Alc¨¤sser: un pueblo estigmatizado por un crimen macabro
La localidad valenciana quiere pasar p¨¢gina sobre la tragedia que conmocion¨® Espa?a hace 25 a?os
Eva Zamora, la alcaldesa socialista de Alc¨¤sser (Valencia), ten¨ªa 20 a?os cuando el viernes 13 de noviembre de 1992 desaparecieron Mar¨ªa Teresa Deseada Hern¨¢ndez (Desir¨¦e), Miriam Garc¨ªa, ambas de 14 a?os de edad, y Antonia (To?i) G¨®mez, de 15. Eran cerca de las ocho de la noche cuando salieron de casa de su amiga Esther hacia la discoteca Coloor de Picassent, localidad contigua a Alc¨¤sser. Antes, Miriam hab¨ªa llamado a casa para ver si su padre, Fernando Garc¨ªa, las llevaba como era habitual. Su madre le dijo que no pod¨ªa porque hab¨ªa llegado del trabajo con fiebre y estaba en cama. Decidieron hacer autostop para llegar antes de que la sala, repleta de adolescentes, cerrara sus puertas a las diez de la noche. Esther, con gripe, opt¨® por quedarse en casa. Eso le salv¨® la vida. Sus amigas nunca llegaron. Fueron secuestradas, torturadas, violadas y asesinadas.
¡°No queremos seguir siendo el pueblo de las ni?as de Alc¨¤sser, aunque ellas siempre permanecer¨¢n en nuestro recuerdo¡±, se?ala Zamora afectada por la fecha que se acerca. ¡°El pueblo ha cambiado mucho. Lo que hicieron las ni?as lo hac¨ªamos todos en aquella ¨¦poca¡±, explica. Los 7.000 habitantes que ten¨ªa Alc¨¤sser cuando se produjeron los cr¨ªmenes, hace 25 a?os, quedaron atrapados por el horror al descubrir, dos meses y medio despu¨¦s, los cad¨¢veres de las ni?as en una fosa situada a 400 metros de la caseta abandonada de La Romana, cerca de Catadau, a 50 kil¨®metros del Alc¨¤sser, un paraje aislado e inh¨®spito de dif¨ªcil acceso.
Miguel Ricart, El Rubio, fue el ¨²nico condenado por el triple crimen. La derogaci¨®n de la doctrina Parot le permiti¨® salir el 29 de noviembre de 2013 de la prisi¨®n de Herrera de la Mancha (Ciudad Real) donde estuvo 20 a?os y donde hubiera seguido hasta 2023. Ricart, que conduc¨ªa el coche que recogi¨® a las ni?as la noche del 13 de noviembre, fue condenado en 1997 a 170 a?os por secuestro, violaci¨®n y asesinato. Hoy est¨¢ en paradero desconocido. Sigue desaparecido el otro acusado del crimen, Antonio Angl¨¦s, tambi¨¦n conocido por Rub¨¦n y el apodo de Asuquiqui.
El tiempo entre la desaparici¨®n de Desir¨¦e, Miriam y To?i, y el descubrimiento de la fosa, traumatiz¨® a un pueblo peque?o y tranquilo. ¡°Las navidades fueron muy tristes, la gente no sal¨ªa, adem¨¢s hab¨ªa mucho oportunista brujo que se presentaba para adivinar d¨®nde estaban. Fue un drama aumentado por la influencia medi¨¢tica¡±, indica Jos¨¦ Pascual Gil, psic¨®logo municipal que atendi¨® a las familias y a los vecinos que lo necesitaron. ¡°Pero todo desapareci¨® en seis meses. El estigma de Alc¨¤sser es lo que no se supera, te resignas a vivir con ello. Los aniversarios los recuerda la prensa que viene al pueblo y pregunta¡±, agrega Gil, que como la alcaldesa Zamora prefiere hablar de que la media marat¨®n del municipio es una de las m¨¢s antiguas de la Comunidad Valenciana y la de m¨¢s solera.
