La lecci¨®n de ¡®Las mentiras de Guardiola¡¯
El exentrenador del Barcelona ha asumido, abiertamente, la misi¨®n de propagandista internacional del 'proc¨¦s', y semana tras semana difunde consignas con el altavoz formidable de la Premier
Hay una estratagema l¨®gica recurrente, la falacia del cambio de agujas, para los brit¨¢nicos falacia del arenque ahumado: se trata de una maniobra de distracci¨®n para sacar el debate de la pista central, y llevarlo a una pista paralela, a menudo irrelevante. Se la conoce as¨ª porque se usaban arenques para despistar a los perros de caza en el entrenamiento. Es lo sucedido, por ejemplo, el 1-0. Los independentistas focalizaron todo en las cargas policiales, obviando la ilegalidad de la cita, el trilerismo con el TC, el montaje chapucero de las urnas, la descarada complicidad de los mossos... Todo eso se silenciaba y all¨ª lo sucedido fue, sin m¨¢s, un ataque policial gratuito y b¨¢rbaro. Los indepes se manejan bien ah¨ª. Y se ha comprobado estos d¨ªas, una vez m¨¢s, con un art¨ªculo del arriba firmante titulado Las mentiras de Guardiola y otras mentiras. La tesis era clara: el exentrenador del Barcelona ha asumido, abiertamente, la misi¨®n de propagandista internacional del proc¨¦s, y semana tras semana difunde consignas con el altavoz formidable de la Premier; y de hecho se mencionaba su ¨²ltimo mensaje de "seis millones han hecho todo de forma pac¨ªfica, del presidente Puigdemont al ¨²ltimo". Tres ideas, y las tres falsas. Pues bien, la reacci¨®n ha sido ignorar las mentiras y poner el grito en el cielo porque en el ¨²ltimo p¨¢rrafo se hac¨ªa una analog¨ªa como propagandista pertinaz con el juego de palabras algo rampl¨®n de Goebbelsdiola.
La frase por supuesto no calificaba a Guardiola de nazi (?valiente bobada!) sino que alude a su condici¨®n de propagandista decidido a repetir mil veces las consignas, rueda de prensa tras rueda de prensa, hasta que parezcan ciertas. La analog¨ªa hist¨®rica es, de hecho, una t¨¦cnica habitual. Comparar a alguien con la actitud de Ner¨®n mientras ard¨ªa Roma, o con Enrique IV asumiendo que Par¨ªs bien vale una misa, o con el Cid ganando batallas despu¨¦s de muerto... no equipara personajes, sino actitudes o tesituras. Quien est¨¦ libre de haber hecho analog¨ªas hist¨®ricas, que tire la primera piedra. Por dem¨¢s, como sostiene la Ley de Godwin, "a medida que una discusi¨®n se alarga, la probabilidad de que aparezca una comparaci¨®n con los nazis tiende a uno". Pero todo esto es obvio; sencillamente la reacci¨®n hist¨¦rica con Goebbelsdiola era un arenque ahumado para desviar la atenci¨®n de las mentiras. Nadie, en miles de ataques desde las redes, cuestionaba la tesis del art¨ªculo. Ninguno aportaba un solo contraargumento. En cambio, todos se rasgaban las vestiduras escandalizados. Alg¨²n periodista catal¨¢n s¨ª lleg¨® a decir: "es un dios cul¨¦". Tal vez eso explique que se le rinda fe, y no la raz¨®n.
Lo interesante del episodio va, desde luego, m¨¢s all¨¢ de Guardiola. Quienes claman "?Comparar con Goebbels! ?Nos llaman nazis!" con teatralidad impostada, son los mismos que, d¨ªa tras d¨ªa, hablan de la Espa?a del siglo XXI identific¨¢ndola con otro r¨¦gimen totalitario de pasado sangriento como el franquismo. Son los que comparan al l¨ªder de Ciudadanos con Jos¨¦ Antonio, o llaman Brunete Medi¨¢tica a los medios de Madrid. Proyectar Espa?a en el exterior como Francoland ha sido una estrategia central. Puigdemont alude al franquismo en su mensaje a la ONU, y en Dinamarca dijo "La sombra del franquismo es alargada...". Rufi¨¢n va m¨¢s all¨¢, y remata "Queremos el pa¨ªs que nos robaron hace 80 a?os". En las tertulias de TV3 cada d¨ªa hay qui¨¦n exclame: "?Quieren hacer papilla a los catalanes, son unos franquistas!". O sea, ellos se regalan barra libre para hacer comparaciones, pero, ah, ?con Catalu?a ni una broma! Ah¨ª se ponen exquisitos, con un cinismo marca de la casa. Este episodio anecd¨®tico, en fin, ciertamente proporciona una buena lecci¨®n de la t¨¦cnica y la ¨¦tica de la propaganda procesista.
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