Dos d¨¦cadas de propuestas frustradas para limitar las armas en EE UU
Las iniciativas se han sucedido tras cada masacre sin lograr ninguna soluci¨®n
Estados Unidos ha vuelto a hacer frente al drama inacabable de los tiroteos masivos con decenas de v¨ªctimas. Cada a?o, mueren por armas de fuego en la primera potencia del mundo una media de 34.000 ciudadanos (cifra que incluye los suicidios), cada d¨ªa, 93. Esta vez ha sido en El Paso (Texas), donde 20 personas han muerto y 26 han resultado heridas este s¨¢bado por los disparos de al menos un tirador.
A medida que el pa¨ªs se recupera de cada una de estas pesadillas, pol¨ªticos, ciudadanos, instituciones, medios de comunicaci¨®n y asociaciones de todo tipo reabren el eterno debate sobre c¨®mo regular el acceso y posesi¨®n de armas de fuego, un derecho que protege la segunda enmienda de la Constituci¨®n estadounidense.
Desde la matanza de la escuela de secundaria de Columbine (Colorado), dos de cuyos estudiantes asesinaron a 12 condisc¨ªpulos y un profesor, estos han sido algunos de los momentos clave en el debate y las reticencias pol¨ªticas a aprobar reformas legales que restrinjan la facilidad de comprar y portar armas de fuego:
1999. Por un ¨²nico voto, el Senado aprueba la obligatoriedad de que las armas fabricadas a partir de ese a?o en adelante deban disponer de mejores seguros en los gatillos. La ley, aprobada con mucha divisi¨®n tan solo un mes despu¨¦s de la matanza de Columbine, tambi¨¦n reforz¨® los requisitos necesarios para comprar un arma en ferias de armamento.
2004. El Congreso rechaza renovar la ley que prohib¨ªa la venta de armas militares, incluidas las semiautom¨¢ticas, al p¨²blico. Durante el periodo en el que estuvo vigente esa norma (entre 1994 y 2014), aprobada por el Gobierno del dem¨®crata Bill Clinton, descendieron las muertes por armas de fuego. El AR-15 figuraba entre las armas prohibidas con esa legislaci¨®n.
2008. El Tribunal Supremo falla por primera vez a favor ¡ªcinco votos a cuatro¡ª de reconocer que la segunda enmienda permite el derecho de los ciudadanos a portar armas. Pese a que durante a?os el silencio de los magistrados de la m¨¢s alta instituci¨®n judicial del pa¨ªs hab¨ªa sido interpretado como un aval a ese derecho, solo entonces se reconoci¨® de forma expl¨ªcita. Ese mismo a?o, el presidente republicano George W. Bush firma una ley que exige una investigaci¨®n previa para comprobar si el comprador de un arma ha sido diagnosticado de alguna enfermedad mental. Sin embargo, esta norma no tiene en cuenta que muchos atacantes, pese a sufrir enfermedades de ese tipo, no han sido tratados.
2012. Tras la masacre de Newtown (Connecticut), en la que murieron 20 escolares de primaria, los l¨ªderes del Partido Dem¨®crata apuestan con fuerza por regular la compra de armas. Ped¨ªan mayores controles y requisitos, como ex¨¢menes psicol¨®gicos o el repaso detallado del historial delictivo del comprador. Los esfuerzos fueron rechazados por la C¨¢mara de Representantes, donde los republicanos ten¨ªan entonces mayor¨ªa. Tras su oposici¨®n se encontraba, y se sigue encontrando, el todopoderoso lobby de la Asociaci¨®n Nacional del Rifle, que financia campa?as y contribuye a las iniciativas de un buen n¨²mero de parlamentarios conservadores a cambio de su defensa de la segunda enmienda. ¡°La ¨²nica cosa que frena a un hombre malo con un arma es un hombre bueno con otro arma¡±, defendi¨®.
2017. Una semana despu¨¦s de la matanza de Las Vegas, la senadora dem¨®crata Dianne Feinstein present¨® un proyecto de ley para prohibir la venta de armas hasta que no se haya completado la revisi¨®n del historial del comprador. Actualmente, si esta investigaci¨®n tarda m¨¢s de 72 horas, los establecimientos tienen permitido vender el arma, aunque no hayan finalizado las pesquisas.
2018. Estados Unidos asisti¨® asombrado en marzo del a?o pasado al poderoso clamor contra las armas de las marchas multitudinarias en todo el pa¨ªs. El activismo en¨¦rgico y desacomplejado de los j¨®venes de la escuela de Parkland (Florida), atacada en febrero, con 14 estudiantes y tres alumnos muertos, logr¨® sacar a las calles a una masa diversa en edad, raza y valores. El movimiento contra la epidemia de violencia armada consigui¨® su mayor movilizaci¨®n en a?os y, sobre todo, no lo hizo liderado por pol¨ªticos u organizaciones de presi¨®n consolidadas desde hace tiempo.
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