El despertar del sensacionalismo
El periodista y escritor Joan M. Oleaque, es de Catarroja y conoc¨ªa a Antonio Angl¨¦s. En su libro Desde la tiniebla. Un descenso al caso Alc¨¤sser, expone y critica la "carnaza" medi¨¢tica en la que se convirti¨® el tr¨¢gico suceso para captar audiencia. Para Oleaque, el crimen de las ni?as de Alc¨¤sser marca un punto de inflexi¨®n en el periodismo espa?ol. "El tono humano que se pretendi¨® aplicar deriv¨® en una cobertura sensacionalista con t¨¦cnicas de ficci¨®n y de reality show. Hasta que se descubrieron los cuerpos fue como una pel¨ªcula de intriga, y, tambi¨¦n, de solidaridad. Pero se convirti¨® en una pel¨ªcula de terror amplificada al m¨¢ximo nivel. Ese cambio brutal fue muy fuerte". Oleaque considera que la distinci¨®n entre un momento informativo y el siguiente no se hizo. "El tono humano o pretendidamente humano no se aplic¨® y provoc¨® una historia espeluznante. Un desastre que se prolong¨® durante muchos a?os". Para el escritor no hay duda. Fue el despertar del sensacionalismo moderno.
Y como ¨¦l piensa la mayor parte de los alcacere?os. Rosa, de 67 a?os, borr¨® de su mente el suceso. ¡°Fue un espect¨¢culo. Yo di una donaci¨®n y ya no quise participar en nada m¨¢s. Sufrimos mucho. Y las familias quedaron destrozadas¡±, comenta se?alando el monolito ubicado a la entrada del cementerio dedicado a las tres j¨®venes y las flores reci¨¦n cortadas que hay donde est¨¢n enterradas. Mar¨ªa Isabel Zamora, de 72 a?os, muestra la tumba del padre de Desir¨¦e y cuenta que el de To?i muri¨® poco despu¨¦s. Tambi¨¦n falleci¨® la madre de Miriam, Matilde Iborra. Fernando Garc¨ªa, su padre, dice que intenta continuar con su vida lo mejor que puede. No quiere hacer declaraciones. ¡°As¨ª lo decid¨ª hace un tiempo y as¨ª pienso seguir¡±, comenta a EL PA?S, aunque sigue convencido de que Ricart y Angl¨¦s solo eran los encubridores de una trama de corrupci¨®n de menores y que detr¨¢s hab¨ªa una red de delincuencia organizada. Tras la muerte de su esposa, Garc¨ªa reh¨ªzo su vida. Tiene una hija, Luc¨ªa, que ahora tiene la misma edad que Miriam cuando fue secuestrada.
¡°El pueblo se transform¨® en un plat¨®¡±, se?ala Txema Mill¨¢n, periodista de la televisi¨®n p¨²blica valenciana que cubri¨® la informaci¨®n. ¡°No hab¨ªa caso paralelo. Se juntaron muchas circunstancias: presi¨®n, pruebas en mal estado, la locura medi¨¢tica, una instrucci¨®n mal hecha. Todo enrareci¨® el ambiente tanto que se torn¨® s¨®rdido. Yo tambi¨¦n fui v¨ªctima¡±, reconoce. ¡°Aunque hoy ser¨ªa peor¡±, vaticina Mill¨¢n, afectado por el cierre de Canal 9 el mismo d¨ªa que Ricart sali¨® de la prisi¨®n.
Alc¨¤sser tiene ahora m¨¢s de 9.600 habitantes. La discoteca Coolor ya no existe, en su lugar hay un centro comercial. En el bar Musical, sede de la banda de m¨²sica Santa Cecilia, cuyo escenario sirvi¨® de plat¨® de televisi¨®n, ya no queda rastro de esa ¨¦poca. Cristina L¨®pez, encargada del local desde hace dos a?os desconoc¨ªa que all¨ª se hubieran emitido programas. Los vecinos de Alc¨¤sser miran escrutadores a los desconocidos que estos d¨ªas pasean por las calles de la localidad. Se muestran amables. Contestan a las preguntas, pero prefieren pasar p¨¢gina.
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