Catalu?a: presentimientos del malestar

I?aki Azkuna, el buen alcalde de Bilbao, lo anunci¨® mientras acariciaba con su mano blanca la bruma en la que se convert¨ªan sus compa?eros de mesa, al final de su vida. Tendremos problemas all¨ª, ya lo ver¨¢n. All¨ª, Catalu?a. Areilza, que tambi¨¦n era del pa¨ªs verde al que cant¨® Raimon, contaba tres cosas, algunas con escalofr¨ªo. ?Arreglar el conflicto vasco? Que hagan como De Gaulle con Argelia: por el d¨ªa deben insultarse; por la noche, a buscar acuerdos. Pero el problema que habr¨¢ ser¨¢ Catalu?a.

Ya no falta finura, lo que pasa es que no hay. El malestar no nace de una noche a otra. Se crea, y se crea para destruir

El viejo diplom¨¢tico cont¨® la frase m¨¢s c¨¦lebre de la Transici¨®n. Fue de Giulio Andreotti, un zorro. En Espa?a manca fineza. I tant. Y tanta finura falta. La historia actual, predicha por esos viejos en las ¨²ltimas luces de la vida, se est¨¢ haciendo cerebro de un tiempo. A esos presentimientos del malestar hemos de a?adir una llamada ag¨®nica (de hombre en lucha) de un conseguidor catal¨¢n, Leopoldo Rod¨¦s, que ve¨ªa en la alcald¨ªa de Barcelona un rasgo de lo que le esperaba a su pa¨ªs. Llam¨® como si pidiera socorro: va a ganar Ada Colau; har¨¢ de Barcelona un instrumento de una situaci¨®n indeseable, ya lo ver¨¢s. Leopoldo, qu¨¦ exagerado eres.

?l reun¨ªa en su casa a intelectuales y periodistas para hacerlos hablar de la actualidad. Si se revisan las notas de aquellas cenas se puede advertir que sus silencios eran presagios. Y ahora estamos con un pie en el estribo final de la finezza. Ya no falta finura, lo que pasa es que no hay. El malestar no nace de una noche a otra. Se crea, y se crea para destruir.

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Querido Pablo Iglesias

¡®Proc¨¦s¡¯ en Manhattan

Una carta llega de Barcelona

Las palabras se han sustituido por tristes guarismos. El 1-O, el 678 (los d¨ªas de septiembre en que Puigdemont- Forcadell-Junqueras, el tr¨ªo que convirti¨® el Parlament en otra cosa), el 155. Se aplic¨® primero el 678 y ahora se aplica el 155. Tanta palabra pendiente y ahora se hace la vida con n¨²meros, y con gritos en las calles, y con insultos y mentiras. Un llamado ministro de Exteriores catal¨¢n se dirige a universidades graves del mundo para requerir que se pronuncien notables sobre la represi¨®n brutal que sufre Catalu?a.

Es honda la melancol¨ªa que padecen ahora las viejas palabras, y prosperan como piedras esos n¨²meros, el 678, el 155. Hasta El Roto, el tan noble Roto, sirve para decir que Espa?a no nos quiere, y no es verdad, queremos tanto a Catalu?a que ir¨ªamos con palabras (y con dibujos de El Roto) hasta el conf¨ªn de Figueras llevando las palabras que a lo largo de la historia se han dicho en toda Espa?a de amor a Catalu?a.

Solo una canci¨®n servir¨ªa ahora para describir el ¨¢nimo, esta narraci¨®n inolvidable de Serrat: ¡°Cal dir ad¨¦u a la porta que es tanca/ i no hem volgut tancar¡±. Que no cantemos, que no se cante, alg¨²n d¨ªa esa letra sino como una melod¨ªa de amor, no como la realidad que, sin que el poeta quisiera, se podr¨ªa parecer ahora al indeseado himno final de la historia.