¡°He tirado mi vida por una mentira¡±
Un hombre a quien se diagnostic¨® por error hace 18 a?os que era portador de VIH lamenta haberlo perdido todo
¡°No s¨¦ c¨®mo podr¨¦ empezar de nuevo¡±. Daniel (nombre ficticio), recibi¨® en 2015, en la prisi¨®n pontevedresa de A Lama, la noticia de su estupendo estado de salud. 15 a?os antes hab¨ªa sido diagnosticado, err¨®neamente, como portador del VIH y hepatitis b, enfermedades que asumi¨® como reales y por las que fue repudiado por su familia, lo que le llev¨® a la delincuencia y a la c¨¢rcel.
Tres a?os despu¨¦s, Daniel ha recibido en la misma prisi¨®n la noticia de que la justicia ha condenado al hospital Povisa de Vigo a indemnizarlo con 60.000 euros (4.000 euros por a?o de diagn¨®stico err¨®neo). No le ha parece suficiente para tanto sufrimiento. No podr¨¢ volver atr¨¢s. No podr¨¢ recuperar todo lo que ha perdido. ¡°Le dio mucha tristeza que su madre hubiese fallecido sin saber que no estaba infectado¡±, aseguran fuentes de su entorno, que ahora transmiten su convencimiento de que, pr¨®ximo a la cincuentena, no encontrar¨¢ ya un empleo. ¡°Hubiera tenido m¨¢s hijos¡±.
Su viacrucis ¡ªy el de sus familiares¡ª comenz¨® un d¨ªa de 2000 cuando su hermano abri¨® la carta que lleg¨® a la casa familiar con remite del hospital vigu¨¦s despu¨¦s de que Daniel hubiese sido atendido por un corte en una pierna provocado por una ca¨ªda accidental en la calle. Junto al diagn¨®stico de la herida figuraba otro como un mazazo: le atribu¨ªa infecciones por ¡°VIH, VHB, VHC y ADVP¡±.
El hermano se lo comunic¨® a la mujer de Daniel y ¨¦sta se vino abajo. ¡°Hubo una gran p¨¦rdida de confianza, porque ella sospechaba que si estaba infectado y no consum¨ªa, no le habr¨ªa sido fiel¡±. El matrimonio, que ten¨ªa una hija de 10 a?os, se hizo a?icos. Por si esto fuera poco, su mujer le prohibi¨® todo contacto con la ni?a por temor al contagio y su madre ¡°iba limpiando con lej¨ªa las partes de la casa por las que ¨¦l pasaba¡±, aseguran las mismas fuentes. ?l abandon¨® el empleo, recay¨® en las drogas y acab¨® cometiendo peque?os delitos que lo han llevado y tra¨ªdo de la c¨¢rcel.
Nadie lo tuvo f¨¢cil. Su hija padeci¨® el escarnio de algunos compa?eros de colegio: la insultaban. Solo la hermana, de apenas 20 a?os, se mantuvo a su lado todo este tiempo. Es pr¨¢cticamente la ¨²nica persona con la que cuenta para enderezar su vida. La de ambos, porque ella, ¡°que lo admiraba¡±, ha pasado tambi¨¦n su propio calvario.
Durante todos estos a?os de exclusi¨®n (ha perdido todo contacto con su hija y no conoce al nieto que ha tenido) y depresiones que lo llevaron a intentar acabar tres veces con su vida, Daniel se mantuvo firme en la creencia de que era imposible que estuviese infectado. No obstante, cada vez que acud¨ªa por cualquier cuesti¨®n de salud al hospital Povisa, all¨ª se manten¨ªan como una daga sobre su cabeza la retah¨ªla de las siglas que enumeraban su desgracia.
¡°Siempre se ha negado a asumir que era portador del VIH¡± explica su letrada, Noem¨ª Mart¨ªnez. Curiosamente, solo cuando en 2015 acept¨® por fin que estaba infectado y que deb¨ªa vivir con ello, fue cuando la vida dio otro quiebro: se constat¨® que nunca lo hab¨ªa estado. Cuando asumi¨® el diagn¨®stico y se dispuso a vivir con ¨¦l, su abogada lo anim¨® ¡°para que pidiera las ayudas sociales que hay para estos casos¡±. En ese momento, la asistente social de la prisi¨®n orden¨® hacer la anal¨ªtica para confirmar las infecciones y el resultado no arroj¨® la m¨ªnima duda: no hab¨ªa rastro de ellas.
Su recuperaci¨®n ser¨¢ lenta. ¡°He tirado mi vida por una mentira¡±, ha comentado a su entorno asegurando que se ha sentido ¡°un despojo¡± durante estos a?os de p¨¦rdidas vitales y de idas y venidas a la c¨¢rcel en donde ha visto morir a compa?eros de las mismas infecciones que a ¨¦l le hab¨ªan diagnosticado y en donde llegaron a aplicarle el protocolo antisuicidio en varias ocasiones. Saldr¨¢ en breve. Lo esperan dos hermanas para ayudarlo a reiniciar una nueva vida. Otra: la tercera.
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