El 21-D y la v¨ªa del nacionalismo vasco
El PNV ha encontrado su propio camino: pragmatismo sin renunciar al soberanismo
La gran movilizaci¨®n social y la polarizaci¨®n del voto el 21-D recuerda a las elecciones vascas de mayo de 2001 en las que el soberanismo, encabezado por Juan Jos¨¦ Ibarretxe, inventor del ¡°derecho a decidir¡±, se impuso al constitucionalismo por escasa diferencia. Los partidos vascos necesitaron dos legislaturas para superar la confrontaci¨®n entre bloques, con el fondo dram¨¢tico del terrorismo. El conflicto en Catalu?a s¨®lo se superar¨¢ cuando los partidos catalanes asuman la pluralidad de su sociedad y nadie se arrogue su representaci¨®n exclusiva. Esperemos que necesiten menos tiempo que los vascos.
Los partidos vascos ¡ªnacionalistas o no¡ª han reafirmado su propia v¨ªa no implic¨¢ndose en la campa?a catalana. As¨ª, el viernes, el PP facilit¨® al Gobierno vasco PNV-PSE la aprobaci¨®n de los Presupuestos de 2018. Parad¨®jicamente, dos d¨ªas antes, el PNV cambiaba de pareja y se un¨ªa a Bildu frente al PSE, PP y Podemos para introducir el conflictivo ¡°derecho a decidir¡± en la ponencia de reforma del Estatuto vasco.
El PNV ha encontrado su camino, a diferencia del independentismo catal¨¢n, practicando el doble juego del pragmatismo sin olvidar su finalidad soberanista, lo que acarrea conflictos con efectos limitados. As¨ª, el PNV, cr¨ªtico con Rajoy por no haber encauzado el conflicto catal¨¢n pol¨ªticamente y haberlo judicializado, ha condicionado su apoyo a los Presupuestos de 2018 a la normalizaci¨®n de la pol¨ªtica catalana. La revalidaci¨®n de la mayor¨ªa parlamentaria independentista, el fracaso del PP y la judicializaci¨®n vaticinan una normalizaci¨®n dif¨ªcil y, consecuentemente, se le complica repetir el apoyo que dio a los Presupuestos de 2017.
El PNV, adem¨¢s, est¨¢ convencido de que el conflicto catal¨¢n s¨®lo puede solucionarse pol¨ªticamente y quiere estar ah¨ª. Recientemente reiter¨® su oferta de colaboraci¨®n que, tiempo atr¨¢s, hizo a Artur Mas y a Carles Puigdemont si renunciaban al independentismo unilateral y optaban por negociar con el Gobierno un cambio del modelo de Estado. En este sentido, la introducci¨®n del ¡°derecho a decidir¡± en la ponencia de reforma del Estatuto no parece inocente. Le sirve para ¡°compensar¡± ante el soberanismo vasco sus acuerdos con partidos constitucionalistas y como instrumento negociador.
El 21-D evidencia que el conflicto catal¨¢n necesita un tratamiento pol¨ªtico desde el Estado. Pero tiene sus l¨ªmites. Una negociaci¨®n sobre el ¡°derecho a decidir¡±, entendido como derecho a la autodeterminaci¨®n, no la aceptar¨¢ el Gobierno central ¡ªel que sea¡ª cuando, adem¨¢s, la Uni¨®n Europea lo rechaza y divide a la sociedad en dos, como se ve en Catalu?a y sucedi¨® en Euskadi con Ibarretxe. El PNV lo sabe. Tampoco existen mimbres en la sociedad vasca para avalarlo. Una reciente encuesta se?alaba que el 80% de los vascos consideran ¡°improbable¡± la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum pactado, adem¨¢s de la conocida ca¨ªda del independentismo al 17% y una satisfacci¨®n con el Estatuto del 77%. La clave est¨¢ en que los partidos, catalanes y vascos, asuman la pluralidad de sus sociedades y lleguen a un punto de encuentro. Catalu?a lo necesita urgentemente.
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