El secuestro de los ¡°indepes¡±
Torrent ha acabado proponiendo como president a Jordi S¨¤nchez, a sabiendas de que no cuenta con el n¨²mero de apoyos indispensables
El presidente del Parlament, Roger Torrent, ha acabado proponiendo como president de la Generalitat al activista preso Jordi S¨¤nchez, a sabiendas de que no cuenta con el n¨²mero de apoyos indispensables, porque la CUP no le votar¨¢.
Con esta nueva p¨¦rdida de tiempo, Torrent se asegura de que su partido, Esquerra, no ser¨¢ acusado por la lista Puigdemont de boicotear un candidato de la postconvergencia, dada la primogenitura electoral de esta. Y sobre todo, externaliza sus responsabilidades al juez Llarena (a ver si los represores caen en el cebo de pisotear sus derechos y prohibir que salga de la c¨¢rcel un d¨ªa); y a la propia CUP: para visualizar que esta es la que rompe los juguetes nuevos.
Todo eso llega tras m¨²ltiples vaivenes de sin par madurez en la que parece ahora realista Esquerra: primero, que lo de S¨¤nchez no val¨ªa porque si la precandidatura de Puigdemont se sosten¨ªa en la l¨®gica de ¡°restituir al Govern leg¨ªtimo¡±, lo normal era candidatar al exvicepresidente Oriol Junqueras, tambi¨¦n preso. Luego, que si la CUP aceptaba a S¨¤nchez, Esquerra tambi¨¦n. Al cabo, la CUP declina y ellos no.
?Y este es el cargo (¨²nico) ¡°pragm¨¢tico¡±! El bueno de Torrent es, en s¨ª mismo, un vaiv¨¦n. Primero prometi¨® una presidencia desde el primer minuto. Luego escribi¨® (bien) a Mariano Rajoy para pedirle una entrevista (mejor) en la que hablar¨ªan de la excarcelaci¨®n de los presos (iluso). Enseguida fragu¨® maniobras dilatorias para que el expresidente fugado digiriese que no volver¨¢ a serlo. Al cabo, se neg¨® a tramitar su ilegalizada candidatura. Entre medio confundi¨® el protocolo del Colegio de Abogados con la exaltaci¨®n vindicativa del Fossar de les Moreres.
Como colof¨®n, propulsa a S¨¤nchez, sabiendo que no ser¨¢ efectivo ni desde el primer minuto ni desde ninguno.
Las contradicciones de Torrent son una ilustraci¨®n personal de un hecho pol¨ªtico m¨¢s general, tan evidente que apenas nadie lo asume ¨Canalistas incluidos--: el bloque independentista no existe. Existe, eso s¨ª, un ¨¢rea de grupos separatistas, pero sin cohesi¨®n. No pueden lo m¨¢s f¨¢cil (acordar un aspirante a la presidencia), apenas lo intermedio (qui¨¦nes le acompa?ar¨¢n en las poltronas). Y de ninguna manera lo m¨¢s importante, establecer un programa: el retorno a un plan dentro de la legalidad que pregonan los de ERC (y parte del PdeCat) choca frontalmente con la estrategia rupturista-bis de las dos CUP¡¯s, la propiamente dicha y la del grupo ¨ªntimo de Puigdemont.
En el pasado, el ¨¢rea indepe alcanz¨® la categor¨ªa de bloque porque lograron las tres cosas, pero al precio de triturar la legalidad, y pues, de abocarse a la prisi¨®n o a la fuga. Y aunque se intu¨ªa que el inter¨¦s de la supervivencia, presupuestos y prebendas, bastar¨ªa para revitalizarlo, de momento no es as¨ª. Quiz¨¢ se necesitar¨¢ agotar m¨¢s (?!) paciencias.
Ocurre que en una din¨¢mica radicalizada y polarizada, las posturas extremas secuestran a las intermedias, f¨¢cilmente caricaturizables de traidoras, d¨¦biles o entreguistas. Lo sabemos desde que la minor¨ªa bolchevique arrincon¨® a la mayor¨ªa menchevique. Incluso de antes: desde que los jacobinos aplastaron a los girondinos.
En estos pulsos, zigzagueos y zancadillas, todo es mutante. Mudan las apariencias y cambian las chaquetas. El responsable era ayer (25 de octubre) Puigdemont, que quiso y no os¨® convocar elecciones auton¨®micas e impedir el 155; la radical era Esquerra, que lo impidi¨® hasta con lloriqueos b¨ªblicos. Las posiciones se invierten en un santiam¨¦n, cu¨¢nta acumulaci¨®n de credibilidad.
Muda tanto todo que se modifican sin embozo las afirmaciones m¨¢s enf¨¢ticas y heroicas del pasado recent¨ªsimo. As¨ª como nunca hubo franquistas (sic) parece que nunca hubo indepes unilateralistas: todo era, juran, simb¨®lico, ay, menudas bromas dispensaban a las v¨ªctimas de Juan Ignacio Zoido el 1-O. Y si bien la buena gente comprende el instinto de supervivencia desde una perspectiva humana ¡ªen un pa¨ªs que se ha dedicado casi siempre a sobrevivir¡ª, los efectos pol¨ªticos de tanto arrepentimiento inexplicado acaban siendo devastadores en la Opini¨®n. Quiz¨¢ no para la trayectoria judicial de los incriminados. Pero incluso en la pol¨ªtica. Claro que la soterrada burla cupera del ¡°pentimento¡± general topa con un l¨ªmite: esta muchachada impulsa a los dem¨¢s a las rejas, pero ella se queda en casa, al calorcito del fuego y la cretona, o se larga a esquiar a Suiza, ese para¨ªso.
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