15 a?os del asesinato de Joxeba
Nuestra familia exigir¨¢ el domingo la condena de la historia del terror, de toda su historia y que se abstengan de circos en la disoluci¨®n de ETA
He tenido que plantearme por qu¨¦ no entrar¨¦ tampoco esta ma?ana en el bar donde asesinaron a Joxeba hace quince a?os. Plantearse las razones de lo que hacemos es, en realidad, inc¨®modo y poco frecuente. En la vida social y pol¨ªtica pasa igual.
Fernando Savater escribi¨® recientemente que el paisaje despu¨¦s de la batalla contra el terrorismo no puede convertirse en el jard¨ªn del Ed¨¦n con s¨®lo retirar a los muertos y decir que todos hemos sufrido mucho. No podr¨ªa estar m¨¢s de acuerdo, si bien lo sucedido no podr¨ªa calificarse exactamente de batalla contra el terrorismo. No. Para la mayor¨ªa no fue una batalla, porque la sociedad vasca y navarra llevaba el miedo interiorizado en el tu¨¦tano de los actos cotidianos y sociales y eso se convirti¨® durante d¨¦cadas en nuestro m¨¢s cierto rasgo distintivo, aunque negado. Sacudirse las inercias del pensamiento que lleva incorporado el miedo sigue siendo dif¨ªcil en la bajamar de la violencia, ahora que los de ETA no matan, pero que no han perdido la costumbre machacona de seguir exigiendo, en actitud victimista, como si les debi¨¦ramos algo y tratando de imponer su marco interpretativo.
Para sacudirse esa inercia de d¨¦cadas hay que plantearse el porqu¨¦, pero el nacionalismo vasco gobernante y la correlaci¨®n de fuerzas electorales impone el marco para aliviar a ETA y a todo su entorno de su exclusiva responsabilidad pol¨ªtica e hist¨®rica.
Quince a?os despu¨¦s de su asesinato, si a Joxeba Pagaza le borramos sus palabras y su cr¨ªtica -l¨²cida y desgarrada- al poder pol¨ªtico vasco. Si a los asesinos les borramos el nombre y apellidos: terroristas nacionalistas vascos. Si borramos la relevancia del ecosistema de acoso, persecuci¨®n, miedo y proselitismo en cada punto del Pa¨ªs Vasco y Navarra. Si borramos las palabras de pol¨ªticos sembrando odio, reclutando ni?os para asesinar durante d¨¦cadas. Si dejamos al descuido que justifican el pasado y consideran h¨¦roes a los asesinos. Si borramos que la violencia callejera y los asesinatos siguieron en los tiempos del ocaso policial de ETA con el fin de conseguir la legalizaci¨®n de sus siglas sin condenar la historia del terror¡
En tal caso, Joxeba -que clam¨® antes de morir- gritar¨¢ eternamente y no podr¨¢ alcanzar el susurro y silencio que Ungaretti quiere para los muertos, para que queden bien enterrados. Las palabras dulzonas que evitan plantearse los porqu¨¦s esconden al duro y pragm¨¢tico Creonte que sigue dictando qui¨¦n manda, qu¨¦ palabras y cuestiones son tab¨² y qu¨¦ muerto seguir¨¢ siendo pasto de las alima?as.
Pues bien, nuestra familia exigir¨¢ el domingo la condena de la historia del terror, de toda su historia y que se abstengan de circos en la disoluci¨®n de ETA. Quedan avisados.
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