Un museo a cielo abierto aterriza en el campo de aviaci¨®n de la Guerra Civil de Vilafam¨¦s
La poblaci¨®n castellonense pone fin a ocho d¨¦cadas de abandono y convierte su antiguo aer¨®dromo en 11.000 metros cuadrados de historia transitable
Caminar entre trincheras, conocer c¨®mo fueron construidas, acceder a los polvorines, descender al refugio antia¨¦reo o comprobar in situ el tama?o real de un caza, aunque sea con la ayuda de una r¨¦plica met¨¢lica, a escala, eso s¨ª. Este viaje por la historia, ¡°transitable¡± y que se puede ¡°tocar¡±, como aseguran los primeros visitantes, es posible ya en el antiguo campo de aviaci¨®n de la Guerra Civil espa?ola ubicado en Vilafam¨¦s (Castell¨®n). Un aer¨®dromo convertido ahora, tras un exhaustivo proceso de rehabilitaci¨®n pionero en la Comunidad Valenciana, en un museo al aire libre de 11.000 metros cuadrados. En homenaje a la historia y a los vecinos de este pueblo de 1.800 habitantes que lo levantaron en dos meses. Fue bajo el gobierno de la II Rep¨²blica. En 1937. A ese a?o se remonta el origen, y la leyenda, ahora sacada del olvido, del ¡®442¡¯, el c¨®digo de guerra con el que se conoce a este musealizado aer¨®dromo.
1937. El frente est¨¢ en Arag¨®n y se necesitan nuevos campos de aviaci¨®n para tener cazas m¨¢s cerca de la l¨ªnea de combate y defender la costa mediterr¨¢nea. Vilafam¨¦s (Castell¨®n) era una buena ubicaci¨®n por estar rodeada de cadenas monta?osas y oculta a la vista, y m¨¢xime cuando el aer¨®dromo de la capital de provincia ya estaba se?alado en el mapa por las tropas franquistas. Se convoca un consejo vecinal. Se requisan 150 parcelas de cultivo, se organizan cuadrillas y dos meses despu¨¦s el ¡®442¡¯, est¨¢ operativo.
Lo estuvo un a?o. Desde el de 1 agosto de 1937 al 12 de junio de 1938 en manos republicanas, con bombarderos Katiuska rusos de hasta doce metros de largo sobrevolando el cielo. El 12 junio entran las tropas franquistas y hasta el 28 de julio de 1938 operan aqu¨ª los cazas de la Legi¨®n C¨®ndor de la Alemania nazi. Acaba la guerra. En 1940 los campos vuelven a sus due?os. La superficie del aer¨®dromo ¨Cde un kil¨®metro cuadrado¨C se cubre de almendros y carrascas. Excepto las tres parcelas de aspecto selv¨¢tico tras casi ocho d¨¦cadas de abandono sobre las que se ha levantado este museo abierto los 365 d¨ªas del a?o con el que el ayuntamiento de Vilafam¨¦s ampl¨ªa su reclamo tur¨ªstico.
¡®442¡¯. As¨ª es como se conoce a este campo de aviaci¨®n ¨Cque tiene hasta perfil en Facebook¨C?por estar ubicado en la 4? Regi¨®n, del Sector 4 y por ser el 2? en importancia tras el de Castell¨®n ciudad, explica a EL PA?S el arque¨®logo Jos¨¦ Albelda, de ArqueoCas. La empresa que ha sacado a la luz las estructuras, los 200 metros de trincheras transitables y los polvorines. Tambi¨¦n la torre de telecomunicaciones, las cocinas para el personal, el refugio antia¨¦reo del Estado Mayor capaz de soportar bombas de 200 kilos y leyendas que el paso del tiempo hab¨ªa sepultado en maleza. El objetivo, dice, es devolver a Vilafam¨¦s parte de su patrimonio hist¨®rico y dar una visi¨®n diferente, ¡°pedag¨®gica¡± y ¡°tangible¡± de la contienda. ¡°Nadie recuerda que la guerra se libr¨® tambi¨¦n por aire¡±, apunta. Ahora es posible a trav¨¦s de estos vestigios recuperados. Pisables e interpretables mediante los paneles explicativos en tres idiomas, audiogu¨ªas y c¨®digo QR que acompa?an a cada estructura rehabilitada.
