El misterio del regreso de la hero¨ªna
Mientras la Polic¨ªa da la voz de alarma y algunos barrios viven castigados por esta droga, los datos y los expertos afirman que no ha aumentado el consumo. ?Por qu¨¦, c¨ªclicamente, la hero¨ªna amenaza con volver?
En San Diego, un barrio de Madrid que parece anclado en los 80, el due?o del bar Clarisol se?ala algo oculto bajo el mostrador: ¡°Esto es insoportable. Solo en esta manzana hay cuatro pisos en los que se vende hero¨ªna. Me amenazan a diario y he tenido que traerme la escopeta de caza. Aqu¨ª la tengo¡±. En el coraz¨®n del Raval, el viejo barrio chino de Barcelona, Emili cuenta que en su peluquer¨ªa ¡ªsituada bajo un edificio que ya se conoce como ¡°el portaviones de la droga¡±¡ª no hay un d¨ªa que no entre un heroin¨®mano buscando dinero para comprar una dosis en alguno de los 70 narcopisos de la zona: ¡°La semana pasada me robaron mis dos perros. Y otro d¨ªa entr¨® un joven con un cuchillo clavado en la espalda. Ni se hab¨ªa enterado de que lo llevaba, se lo tuve que decir yo¡±.
Desde hace meses, los medios de comunicaci¨®n informan de forma recurrente de un supuesto repunte en el consumo de hero¨ªna en Espa?a y de la desesperaci¨®n de los vecinos ante una plaga que cre¨ªan extinguida. Y, sin embargo, no hay datos que lo avalen. Solo indicios. Muy preocupantes, pero solo indicios.
La hero¨ªna se ha convertido en un enigma. Los vecinos est¨¢n preocupados y la polic¨ªa admite que cada vez llegan alijos m¨¢s grandes procedentes de Afganist¨¢n ¡ªdonde el pasado a?o se bati¨® un nuevo r¨¦cord en la producci¨®n de opio¡ª, pero las estad¨ªsticas insisten en zanjar el debate. Los datos oficiales descartan que el consumo de hero¨ªna haya aumentado en los ¨²ltimos a?os en Espa?a.
La Encuesta sobre Alcohol y Drogas, elaborada por el Ministerio de Sanidad, se?ala que la hero¨ªna se mantiene estable: en el a?o 1995 un 0,8% de la poblaci¨®n hab¨ªa consumido esta sustancia alguna vez en la vida. Diez a?os despu¨¦s, en 2005, el porcentaje fue del 0,7% y en 2015, el 0,6%. ¡°Se trata de n¨²meros residuales. Apenas ha habido alteraci¨®n en el consumo de hero¨ªna en los ¨²ltimos 20 a?os¡±, explica Ignacio Calder¨®n, gerente de la Fundaci¨®n de Ayuda contra la Drogadicci¨®n (FAD).
Tampoco parece existir un repunte en el resto de Europa. Seg¨²n Andrew Cunningham, portavoz del Observatorio Europeo para las Drogas y la Adicci¨®n (EMCDDA seg¨²n sus siglas en ingl¨¦s), los datos que maneja el organismo europeo no registran ning¨²n aumento significativo del consumo en ning¨²n pa¨ªs de la Uni¨®n. Ni siquiera en aquellos donde, ¨²ltimamente, se ha puesto el foco medi¨¢tico por un supuesto crecimiento del consumo, como son Reino Unido o Portugal. Si acaso, lo que los datos indican es que la hero¨ªna no ha vuelto porque nunca se fue.
¡°El da?o que caus¨® la hero¨ªna mantiene en alerta a la sociedad y cualquier noticia que insin¨²e un repunte dispara las alarmas. Pero no existe tal repunte¡±
Entonces, ?por qu¨¦ existe de nuevo la percepci¨®n de que se est¨¢ produciendo un repunte de la hero¨ªna? Seg¨²n David Pere Mart¨ªnez, psic¨®logo social y coordinador de la Unitat Pol¨ªtiques de Drogues de la Universitat Aut¨°noma de Barcelona, el fantasma del regreso de la hero¨ªna aparece de forma c¨ªclica, ¡°pero nunca sustentado por los datos¡±. Dice que en parte se debe ¡°al miedo at¨¢vico¡± que la sociedad espa?ola tiene a una droga de tan dram¨¢tico recuerdo: ¡°El da?o que caus¨® mantiene en alerta a la sociedad y cualquier noticia en este sentido dispara las alarmas¡±. Ignacio Calder¨®n, el gerente de la Fundaci¨®n de Ayuda a la Drogadicci¨®n, coincide en el argumento: ¡°La hero¨ªna es la droga por excelencia, la que representa todos los males¡±.
