Terapia para rehabilitar a maltratadores
Miles de hombres condenados por maltrato son enviados a programas psicol¨®gicos en lugar de a prisi¨®n. Los datos se?alan reincidencia muy baja y las terapeutas lo consideran fundamental, pero hay voces cr¨ªticas
Habla al otro lado del tel¨¦fono Juan, el nombre ficticio de un hombre condenado por maltratar a su ex pareja. Juan no quiere dar la cara, no quiere decir de d¨®nde es ni a qu¨¦ programa de rehabilitaci¨®n de maltratadores est¨¢ acudiendo. ¡°No quiero que haya una sola pista de qui¨¦n soy o qui¨¦n puedo ser. Quiero ese compromiso¡±. Y con ese compromiso cuenta Juan que al principio gritaba a su ahora ex novia, que m¨¢s adelante ya le agarraba del brazo, al cabo de unos meses, un empuj¨®n contra la pared y, un d¨ªa cualquiera, le dio un pu?etazo en la cara. ¡°Me denunci¨® despu¨¦s de advert¨ªrmelo varias veces. Yo le dec¨ªa que era su culpa, que estaba todo el d¨ªa por ah¨ª, que buscaba enfadarme¡ Le dec¨ªa que hab¨ªa cambiado¡±, dice.
¡°Pens¨¦ que el juez me enviaba a la c¨¢rcel porque los jueces jam¨¢s nos creen a los hombres, est¨¢n presionados por el feminismo. Pero me envi¨® aqu¨ª. Llevo dos meses¡±. ¡®Aqu¨ª¡¯ es un Pria-Ma, un Programa de intervenci¨®n para agresores de violencia de g¨¦nero en medidas alternativas. Una medida m¨¢s pol¨¦mica que conocida.
Al Pria-Ma acuden aquellos hombres cuya condena judicial por violencia de g¨¦nero supone una pena inferior a dos a?os de c¨¢rcel siempre que no tengan antecedentes. En lugar de ir a prisi¨®n, el juez env¨ªa a estos maltratadores a una terapia psicol¨®gica -grupal o individual- que dura aproximadamente un a?o y que llevan a cabo distintas organizaciones seg¨²n cada Comunidad Aut¨®noma. Todas ellas deben estar homologadas por Instituciones Penitenciarias, que es quien remite a los usuarios.
A¨²n hay muchas lagunas en lo que a efectividad se refiere. Los datos todav¨ªa no son concluyentes debido al escaso tiempo que estos programas llevan implementados en Espa?a. S¨ª hay estad¨ªsticas que apuntan hacia el ¨¦xito. El Informe de Reincidencia de Instituciones Penitenciarias explica que se ha realizado una muestra compuesta de 678 agresores que fueron tratados en el a?o 2010. En el per¨ªodo de los cinco a?os siguientes, solo 46 volvieron a ser detenidos por violencia de g¨¦nero. Es decir, la reincidencia policial es del 6,8%.
Cada terapia es llevada a cabo por un centro de profesionales de la psicolog¨ªa. En Madrid, uno de los referentes es la Fundaci¨®n Aspacia, una organziaci¨®n no gubernamental que trabaja para prevenir la violencia. En Valencia existe Contexto, un programa de investigaci¨®n dependiente de la Universidad de Valencia donde se llevan a cabo las terapias. Ambas tienen sus propios datos de reca¨ªdas. Contexto se?ala una reincidencia de los hombres tratados de solo el 11%, esta vez en un per¨ªodo m¨¢s amplio, los ¨²ltimos 11 a?os . En la Fundaci¨®n Aspacia se?alan una dr¨¢stica bajada en el sexismo de los hombres tras el programa.
La reincidencia policial de los maltratadores tras la terapia es, actualmente, del 6,8%
El Pria-Ma arranc¨® en 2004, pero entonces apenas hab¨ªa un par de centros en Espa?a que llevasen a cabo las terapias. ¡°Los jueces condenaban a rehabilitaci¨®n a los maltratadores y no hab¨ªa d¨®nde enviarlos¡±. Lo recuerda Marisol Lila, catedr¨¢tica de Psicolog¨ªa Social de la Universidad de Valencia y directora de Contexto en Valencia. No fue hasta 2010 cuando se regul¨®. ¡°Al principio fue francamente dif¨ªcil y recib¨ªamos much¨ªsimas cr¨ªticas. Ahora hay m¨¢s conciencia de la necesidad de estas medidas¡±.
Solo en el ¨²ltimo trimestre -y seg¨²n datos de la Secretar¨ªa General de Instituciones Penitenciarias (SGIP)- 1.543 hombres desfilaron en Espa?a por estos programas. ¡°Se trata de una medida preventiva. El da?o ya est¨¢ hecho, pero intentamos que no se repita con otras mujeres¡±. Lo explica Virginia Gil, directora de la Fundaci¨®n Aspacia. ¡°Hay que ser realista: estos hombres van a continuar viviendo y van a tener otras relaciones. Si logramos que en estas futuras relaciones se reduzca la violencia o no la haya, ya habremos logrado algo. Trabajamos para que no vuelva a ocurrir".
¡°La culpa es de ella y del juez¡±
Luisa Nieto es la terapeuta que conduce el tratamiento en Aspacia. Nos recibe en una sala de la Fundaci¨®n, donde habla pausada y con seguridad. Explica que el tratamiento es en grupos de 12 hombres, que acuden dos horas a la semana y que dura un a?o.
¡°La mayor¨ªa de los que llegan aqu¨ª tienen una estructura mental machista, es un problema social y cultural. El objetivo es desactivar esas creencias y construir unas nuevas¡±, explica Luisa. ¡°Tienen autoritarismo moral. Se creen superiores a las mujeres¡±, a?ade Virginia.
