La Transici¨®n pas¨® por mi casa
Guillermo Altares: "No hubo ning¨²n plan, y, si lo hubo, los hechos lo truncaron"
La Transici¨®n fue una chapuza, en el mejor sentido de la palabra (porque lo tiene). No hubo ning¨²n plan y, si lo hubo, qued¨® casi siempre truncado por los hechos. ?Se hubiese legalizado el Partido Comunista sin el horror de los atentados de Atocha? Seguramente no tan r¨¢pido. Pero sus protagonistas, de todos los partidos y credos, de todos los or¨ªgenes sociales y pol¨ªticos, con intereses muy diferentes y a veces opuestos, ten¨ªan claros dos objetivos: instaurar una democracia s¨®lida en Espa?a, que permitiese al pa¨ªs integrarse en Europa, y no repetir una guerra civil.
Las circunstancias eran las que eran: ETA matando casi a diario, terrorismo de todo signo pol¨ªtico ¡ªguerrilleros de Cristo Rey campando a sus anchas por Madrid y los GRAPO secuestrando y asesinando en los momentos m¨¢s delicados¡ª, unas fuerzas de seguridad todav¨ªa ultramontanas, un Ej¨¦rcito mimado por el r¨¦gimen anterior, en el que se escuchaban muchas veces ruido de sables, unas instituciones franquistas que hab¨ªa que desmontar para construir otras nuevas, la crisis del petr¨®leo de 1973 y la mayor¨ªa de los que lucharon en la Guerra Civil, en uno y otro bando, todav¨ªa vivos. Contra todo pron¨®stico, se consigui¨®. No existi¨® ning¨²n R¨¦gimen del 78, se hizo lo que se pudo como se pudo y se logr¨® que Espa?a entrase en un periodo de libertad y crecimiento econ¨®mico in¨¦dito en su historia .
El escritor y periodista Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n dijo una vez que "en la Espa?a de Franco parec¨ªa que a todo el mundo le ol¨ªan los calcetines". Era un pa¨ªs en el que todav¨ªa se firmaban y ejecutaban sentencias de muerte, con presos pol¨ªticos, con torturas en las comisar¨ªas, sin un Estado de derecho, sin partidos pol¨ªticos, en el que las mujeres ten¨ªan menos derechos que los hombres... La Espa?a de los a?os ochenta vivi¨® una explosi¨®n de libertad y creatividad ins¨®lita. En una d¨¦cada, un pa¨ªs que era una dictadura entr¨® en la UE, despu¨¦s de haber aprobado una Constituci¨®n dise?ada por personas que eran feroces enemigos pol¨ªticos solo unos a?os antes.
Hubo decepciones con el pa¨ªs que se estaba creando. Es inevitable: las esperanzas y las realidades no siempre coinciden, todos sus actores hicieron renuncias importantes y, s¨ª, es cierto, se olvidaron cr¨ªmenes horribles. ?Hab¨ªa otra posibilidad? Nunca lo sabremos, solo que todo aquello sali¨® bien y se convirti¨® en un modelo. Lo que algunos llaman el R¨¦gimen del 78 y los historiadores y sus protagonistas la Transici¨®n fue contemplado con fascinaci¨®n y envidia en todo el mundo, especialmente en Am¨¦rica Latina y en los pa¨ªses que tuvieron que reconstruir su libertad tras la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn. Resulta incre¨ªble tener que escribir estas obviedades, tener que reivindicar lo evidente: Espa?a pas¨® de ser una dictadura a ser una democracia, con todos sus defectos, con todos sus problemas. Como recordaba un art¨ªculo reciente sobre los Pactos de la Moncloa, un acuerdo social firmado en 1977, el PIB por habitante era entonces de 3.000 d¨®lares y hoy alcanza los 28.000 d¨®lares.
Es verdad que escribo estas l¨ªneas influido porque tuve la suerte de ser adolescente en aquellos ochenta y porque mi padre, el periodista Pedro Altares, fallecido el 6 de diciembre de 2009 a los 74 a?os, tuvo un papel relevante aquellos a?os, como director de la revista Cuadernos para el di¨¢logo. En un art¨ªculo titulado ?Qui¨¦n mat¨® a Liberty Valance?, y publicado en este diario en 1997, escribi¨®: "La Transici¨®n fue una aventura colectiva, en la que una parte fundamental del camino se hizo al andar, impulsada desde abajo, trabajosamente buscada durante a?os por miles de espa?oles desde la clandestinidad y desde la frontera de la legalidad, ensanchando d¨ªa a d¨ªa el ¨¢mbito de lo posible, ampliando con riesgo f¨ªsico los resquicios que ofrec¨ªa el sistema... No, no pudo haber dise?o porque no pod¨ªa haberlo. Fue precisamente su falta, sustituida a golpe de intuici¨®n, sin miedo al riesgo y con sentido de la realidad por Adolfo Su¨¢rez, lo que hizo posible que Espa?a saliese de la noche de la dictadura para encararse a un sistema democr¨¢tico, fatigosamente trabajado durante a?os, y desde muchos frentes, por miles de espa?oles que no se resignaban a ser s¨²bditos del general Franco".
Cuando Espa?a ha pasado su mayor crisis pol¨ªtica desde el golpe de Estado de 1981 o desde la restauraci¨®n de la democracia, cuando se anteponen intereses mezquinos y falsedades a intereses generales, aquellos a?os en los que Espa?a recuper¨® la libertad y la palabra se antojan cada vez m¨¢s importantes. Fueron tiempos de renuncias y compromisos, que han convertido a Espa?a en una democracia s¨®lida y europea, sin violencia pol¨ªtica (m¨¢s all¨¢ del terror yihadista). ?Existen problemas? Sin duda. La inmensa mayor¨ªa de ellos tienen que ver con la justicia social, el paro, la desigualdad y la corrupci¨®n (forman parte de lo mismo). Tambi¨¦n con los muertos en las cunetas y la imposibilidad de construir una memoria com¨²n, es cierto. Pero los hechos son tozudos: aquella chapuza, aquella improvisaci¨®n, cerr¨® una puerta a un pasado al que nunca deber¨ªamos volver. ?Se instaur¨® un r¨¦gimen en 1978? No s¨¦ si es la palabra adecuada, solo que si miramos hacia atr¨¢s y estudiamos la Espa?a que fuimos y contemplamos la que somos hay que estar muy ciego para pensar que no hemos salido ganando. Y deber¨ªamos tratar de aprender de aquel periodo en vez de denigrarlo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.