Los vecinos del Raval no creen que se trate de un problema virtual precisamente, e invitan a una especie de narcotour por unas calles que se han convertido en un parque tem¨¢tico de la degradaci¨®n. Se calcula que funcionan unos 70 narcopisos, inmuebles ocupados en los que se vende y se consume hero¨ªna. Su presencia ha convertido la zona sur del barrio es un desfile de drogodependientes. Nada m¨¢s llegar a la calle Roig, un joven dormido en un portal murmura algo incomprensible bajo un gorro de lana. ¡°Siempre hay alguien durmiendo. Un d¨ªa sal¨ª de mi portal y hab¨ªa seis colchones en fila en plena calle con adictos durmiendo sobre ellos¡±, cuenta Carlos Gonz¨¢lez, portavoz de la asociaci¨®n RPR (las iniciales de las calles Robadors, Picalquers y Roig) del Raval.
?Carlos vive junto al n¨²mero 22 de la calle Roig, un bloque de tres alturas bautizado como ¡°el portaviones de la droga¡±. ¡°Hasta hace unos d¨ªas, en este bloque hab¨ªa tres narcopisos y una sala para inyectarse¡±, detalla Carlos. ¡°La Polic¨ªa nos dijo que por aqu¨ª pasaban 200 personas cada hora y media. Ve¨ªamos entrar de todo, desde drogodependientes a turistas pasando por ejecutivos de traje. Hace unas semanas me encontr¨¦ en mi portal a dos ni?as peque?as. Las hab¨ªa dejado esperando su padre mientras iba a comprar hero¨ªna¡±.
?A las afueras de Barcelona, los vecinos del barrio de La Mina tambi¨¦n conviven desde hace a?os con la hero¨ªna. Aqu¨ª funciona un centro de reducci¨®n de da?os llamado El Local y dependiente de la Generalitat. Cada d¨ªa, un centenar de drogodependientes acude para inyectarse hero¨ªna bajo vigilancia sanitaria. Noem¨ª Gonz¨¢lez, la coordinadora del centro, explica que en La Mina se vende hero¨ªna desde hace d¨¦cadas y que la funci¨®n de El Local es ofrecer ¡°higiene, asesoramiento y material sanitario para evitar enfermedades, sobredosis y conflictos vecinales¡±. A las 10 de la ma?ana del jueves, un numeroso grupo de adictos entra en la instalaci¨®n con las dosis reci¨¦n compradas, se sienta en unas mesas de aluminio y, con un kit esterilizado ofrecido por el centro se inyecta la droga, en algunos casos con la asistencia de un enfermero. Despu¨¦s, todo el material es depositado en un cubo de deshechos sanitarios. ¡°Nosotros tampoco hemos notado que aqu¨ª haya m¨¢s consumidores¡±, explica Noem¨ª, ¡°el n¨²mero se mantiene estable desde hace a?os. Lo que sucede es que, al tener condiciones sanitarias mucho mejores, la degradaci¨®n de la salud es mucho m¨¢s lenta¡±. Vienen muchos m¨¢s hombres que mujeres y el perfil sigue siendo el de personas en situaci¨®n de marginalidad, aunque con mucha m¨¢s consciencia e informaci¨®n con respecto a su adicci¨®n de la que se dispon¨ªa a?os atr¨¢s.
