Pocos quieren beber el agua que salv¨® a Canarias
La sequ¨ªa dispara en la Pen¨ªnsula el uso de las desaladoras, un recurso que puede llegar al 100% del suministro en los hogares del archipi¨¦lago
?frica L¨®pez no quiere tomar ni un sorbo de agua del grifo en su casa de Juan Grande, en la isla de Gran Canaria. Rechaza la idea de beberla casi como si fuera veneno. Le da igual que esa agua supere los ¨ªndices m¨¢s altos de potabilidad establecidos por ley; L¨®pez lo tiene claro: "Sabe muy mal, a cloro, sale blanca de la cal que lleva. Incluso huele a lej¨ªa". La paradoja es que esta misma agua garantiza desde hace treinta a?os la prosperidad de ella y de su familia, labriegos dedicados al cultivo del pepino. Es agua desalada del mar, el recurso que ha garantizado el funcionamiento econ¨®mico de Canarias y que desde 2017 es determinante en el Mediterr¨¢neo espa?ol.
Canarias depende de la desalinizaci¨®n para mantener su econom¨ªa y la vida de sus ciudadanos. La primera desaladora de Europa se inaugur¨® en Arrecife (Lanzarote) en 1964; era una instalaci¨®n de segunda mano importada de la base militar estadounidense en Guant¨¢namo, recuerda Jos¨¦ Juan Gonz¨¢lez, gerente de la gestora de aguas Canaragua. "La desalaci¨®n salv¨® la vida de Canarias, sin ello no podr¨ªamos recibir 16 millones de turistas al a?o", apunta Gonz¨¢lez. El total del agua consumida en Lanzarote es hoy desalada, tambi¨¦n en Fuerteventura. En Gran Canaria, el 86% del agua para consumo humano es desalada, y es desalada un 50% del total suministrado. En Tenerife, isla con m¨¢s recursos h¨ªdricos, cada vez dependen m¨¢s de la desalinizaci¨®n: representa el 47% del consumo en los hogares tinerfe?os, con un incremento anual de la desalaci¨®n superior al 16% desde 2000.
Canarias acumula m¨¢s de 50 a?os de experiencia y la Pen¨ªnsula observa a las islas para entender lo que le depara el futuro. La sequ¨ªa ha provocado que las desaladoras del Mediterr¨¢neo funcionen muy por encima de su rendimiento habitual. Las desaladoras del r¨ªo Tordera y del Llobregat, en Catalu?a, pasaron a finales de 2017 de un rendimiento del 10% al 70% de su capacidad. En Alicante, con el trasvase del r¨ªo Tajo al Segura restringido por la sequ¨ªa, un 60% del agua que suministra la Mancomunidad de Canales de Taibilla (CMT) es desalada. Este incremento de la producci¨®n supondr¨¢ en 2018 un encarecimiento de la factura del agua en Alicante del 21%, seg¨²n inform¨® el diario Informaci¨®n.
El coste para transformar agua de mar en potable y bombearla alcanza los 0,80 c¨¦ntimos de euros el metro c¨²bico, lo que puede hasta triplicar el coste del agua natural, seg¨²n datos de la Asociaci¨®n Internacional de Desalaci¨®n (IDA, por sus siglas en ingl¨¦s) recogidos en 2017 por la BBC. Al mismo tiempo, el coste se ha reducido a la mitad en una d¨¦cada, seg¨²n coinciden los datos aportados a este peri¨®dico por varias fuentes. "Cuando empec¨¦ en este sector hace 25 a?os", explica Baltasar Pe?ate, jefe del departamento de agua del Instituto Tecnol¨®gico de Canarias, "una membrana para el proceso de desalaci¨®n pod¨ªa costar 2.000 d¨®lares; ahora la tengo por 800 d¨®lares. Y el gasto energ¨¦tico ha ca¨ªdo desde 2000 del 50% del coste total a un 30%". En las Canarias hay 300 desaladoras, un 35% del total en Espa?a, y solo 30 son p¨²blicas; es el lugar del mundo con mayor n¨²mero de desaladoras por metro cuadrado, dice Pe?ate.
El 23% bebe desalada
Un estudio de 2017 de la empresa Tapp Water indica que Canarias es la comunidad aut¨®noma donde se bebe menos agua corriente: la beben un 23% de sus ciudadanos. La siguen Baleares con un 50% de la poblaci¨®n y la Comunidad Valenciana, con un 51%. Gerardo Henr¨ªquez, gerente del Consejo Insular de Aguas de Gran Canaria, opina que la cifra es acertada, pero lo desvincula de la desalinizaci¨®n. Para demostrarlo, prepara una cata con agua del grifo y agua embotellada. Los dos periodistas de EL PA?S aciertan a la primera cu¨¢l es agua desalada: tiene un punto m¨¢s ¨¢cido, pero sin ser desagradable. Henr¨ªquez subraya que la desconfianza por el agua del grifo se remonta a medio siglo, cuando el agua subterr¨¢nea era cada vez m¨¢s salobre. Enrique Moreno, t¨¦cnico del Consejo, recuerda cuando en los ochenta se racionaba el suministro del agua a dos d¨ªas por semana, o cuando la situaci¨®n era desesperada y se plante¨® importar agua de icebergs o generar lluvia artificial disparando nitrato de plata en las nubes. "El futuro de Canarias estaba en entredicho. Es un ¨¦xito imponer la desalaci¨®n para los n¨²cleos urbanos. Otro ¨¦xito es que el agua ha dejado de ser una preocupaci¨®n", opina Moreno.
