci¨®n y a la ruptura. Pero que nadie diga que todo esto se hace en homenaje a la patria o en honor de la paz y del di¨¢logo. Se ha llenado el limbo de odio, y alguien con buena voluntad, quiz¨¢ una multitud, tendr¨¢ que pinchar ya este globo de desgracias. ¡°Aprender a odiar no es dif¨ªcil, s¨®lo hay que dejar que tu cuerpo se mueva solo¡±. No es el infierno, es el limbo donde se vac¨ªan los afectos y se cargan las medallas vac¨ªas del odio.