Vivir sin ETA, entre el alivio y la desconfianza
Pol¨ªticos, escoltas y polic¨ªas analizan c¨®mo han cambiado sus vidas con el fin del terrorismo y la desaparici¨®n de la banda
![Mikel Ormazabal](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F298aedf5-790e-4a90-98ed-9ad679cdde79.png?auth=35aa7b41467444d7176a3b9b99399cfd1f4b86162b2c1da737f720ae4c5f43e0&width=100&height=100&smart=true)
![El exedil socialista de Andoain Estanis Amutxastegi se reencuentra con su execolta ?scar Bru?a.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/DUEOEBPMXBU5P4CCPXPGYTEJ2M.jpg?auth=e273a0cc3d69e84909838247cb3317da7c12eb9226c9a35729bbc55331869862&width=414)
El polic¨ªa nacional Mariano ya no tiene que comprobar si lleva una bomba adosada en los bajos de su coche. Crist¨®bal, guardia civil, ha pasado de estar recluido todo el d¨ªa en el cuartel de Intxaurrondo a poder pasear ahora por San Sebasti¨¢n sin sospechar de nadie. El exedil socialista Estanis Amutxastegi dej¨® de ir siempre acompa?ado por su ¡°¨¢ngel de la guarda¡±, como se conoc¨ªa a los escoltas. Andoni Ortuzar ha eliminado casi por completo las referencias al terrorismo en sus comparecencias p¨²blicas. Es lo que est¨¢ pasando desde que en 2011 ETA decidi¨® no matar m¨¢s y ahora ha comunicado que desaparece para siempre de sus vidas.
¡°ETA no nos regala nada ahora con su disoluci¨®n. Lo que va a hacer es una mera declaraci¨®n para intentar aprovechar un espacio de propaganda, justificar su pasado y mejorar su imagen. El gran cambio en nuestras vidas se dio hace siete a?os, cuando la presi¨®n ciudadana, judicial, policial, la cooperaci¨®n internacional y la actuaci¨®n de dos Gobiernos socialistas, el central y el vasco, consiguieron que se sintiera acosada y se viera obligada para dejar su actividad armada. Fue entonces cuando desapareci¨® realmente¡±, sostiene Rodolfo Ares, exconsejero vasco de Interior con Patxi L¨®pez como lehendakari.
Y ahora, sin ETA, ?qu¨¦? Ser¨¢ el momento de consolidar ¡°una paz justa y duradera¡±, dicen quienes apadrinan el acto de Cambo (Francia) que da cobertura al acta de defunci¨®n de la banda terrorista, pero hay quienes recela de ello: ¡°Ya no hay bombas, ni disparos, pero eso no significa que en esta sociedad se viva plenamente en libertad, ni mucho menos¡±, afirma Javier Maroto, vicesecretario de Pol¨ªtica Social y Sectorial del PP y exalcalde de Vitoria. La libertad se ganar¨¢, a?ade, ¡°cuando cualquier ciudadano pueda expresar sus ideas en cualquier pueblo de Euskadi sin que eso tenga consecuencias para ¨¦l, algo que no ocurre hoy. Y cuando la sociedad haga justicia a un relato sin falsear la verdad ni blanquear a los asesinos. Y eso tampoco sucede hoy¡±.
Este nuevo tiempo que se abre ahora, opina el diputado del PNV Joseba Agirretxea, debe servir para corregir los tres males que en su opini¨®n provoc¨® la actividad terrorista: ¡°El ¨¦tico, porque conculc¨® derechos humanos b¨¢sicos y quiso legitimar el uso de la violencia; el social, porque gener¨® un enorme problema de convivencia, y el pol¨ªtico, porque fue el principal obst¨¢culo para cualquier entendimiento entre abertzales¡±.
Mariano vino a Bilbao en 1989 reci¨¦n salido de la Escuela Nacional de Polic¨ªa. Para entonces, ETA ya hab¨ªa matado a muchos agentes de este cuerpo -en total han sido 186 polic¨ªas nacionales-, y eso deja una marca. Al principio, la pistola le hac¨ªa da?o de tanto que la apretaba contra su cuerpo, daba un bote cuando tocaban el timbre de su casa, bajaba la basura con el arma encima y miraba debajo del coche incluso fuera de servicio, cuando estaba con su familia en Valladolid. Compa?eros suyos llegaron a comprar un dispositivo que arrancaba el veh¨ªculo a distancia. Todas las medidas de autoprotecci¨®n eran pocas para salvar la vida: en verano llevaba el arma en una bolsa con dos dobleces y nunca iba agarrado a su pareja para tener la mano derecha libre para disparar. ¡°Todo esto ha cambiado, porque no tenemos la presi¨®n de los tiros¡±, asegura en nombre del Sindicato Unificado de Polic¨ªa.
