Interior elabora un protocolo para evitar la ¡®resurrecci¨®n¡¯ de presos dados por muertos
Las c¨¢rceles har¨¢n un electrocardiograma a los reclusos que fallezcan para evitar sucesos como el del interno 'revivido' en Asturias cuando ya estaba en la morgue
El Ministerio del Interior no quiere m¨¢s presos 'resucitados'. La Secretar¨ªa General de Instituciones Penitenciarias ha elaborado un nuevo protocolo m¨¦dico para certificar el fallecimiento de reclusos dentro de las c¨¢rceles espa?olas. El documento, al que ha tenido acceso EL PA?S, impone la obligaci¨®n de realizar "en todos los casos de muerte s¨²bita en un centro penitenciario en los que el cuerpo se encuentre en una temperatura inferior a 34 grados" una nueva prueba m¨¦dica: "un electrocardiograma o una monitorizaci¨®n de la funci¨®n cardiaca donde se objetive la ausencia de latido cardiaco". La instrucci¨®n interna, fechada el pasado 30 de enero, ya ha sido distribuida por el m¨¢ximo responsable de Prisiones, ?ngel Yuste, a todos las c¨¢rceles.
El documento reconoce que el motivo del cambio es "un incidente investigado recientemente", en referencia al caso de Gonzalo Montoya, el preso al que se dio por muerto en el Centro Penitenciario de Villabona (Asturias) el pasado 7 de enero.?El m¨¦dico del turno de noche y el del turno de d¨ªa de la c¨¢rcel coincidieron entonces en certificar su fallecimiento tras encontrar su cuerpo inerte en la celda tras no acudir al recuento de la ma?ana. La c¨¢rcel avis¨® al juzgado, que envi¨® a la prisi¨®n a un m¨¦dico forense, que ratific¨® el diagn¨®stico de sus colegas. Tras ello, el presunto cad¨¢ver de Montoya fue trasladado a la morgue, donde se descubri¨® que segu¨ªa vivo. De all¨ª fue desplazado al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), donde fue ingresado en la UCI por neumon¨ªa y problemas renales. Montoya pidi¨® el alta voluntaria y retorn¨® a prisi¨®n el pasado 24 de enero.
En el escrito con el que modifica el protocolo para certificar la muerte de presos, Interior no admite ning¨²n error en aquel suceso, que considera que se produjo "en determinadas circunstancias muy excepcionales" que hizo insuficientes "los procedimientos diagn¨®sticos convencionales". No obstante, opta por introducir nuevas garant¨ªas "debido a las consecuencias cl¨ªnicas, jur¨ªdicas y ¨¦ticas que un diagn¨®stico err¨®neo de estas caracter¨ªsticas conlleva", por lo que instaura a partir de ahora "un procedimiento de actuaci¨®n que asegure que no se pueden producir este tipo de errores diagn¨®sticos" para determinados casos concretos.
Dicho protocolo incide en seguir comprobando seis "signos negativos de vida". En concreto, la ausencia de pulso y movimientos respiratorios; la inconsciencia y la falta de movimientos voluntarios y reflejos (como el reflejo corneal); la ausencia de respuesta a est¨ªmulos dolorosos; la dilataci¨®n de las pupilas y la coloraci¨®n l¨ªvida de la piel. No obstante, Prisiones hace ahora hincapi¨¦ en que estos no bastan "en casos de severa hipotermia", en los que se pueden dar "estos signos negativos de vida en ausencia de muerte cl¨ªnica", y recuerda que en los hospitales recomiendan a?adir una prueba m¨¢s "para objetivar la muerte": un electrocardiograma.
Es, precisamente, esa prueba la que Prisiones ordena que se haga a partir de ahora a todos los presos fallecidos "de muerte s¨²bita" y que presenten una temperatura corporal inferior a los 34 grados. Para ello, da instrucciones de utilizar el electrocardi¨®grafo o el desfibrilador con los que cuentan todos los centros para "monitorizar la funci¨®n cardiaca". El fin ser¨¢ comprobar "la ausencia de latido cardiaco". La instrucci¨®n de Interior recoge tambi¨¦n la obligaci¨®n de que en el parte m¨¦dico en el que se certifique la muerte se haga constar a partir de ahora que se ha hecho esta prueba. Todo, para evitar m¨¢s 'resurrecciones' en las c¨¢rceles.
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