Desde el punto de vista policial, la Brigada Central de Estupefacientes de la Polic¨ªa Nacional se encarga del combate a gran escala. Los agentes que desde hace a?os luchan contra el tr¨¢fico de hero¨ªna ¡ªcon notable ¨¦xito, pese a la escasa colaboraci¨®n de Holanda, el pa¨ªs que sigue siendo el centro log¨ªstico de esta sustancia¡ª disponen de datos que no invitan al optimismo. Adem¨¢s del efecto contagio ¡ªel consumo de droga es una moda, y las modas suelen llegar de Estados Unidos, donde en 2016 murieron 35.000 personas por sobredosis y en 2017 la cifra ascendi¨® hasta los 60.000¡ª, hay otros factores muy preocupantes.
Para empezar, la producci¨®n de opio en Afganist¨¢n alcanz¨® en 2017 un nuevo r¨¦cord: m¨¢s de 9.000 toneladas. La proporci¨®n para que el opio se convierta en hero¨ªna es 10-1-1-1. Por cada 10 kilos de opio se obtiene un kilo de morfina, que para convertirse en un kilo de hero¨ªna necesita ser tratada con un litro de anh¨ªdrido ac¨¦tico. Esto quiere decir que, en 2017, Afganist¨¢n produjo el opio suficiente para abastecer el mercado mundial con unas 900 toneladas de hero¨ªna de gran pureza. De esa hero¨ªna, cuyo precio alcanza los 27.000 euros el kilo, se pueden obtener hasta ocho o 10 kilos de hero¨ªna adulterada.
¡°Si tenemos en cuenta¡±, explica un alto mando de la lucha contra la droga, ¡°que Espa?a es un pa¨ªs de destino, que la hero¨ªna llega para ser distribuida de forma inmediata, y que las aprehensiones de los ¨²ltimos a?os son cada vez mayores, la conclusi¨®n no puede ser otra: el consumo est¨¢ aumentado¡±. Hasta hace unos a?os, la polic¨ªa se sol¨ªa incautar de alijos peque?os, de entre uno y cuatro kilos. Las ¨²ltimas aprehensiones practicadas por las distintas secciones antidroga de la Polic¨ªa Nacional han sido de 26, 60, otros 60 y 32, sin contar los 330 kilos interceptados el pasado mes de noviembre en el puerto de Barcelona. ¡°Si se tiene en cuenta adem¨¢s¡±, explica el veterano agente, ¡°que cada vez llega m¨¢s droga y que, pese a ello, los precios no bajan, est¨¢ claro que hay mayor consumo¡±. El enigma sigue sin resolverse. ?Qui¨¦n consume esa droga? ?Los viejos heroin¨®manos ¡ªapuntalados en un sistema de salud eficaz que en EE UU no existe¡ª o nuevos consumidores a¨²n no detectados por los radares oficiales? Hay una pista que llega desde Bilbao.
"Si tenemos en cuenta -dice la Polic¨ªa- que Espa?a es un pa¨ªs de destino y que las aprehensiones de los ¨²ltimos a?os son cada vez mayores, la conclusi¨®n no puede ser otra: el consumo est¨¢ aumentado¡±
?La labor de contenci¨®n de los peque?os traficantes corresponde en muchas ocasiones a las polic¨ªas locales. El jefe de la Inspecci¨®n Antidroga de la Polic¨ªa Municipal asegura que el consumo de hero¨ªna sigue estable de unos a?os para ac¨¢. ¡°No sube, pero tampoco baja¡±, explica, ¡°lo que s¨ª ha cambiado radicalmente con respecto a los a?os noventa es la forma de consumo y el perfil de los adictos. Entonces se consum¨ªa inyectada y muchas veces compartiendo la jeringuilla, lo que provoc¨® una gran mortandad [debido al contagio del virus VIH y de hepatitis]. Ahora se consume sobre todo fumada, que en realidad es inhalada. Depositan la dosis de droga en un trozo de papel de plata que calientan con un mechero e inhalan el humo que desprende. El efecto llega inmediatamente al cerebro¡±.