Pero Mariano, que form¨® en la Brigada Antiterrorista a la caza de comandos, sostiene que ¡°a¨²n perdura un cierto rechazo social¡± a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. El Gobierno espa?ol tiene destinados en Euskadi 5.167 efectivos (2.369 guardias civiles, 1.317 polic¨ªas nacionales y 1.481 militares), un 8% menos que en 2011, cuando ETA decret¨® el ¡°cese definitivo¡± de la lucha armada. A estos se suman otros 8.000 agentes de la Ertzaintza. ¡°La percepci¨®n de inseguridad es mucho menor desde hace unos cinco a?os. No hay miedo a sufrir un atentado, pero sufrimos el s¨ªndrome del norte. Todav¨ªa no podemos identificarnos como polic¨ªas¡±, subraya.
Nada se parece a la angustia de estar en "la primera l¨ªnea de fuego", como le sucedi¨® a Crist¨®bal, guardia civil retirado hace tres semanas tras 37 a?os destinado en Intxaurrondo (San Sebasti¨¢n): ¡°Hab¨ªa que ser m¨¢s listo que el hambre. No ¨¦ramos conscientes del peligro que corr¨ªamos, pero fuimos devotos de una causa que hab¨ªa que defender¡±. Cuenta que se hac¨ªa pasar por ebanista o por t¨¦cnico de minas en aquella ¡°vida de mentiras¡± que llevaba a todos los guardias a ¡°estar todo el d¨ªa metido en el cuartel¡±, su ¨²nico refugio en un territorio muy hostil donde han muerto m¨¢s de 200 agentes de la Guardia Civil a manos de ETA.
Ortuzar, presidente del PNV, tiene casi 56 a?os, ¡°pr¨¢cticamente la misma edad que ETA¡±, apostilla. ¡°Desgraciadamente toda mi vida ha transcurrido paralela a sus atentados, al dolor y al sufrimiento que ha causado. He dedicado gran parte de mi vida a contar por el mundo, y tambi¨¦n a mis hijas, que Euskadi, que lo vasco o que ser abertzale no ten¨ªa nada que ver con ETA. Su desaparici¨®n ahora es como quitarme de la espalda una mochila llena de piedras de 50 kilos de peso con la que hemos tenido que cargar tantos a?os. Siento libertad, poder andar ligero, recuperar mi cuerpo, mi pa¨ªs para la convivencia. Y celebro que mis hijas no tengan que contar ya a nadie lo que yo tuve que explicarles a ellas. Y pol¨ªticamente, pues tambi¨¦n me calma. ETA naci¨® para sustituir a mi partido en el liderazgo de Euskadi. Hoy, ella desaparece y el PNV sigue aqu¨ª. Me siento bastante feliz¡±, confiesa el dirigente nacionalista, quien lamenta ¡°tantas vidas truncadas y tanta desolaci¨®n provocada¡±.
Se cierra definitivamente ¡°el cap¨ªtulo m¨¢s in¨²til y doloroso al que nos ha enfrentado a los vascos¡±, enfatiza Idoia Mendia, l¨ªder de los socialistas vascos, que recuerda a las v¨ªctimas y agradece ¡°a quienes resistieron y as¨ª pudieron hacer la Euskadi plural, libre y cohesionada socialmente que conocemos¡±. Su compa?ero de Mondrag¨®n (Guip¨²zcoa) Aritz Arrieta reconoce que la desaparici¨®n de ETA supone ¡° vivir con la tranquilidad de saber que nunca m¨¢s tendr¨¦ que mirar tras mis espaldas o que a la vuelta de la esquina hay solo eso, nada, nada de qu¨¦ preocuparme¡±. ?l tuvo que vivir escoltado, como tantos pol¨ªticos, empresarios, jueces y fiscales, periodistas¡ ?scar Bru?a ejerci¨® esa labor de guardaespaldas entre 1996 y 2011: ¡°El terrorismo nos deshumaniz¨®. Fueron muchas las personas que se quedaron en el camino¡±, dice al recordar, por ejemplo, a Manuel Indiano, su protegido hasta poco antes de que ETA lo matara en 2000. Vivi¨® de cerca los asesinatos de Miguel ?ngel Blanco, Jos¨¦ Luis Caso, Jos¨¦ Ignacio Iruretagoyena o Manuel Zamarre?o.