"Existe un tab¨² en poner el foco en los maltratadores debido a un convencimiento de que no pueden cambiar. Yo me pregunto, ?por qu¨¦ no? No solo pueden, sino que deben. El mensaje es: responsabil¨ªzate y cambia¡±.
Otro rasgo habitual que se?alan es que los maltratadores que llegan al programa no tienen conciencia de haber hecho nada malo. Culpan a la pareja o al sistema judicial. ¡°Se consideran buenas personas y buenos ciudadanos. El objetivo es hacerles responsables, que tomen conciencia de lo que han hecho, de c¨®mo les ha perjudicado a sus parejas, a sus familias y a ellos mismos. Que es inaceptable lo que han hecho¡±, explica Luisa.
Para B¨¢rbara Zorrilla, psic¨®loga especializada en atenci¨®n a mujeres v¨ªctimas de la violencia de g¨¦nero, el principal problema de esta terapias tiene que ver con la actitud de los hombres que las reciben. ¡°Que acudan obligados provoca que no exista una verdadera motivaci¨®n al cambio. As¨ª que, por mucho que trabajemos los roles de g¨¦nero, la gesti¨®n emocional, el control de los impulsos y la empat¨ªa, si est¨¢n obligados, no sirve de nada¡±.
Pese a ello, la experiencia de los programas y los primeros datos parecen indicar lo contrario.
El debate
No son pocas las voces feministas que se muestran cr¨ªticas con estas terapias. Esperanza Bosch es profesora del departamento de Psicolog¨ªa de la Universidad de las Illes Balears (UIB). ¡°Como psic¨®loga entiendo que algo hay que hacer. Y que la c¨¢rcel solo no basta. Lo que pongo en duda es que los programas est¨¦n siendo completos, que se est¨¦ invirtiendo suficiente. Hay que mejorar protocolos, preparaci¨®n y revisar programas que son muy superficiales. Que mandan mensajes que el maltratador ya conoce, que se los trasmite la sociedad constantemente pero que les da igual. Necesitamos formatos m¨¢s complejos y premisas distintas¡±.
Elena Terreros, de Contexto, afirma que ¡°la cr¨ªtica siempre es bienvenida. Hemos recibido muchas y nos ayudan a mejorar¡±. Despu¨¦s a?ade: ¡°Lo que s¨ª nos hemos dado cuenta es que existe un tab¨² en poner el foco en los maltratadores debido a un convencimiento de que no pueden cambiar. Yo me pregunto, ?por qu¨¦ no? No solo pueden, sino que deben. El mensaje es: responsabil¨ªzate y cambia¡±.
Coincide Virginia, de Aspacia: ¡°A la mayor¨ªa de estos hombres, si se les da la oportunidad, rompen con estos roles¡±. Y Esperanza Bosch completa:¡± ?Por qu¨¦ no iba a cambiar un hombre machista? Debemos creer que es posible. Pero debemos tener terapias fiables. Y admitir que no funcionar¨¢ para todos¡±.
¡°Esta intervenci¨®n surge del movimiento feminista. Se trata de que el maltratador cambie la actitud. Si no nos esforzamos en esto, entonces toda la responsabilidad recae sobre la mujer¡±, a?ade Elena.
Otra cr¨ªtica es la financiaci¨®n. ¡°Como feminista no quiero que el dinero para estos programas provenga de las ayudas a las v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero¡±, dice Esperanza Bosch. Responde Marisol Lila: ¡°Estoy de acuerdo. Si el dinero viene de las mujeres v¨ªctimas, no lo queremos¡±. La realidad es que cada programa se busca la vida como puede. Algunas comunidades lo financian y otras han empezado a hacerlo todav¨ªa este a?o. No hay una partida presupuestaria estatal y s¨ª algunas subvenciones.
¡°La violencia de g¨¦nero es un problema social. La sociedad debe implicarse. Enfocar todo a castigar al maltratador es desentenderse del problema como sociedad¡±
La victimizaci¨®n del maltratador suele ser otra tormenta en este debate. Luisa, psic¨®loga de Aspacia, es clara: ¡°Soy consciente de lo delicado de estas palabras, pero los hombres tambi¨¦n son v¨ªctimas del patriarcado. Y si no revertimos esto, va a seguir teniendo lugar el maltrato. Hay que prevenir y reeducar¡±.
Javier, el maltratador que acude al programa de forma voluntaria, explica que ¡°a m¨ª en casa no me ense?aron las cosas como me las ten¨ªan que ense?ar. No me educaron. Y necesitaba que me reeducaran. ?C¨®mo se va a negar alguien a que se reeduque a una persona, a que se reconduzca?¡±.
Esperanza Bosch responde: ¡°No estoy de acuerdo en que esos hombres sean v¨ªctimas de nada. Hay hombres que han crecido en entornos muy machistas y no son maltratadores. Los violentos eligen serlo. El hombre que golpea es consciente del da?o que hace. Si todos reproduj¨¦semos comportamientos seguir¨ªamos viviendo en cuevas¡±.
Elena Terreros media: ¡°La violencia de g¨¦nero es un problema social. La sociedad debe implicarse. Enfocar todo a castigar al maltratador es desentenderse del problema como sociedad¡±. Y Marisol, la directora, cierra el intercambio: ¡°El debate es positivo, pero no puede someterse a la ideolog¨ªa. En el tema de la violencia de g¨¦nero hay muchas opiniones y frases hechas. Y tenemos que basarnos en la ciencia. Es lo que nosotras estamos haciendo. Y creemos que est¨¢ funcionando¡±.
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