El mando policial aporta un dato importante: ¡°Est¨¢ cambiado el perfil del consumidor¡±. Ya no se trata s¨®lo de aquel yonqui t¨ªpico, cadav¨¦rico, sin dientes, tirado en un portal junto a los restos de la ¨²ltima dosis. ¡°No s¨¦ cu¨¢ntos adictos a la hero¨ªna hay en Bilbao y su zona de influencia¡±, asegura el jefe de la Inspecci¨®n Antidroga, ¡°pero si hubiese 10.000, solo 25 o 30 responden a aquel perfil de los 80 y 90, j¨®venes que llegaron a la hero¨ªna a trav¨¦s de otras drogas y que no supieron, hasta que ya era irremediable, los efectos de una droga que se llev¨® por delante a una generaci¨®n.
El nuevo consumidor es una persona de m¨¢s edad, con trabajo y que hasta cierto punto sabe lo que est¨¢ tomando¡±. En palabras del jefe policial de Bilbao, la situaci¨®n es preocupante, pero no alarmante. Al hecho de que la alerta social sea menor contribuye que aquellos delitos relacionados habitualmente con el consumo de hero¨ªna ¡ªasaltos a punta de navaja, hurtos en el interior de veh¨ªculos, atracos a farmacias¡¡ª no hayan aumentado.
Desde los distintos cuerpos policiales que luchan contra el tr¨¢fico de estupefacientes se observa el panorama con mucha preocupaci¨®n. Los agentes m¨¢s veteranos, tipos duros, curtidos en mil batallas contra los m¨¢s malos de cada casa, aquellos que no necesitan ensuciarse las manos para llenar de veneno las calles, temen que lo peor est¨¦ por venir. Dicen que, si no se toma conciencia real del problema, las calles de las principales ciudades pueden volver a vivir el infierno de la hero¨ªna. La advertencia ya se ha escuchado antes, casi cada a?o, pese a que los datos siguen mostrando que el consumo contin¨²a estable, con porcentajes muy bajos. ¡°Pero la amenaza existe¡±, reiteran, y a?aden: ¡°Que esa amenaza se haga realidad o no depende de una cuesti¨®n: ?nos la vamos a tomar en serio?¡±.
"Llevo 30 a?os consumiendo y no puedo dejarlo"
¡°En mi caso empec¨¦ tarde. A los 17 a?os prob¨¦ la hero¨ªna. Digo tarde porque resist¨ª varios a?os sin hacerlo: con 14 todos mis colegas se estaban metiendo ya¡±. Pedro no es su nombre real. Tampoco su rostro se revela. Naci¨® y creci¨® en el madrile?o barrio de Usera.
¡°La primera vez la inhal¨¦, con un amigo. Fue una experiencia maravillosa, un coloc¨®n de paz y placer. La segunda vez ya me pinch¨¦¡±. Era 1988 o 1989, no recuerda exactamente. ¡°Desde entonces nunca la he dejado. No puedo. Ni me lo planteo¡±.
S¨ª ha conseguido Pedro controlar la forma de drogarse. ¡°Me inyecto dos veces al d¨ªa. He conseguido que, con esas dos veces, sea suficiente. Pero como me pase la hora, me vuelvo loco. Me inyecto por las ma?anas y cada noche¡±.
No siempre fue tan sencillo de explicar. Pedro tiene ahora 47 a?os y recuerda en lo que se convirti¨® su vida cuando acababa de cumplir 20. ¡°No exist¨ªa nada en la vida que no fuera el siguiente chute. Me llegu¨¦ a inyectar en el escroto. Y cada vez necesitas m¨¢s y todo lo que no sea estar colocado es perder el tempo. Entonces la hero¨ªna era mejor, ahora es una mierda¡±.
Es portador de VIH y hepatitis. Trabaja con un contrato parcial y su salud es precaria. ¡°Estoy muy flaco y tengo problemas en la boca, llagas y esas cosas. ?Dejarlo? Se te pasa por la cabeza, pero es que no puedo. No me merece la pena el sufrimiento del monazo¡±.
Pedro opina que la hero¨ªna est¨¢ volviendo a las calles en mayor medida. ¡°Yo s¨ª creo que hay m¨¢s. Hay m¨¢s cantidad. No es lo de los a?os 80, claro, porque hay m¨¢s controles y eso. Pero yo creo que s¨ª est¨¢ creciendo¡±.
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