![Un grupo de personas conversa en un bar de San Sebasti¨¢n mientras la televisi¨®n informa sobre ETA.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/B4ON2N7UT7MR5PIOBXW7Z5MS3A.jpg?auth=9aac379b0059f7ee7bac09465de3d4f4bf42e7b63125edbc30189a38ca830a18&width=414)
De la satisfacci¨®n que a diario le produc¨ªa ¡°dejar a salvo en su casa cada noche¡± al escoltado, ?scar se encontr¨® sin trabajo cuando pararon las armas y tuvo que ¡°reciclar¡± su vida: ¡°No me importa haber perdido aquel trabajo, me alegr¨¦ porque ya no hab¨ªa que proteger a ninguna persona que ETA pretend¨ªa asesinar¡±, dice ahora como vigilante de seguridad privada.
Alberto, guardia civil en Bizkaia, ten¨ªa que variar sus rutinas todos los d¨ªas, dejaba caer las llaves o la cartera al suelo para mirar los bajos del coche, disimulaba su acento, estaba siempre pendiente de ver a alg¨²n sospechoso¡ ¡°El fin de ETA es un alivio, pero a la vez produce desconfianza, porque pueden repetirse episodios como los de Alsasua (Navarra). La realidad es que seguimos estando se?alados por una minor¨ªa, y no olvidemos que es la misma minor¨ªa que fue capaz de intimidar a toda la sociedad vasca y espa?ola durante muchas d¨¦cadas¡±. Su compa?ero Samuel aprecia ¡°una hostilidad menos agresiva¡± hacia los cuerpos policiales, pero observa ¡°un rechazo social, ling¨¹¨ªstico y laboral¡± que ¨¦l atribuye al ¡°s¨ªndrome del norte¡±. ¡°No decimos nuestra profesi¨®n a nadie, ni a nuestros hijos hasta que cumplen los 15 a?os, tenemos dificultades para integrarnos en la vida social de los pueblos, y tenemos muy complicado lograr un trabajo para nuestras parejas¡±.
¡°Cualquiera que haya vivido estos a?os solo puede considerar la desmovilizaci¨®n de ETA como un alivio en lo personal y una expectativa real de que en el futuro no se vuelva a repetir ninguna otra vulneraci¨®n de derechos humanos por ning¨²n motivo pol¨ªtico¡±, afirma el parlamentario de Bildu Julen Arzuaga. Y sentencia: ¡°No debemos olvidar, pero estamos en un momento esperanzador. Ojal¨¢ traiga consigo otra pol¨ªtica penitenciaria. Deber¨ªa ser as¨ª¡±.
La vida sin ETA no borra el pasado de las v¨ªctimas. I?aki Garc¨ªa Arrizabalaga se acuerda en estos momentos de su padre, Juan Manuel Garc¨ªa Cordero, delegado de Telef¨®nica en Gipuzkoa, asesinado por los Comandos Aut¨®nomos Anticapitalistas en 1980. ETA se acab¨® y ¨¦l se pregunta: ¡°?Dios m¨ªo! Todo esto, ?para qu¨¦? Para nada, salvo para generar dolor y sufrimiento¡±. Mira al futuro y le preocupa c¨®mo ser¨¢ ma?ana la convivencia: ¡°?Podremos vivir reconciliados y mirarnos alg¨²n d¨ªa a los ojos? Quiz¨¢s nosotros no, pero espero que las pr¨®ximas generaciones s¨ª¡±. ¡°Quiero dejar de ser I?aki-v¨ªctima de ETA. Ahora me propongo ser un ciudadano m¨¢s y empezar a pasar desapercibido en la vida¡±, afirma.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
![Mikel Ormazabal](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F298aedf5-790e-4a90-98ed-9ad679cdde79.png?auth=35aa7b41467444d7176a3b9b99399cfd1f4b86162b2c1da737f720ae4c5f43e0&width=100&height=100&smart=true)