"Yo tambi¨¦n bebo agua embotellada", admite Gonz¨¢lez, director de Canaragua, "siempre, desde peque?o. Es algo que ha calado, de cuando hab¨ªa advertencias de que el agua de los pozos ten¨ªa un exceso de fl¨²or, o de nitratos, y eso ha calado". Canaragua organiza visitas escolares diarias a sus plantas desaladoras para concienciar sobre la calidad en el ciclo del agua. Un estudio de la multinacional Philips de 2008 se?alaba que el 93% de los canarios beb¨ªa agua embotellada.
Gonz¨¢lez asume que es dif¨ªcil competir con el poder de comunicaci¨®n de las multinacionales de agua embotellada. Dori es empleada en un hotel de Las Palmas, lleg¨® hace 16 a?os a Canarias y asegura que ni tan siquiera la utiliza para cocinar porque al llegar le advirtieron de que no lo hiciera: "Al ducharte, el cabello queda quebradizo, y lo que es malo para mi pelo, es malo para mi cuerpo. Esta agua no es natural, es del mar, y lleva muchos productos qu¨ªmicos". El agua desalada es t¨¦cnicamente agua de producci¨®n industrial. El l¨ªquido desalinizado es pr¨¢cticamente agua destilada y para consumo humano hay que mineralizarla. En la peque?a desaladora de Playa Mog¨¢n, puesta en funcionamiento para abastecer a dos hoteles y a los vecinos del municipio, el agua es tratada con lecho de calcita y cloro, los dos componentes de los que se queja L¨®pez.
Cerca de Playa Mog¨¢n, en el sur de Gran Canaria, se levanta el grupo tur¨ªstico Anfi. El fundador de Anfi, el noruego Bj?rn Lyng, invent¨® en los ochenta una desaladora propia para abastecer a sus hoteles. Lyng fue el paradigma del campo de pruebas que fue Canarias en este ¨¢mbito en el siglo XX. Parte de las instalaciones de Anfi reciben agua de una desaladora privada y esperan que en el futuro, las 7.500 camas del complejo Anfi Tauro est¨¦n suministradas con agua desalada. Luis Mart¨ªnez, director hotelero del grupo, afirma que el agua corriente en las zonas tur¨ªsticas de Gran Canaria no es potable y no la recomienda a sus clientes. Por eso incluso hab¨ªa estudiado la posibilidad de instalar filtros de ¨®smosis en los apartamentos de Anfi, extremo que descart¨® porque elevar¨ªa 1 euro el coste diario de la pernoctaci¨®n.
En el Leroy Merl¨ªn del municipio de Telde hay una secci¨®n dedicada a peque?os equipos de ¨®smosis inversa como el que L¨®pez tiene en su casa. La ¨®smosis inversa es la tecnolog¨ªa con la que operan la mayor¨ªa de desaladoras. Una docena de diferentes modelos de osmosis inversa se ofrecen en este establecimiento de material para el hogar, con precios que oscilan entre los 100 y 220 euros. Juan y Toni quieren comprarse uno que mejore la calidad del agua en su casa de Las Palmas, "para cocinar, para limpiar, para ducharnos, pero jam¨¢s para beberla, porque es desalada", aseguran.
?frica L¨®pez es la primera en ser consciente de que la desalaci¨®n ha sido clave en su vida. Trabaja para Bonny, compa?¨ªa agr¨ªcola que copa el 90% de la exportaci¨®n de pepino canario, seg¨²n Fernando Ojeda, director de la desaladora propiedad de Bonny que desde 1987 riega 500 hect¨¢reas de campo. Es una de las pocas desaladoras que opera con energ¨ªa e¨®lica propia. "Antes los pepinos crec¨ªan amarillos, ahora son verdes y bien buenos", explica L¨®pez. Ojeda no duda de la calidad del agua desalada y detalla las inspecciones regulares que tienen de clientes como Tesco o Marks & Spencer. "La Pen¨ªnsula deber¨ªa seguir nuestro modelo: el agua natural debe quedarse en el interior, y en la costa, consumir agua desalada", recomienda Pe?ate. Ojeda tambi¨¦n cree que el futuro en el Mediterr¨¢neo pasa por romper tab¨²s entorno al agua desalada, no solo para abastecer a las ciudades, sino tambi¨¦n a la agricultura.
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