Junto a estos vestigios f¨ªsicos, el aer¨®dromo tambi¨¦n descubre las historias de los personajes que lo transitaron, y sobrevolaron. Como la de Arqu¨ªmedes G¨®mez. Maestro, teniente de aviaci¨®n, jefe de la segunda escuadrilla y piloto de la tercera escuadrilla de Katiuskas del Grupo 24. Fusilado en 1939 en Paterna, con 23 a?os. O Eduardo Claud¨ªn, formado en la URSS, dirigi¨® la primera escuadrilla de Moscas del Grupo 21 de Caza. Muri¨® en servicio en 1938. Vidas y leyendas que se unen a las de muchos otros pilotos, como los alemanes Wolfang Schelmann o Erich Kuhlmann, de la Legi¨®n C¨®ndor.
Patricia y David, una joven pareja de la vecina Vilanova d¡¯Alcolea, explora el aer¨®dromo junto a Tanit, su peque?a de dos a?os, cuyo ¨²nico af¨¢n en ese campo abierto de tierra, carrascas y trincheras es ¡°buscar dinosaurios¡±. Asiduos de recreaciones hist¨®ricas como la de Alca?iz, no quer¨ªan perderse la visita al ¡®442¡¯, al lado de casa. ¡°Nos ha sorprendido la limpieza, la nitidez con la que se ve todo. Es curioso descubrir todo esto, porque no hace tanto tiempo¡¡±, se?alan. A pocos metros, fotografi¨¢ndose junto a la silueta met¨¢lica a tama?o real de un piloto de la Legi¨®n C¨®ndor est¨¢n Mar¨ªa Garc¨ªa (22 a?os), Iv¨¢n For¨¦s (24) y Clara Renau (21). Viven en Vilafam¨¦s y pese a la cercan¨ªa, s¨®lo intu¨ªan por la torre de transformaci¨®n el¨¦ctrica, con servicio de radio, tel¨¦grafo y tel¨¦fono, lo que alberg¨® esta explanada. Clara sab¨ªa algo m¨¢s del ¡®442¡¯ por su abuelo, Emilio Renau, de 101 a?os. No estuvo en el campo, ¡°porque lo reclut¨® el ej¨¦rcito republicano y se lo llev¨® a Madrid, pero me ha contado historias de ¨¦l, como que los jefes dorm¨ªan en las galer¨ªas y los soldados al raso¡±.
De bastante m¨¢s lejos, de Valladolid, llega Alberto Fuertes, miembro de ADAR (Asociaci¨®n de Aviadores de la Rep¨²blica). Recorre el campo y charla con otros apasionados de la historia vestido con un uniforme de ametrallador bombardero de la aviaci¨®n republicana. Junto al caza Polikarpov Y-15 ¡®Chato¡¯ a escala real que luce en la parte del aer¨®dromo con las mejores vistas de Vilafam¨¦s y su castillo. Su afici¨®n le ha tra¨ªdo hasta este rinc¨®n castellonense. Y tambi¨¦n casualidades ¡°afortunadas¡±, como el hecho de que en uno de sus trabajos de investigaci¨®n diera con un documento perteneciente al primer jefe del campo de aviaci¨®n de Vilafam¨¦s. ¡°Se llamaba David Bonilla. Era teniente mec¨¢nico¡±, aclara. Aquello sum¨® puntos para desplazarse a Castell¨®n. ¡°Esto es patrimonio hist¨®rico y la historia hay que ponerla al d¨ªa; este proyecto da la oportunidad de verla de otra forma, de tocarla, desde una ¨®ptica muy pedag¨®gica¡±.
S¨ªguenos en Twitter y en Flipboard
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.