¡°Hay una cosa gorda que tienes que ver¡±
Dos periodistas que cubrieron para EL PA?S hace 20 a?os la cat¨¢strofe de Aznalc¨®llar recuerdan qu¨¦ se encontraron al llegar
Este mi¨¦rcoles se cumplen 20 a?os de uno de los peores desastres medioambientales que ha sufrido Espa?a: la rotura de la balsa de residuos t¨®xicos de la mina de Aznalc¨®llar (Sevilla), que contamin¨® el cauce del r¨ªo Guadiamar y amenaz¨® el parque de Do?ana. Dos d¨¦cadas despu¨¦s, Jorge A. Rodr¨ªguez (redactor entonces de la delegaci¨®n de Andaluc¨ªa de EL P?IS) y Pablo Juli¨¢ (entonces responsable de fotograf¨ªa en esa delegaci¨®n) recuerdan qu¨¦ se encontraron al llegar al lugar de la cat¨¢strofe.
Jorge A. Rodr¨ªguez
¨CBaja r¨¢pido, hay una cosa gorda que tienes que ver.
La voz conocida de un amigo de la Guardia Civil que sonaba al otro lado del tel¨¦fono de casa era imperativa. "Es gordo, gordo-gordo, sobre todo por las consecuencias ecol¨®gicas. Estaba haciendo tiempo para no despertarte muy temprano". Eran algo m¨¢s de la seis de la ma?ana. El destino era Aznalc¨®llar. Y s¨ª: la cosa era gorda de verdad.
Un patrol de la Guardia Civil me esperaba para que lo siguiera. Desde Sevilla capital apenas son 50 kil¨®metros. Llegamos en nada, con la noche a¨²n cerrada. Hab¨ªa guardias civiles por todas partes. El amanecer mostr¨® el desastre: el muro de escollera de la presa donde la mina de pirita que explotaba la empresa Bolid¨¦n almacenaba millones de toneladas de agua ¨¢cida y residuos t¨®xicos se hab¨ªa hundido. Por la brecha se hab¨ªa desparramado una inmensa masa de lodo formado por metales pesados y otros minerales contaminantes (ars¨¦nico, cromo, mercurio, cobalto, cobre¡).
ESPECIAL
EL DESASTRE DE AZNALC?LLAR: CUANDO EL QUE CONTAMINA NO PAGA
Curiosamente, la imagen era bella, sublime, si no fuera por lo que el desastre tra¨ªa consigo: la brecha por la que surg¨ªa agua, las rocas (las margas) de tonalidad azulada del subsuelo que hab¨ªan aflorado con el hundimiento, los camiones amarillos vertiendo rocas para sellar el boquete de 50 metros en el muro, la arboleda semicolmatada, las tonalidades irisadas (azul, naranja, verde, negro¡) del lodo que levantaba el sol radiante del alba, el r¨ªo ah¨ª al lado distribuyendo el vertido...
¨C?Y todo esto, ad¨®nde va?, pregunt¨¦
¨CVa para el parque de Do?ana. Si entra, el desastre puede ser brutal, contest¨® el amigo del instituto armado.
Volvimos al coche a seguir el vertido lo m¨¢s pr¨®ximo posible al r¨ªo Guadiamar, por el que corr¨ªan las aguas y lodos t¨®xicos: un frente que en algunos lugares tuvo 500 metros de ancho y hasta medio metro de altura. Par¨¦ en el vado del Quema, el de la romer¨ªa del Roc¨ªo. Un horror negro. La ola contaminante no paraba. Enfilaba Do?ana.
Pero a esas horas, en Villamanrique de la Condesa hab¨ªa zafarrancho de combate. Los arroceros se hab¨ªan puesto en marcha para proteger sus cultivos y poner barreras de tierra para desviar la oleada t¨®xica. Tractores, excavadoras, gente a pie con azadas constru¨ªa diques, muros de tierra, motas¡ Todo para cerrar el canal (de Aguas M¨ªnimas se llamaba) hacia el Guadalquivir. Lo pararon, pero 4.000 hect¨¢reas de cultivos quedaron anegadas.
Todo esto ten¨ªa que fotografiarlo alguien. "Pablo, hay un movid¨®n en Aznalc¨®llar¡ y en Do?ana¡±. Pablo Juli¨¢ corr¨ªa para tomar la foto que el 26 de abril de 1998 abr¨ªa a cinco columnas la hoy extinta secci¨®n de Sociedad. "Voy", fue lo ¨²nico que dijo.
Pablo Juli¨¢
Veinte a?os son muchos a?os. Y para un periodista muchos m?s. Desenmara?ar el pasado significa internarse en la selva de informaciones acumuladas y empezar a tirar del hilo de la trama. Y recuerden, no hab¨ªa Facebook y los peri¨®dicos se editaban en blanco y negro.
Puestos a revisar los archivos llego al recuerdo que manda y que me sit¨²an en una pl¨¢cida ma?ana del s¨¢bado 25 de abril, recibiendo una llamada imperiosa desde el peri¨®dico en Madrid, para contarme el desastre de Aznalcollar y que me pusiera de inmediato a ello. Una hora mas tarde y pertrechado de maquinas y teleobjetivos aparezco en la zona y, l¨®gicamente, no me dejan llegar a la balsa. Doy varias vueltas de mareo para evitar ser visto y poder hacer una foto que tradujera la cat¨¢strofe. Se ve¨ªa fisicamente pero resultaba dif¨ªcil traducirlo a grises pero as¨ª era EL PA?S por entonces. Veinte a?os son muchos a?os¡
Aquello era un r¨ªo negro, se llamaba Agrio, que robaba toda la luz y contrastaba una im¨¢gen sin puntos de referencia. Consegu¨ª subirme a una zona un poco m¨¢s alta y veo, ahora, que ten¨ªa una im¨¢gen super lejana de la rotura pero que era dif¨ªcil de traducir y entender. Hice varios intentos, todos acabados en fracasos, por lo que de vueltas al periodico llam¨¦ a todos los posibles para conseguir una imagen. Nulos resultados.
En un momento dado, por la tarde y ante la desesperaci¨®n que ten¨ªamos con muchas presiones y broncas desde Madrid, me llamaron de una empresa que hac¨ªa vuelos en avionetas y que hab¨ªan sobrevolado la zona. Me ofrec¨ªan una imagen. El dios de la suerte nos vino a ver y su nombre era Tapa, as¨ª firmaba. La imagen era clara, perfecta. La primera p¨¢gina estaba asegurada. Salvados en el pen¨²ltimo minuto.
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