No era la madre de Luis Miguel, es Honorina Montes

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La dificultad de investigar una desaparici¨®n

Hace 24 a?os, San Juli¨¢n de Bimenes, un pueblito asturiano de 300 habitantes, enterr¨® simb¨®licamente a una de sus vecinas. El p¨¢rroco ofici¨® una misa y la humilde familia de Honorina Montes dio inicio a su luto. Nori, como la llamaban, llevaba dos a?os desaparecida. No renovaba sus documentos y no usaba su cuenta bancaria. Un primo polic¨ªa sigui¨® su rastro de Madrid hasta Toledo, pero all¨ª se esfum¨®. Pasado tanto tiempo solo pod¨ªa estar muerta, pensaron. Y guardaron sus cosas en el desv¨¢n.

Casi tres d¨¦cadas despu¨¦s de perderle la pista, un pelot¨®n de paparazzis chilenos y argentinos ha desvelado, involuntariamente, que Honorina, ahora con 59 a?os, est¨¢ viva. El c¨®mo es una historia rocambolesca que a su hermano, Rub¨¦n Montes, un ex minero de 52 a?os que nunca ha entrado en YouTube, a¨²n le cuesta entender. ¡°Me dej¨® un poco descuadrado enterarme de que est¨¢ viva despu¨¦s de todo este tiempo. Pas¨¦ tres d¨ªas de los nervios¡±, cuenta mitad en castellano, mitad en bable.

El hallazgo se explica gracias al lanzamiento en Netflix de la serie sobre la vida del cantante mexicano Luis Miguel, que ha resucitado el fascinante papel de su madre, desaparecida misteriosamente en 1986. Tras el estreno, los programas de cotilleo lanzaron a sus reporteros a la calle en busca de pistas sobre el paradero de la bella Marcela Basteri. A ella no la encontraron, pero s¨ª a una se?ora muy parecida ¨Caunque cerca de 15 a?os m¨¢s joven¨C que mendigaba en el centro de Buenos Aires. El hallazgo rellen¨® la parrilla de varios programas del coraz¨®n en los que se especulaba hasta con fisionomistas si esa mujer desdentada y espa?ola era la madre italiana del cantante. No era. Era Honorina.

Uno de los v¨ªdeos en los que la asturiana divaga, con un aparente trastorno mental, acumula medio mill¨®n de espectadores. La invenci¨®n disfrazada de historia veros¨ªmil encandil¨® a los fans del cantante durante d¨ªas. Pero entre los desvar¨ªos de Honorina, vestida con gabardina oscura y sombrero, se colaron algunas expresiones en bable. Y para zafarse de los paparazzi, antes de tener que huir de sus calles habituales, les dice algo as¨ª como ¡°que no soy la madre de nadie. Id a Bimenes, a Tuenes y preguntad¡±. Un detalle que no se le escap¨® a una joven de Gij¨®n.

Fue esta chica, una devota de Luis Miguel, la que repar¨® en que la supuesta madre de su ¨ªdolo estaba hablando de un concejo a 40 minutos de su casa y envi¨® los v¨ªdeos a una amiga de San Juli¨¢n de Bimenes, una parroquia donde no se escucha mucho m¨¢s que p¨¢jaros y los cencerros de las vacas. Esta, a su vez, se los mand¨® a su vecina Ana Mart¨ªnez, que conoce a todo el pueblo. ¡°Le pregunt¨¦ a mi madre si sab¨ªa qui¨¦n era y en seguida me dijo: ¡®?Pero si es la hermana de Ruben¨ªn!¡¯ Era blanco y en botella¡±, recuerda la joven de 27 a?os. Ana se lo cont¨® al matrimonio que regenta el bar donde pasa las horas el hermano de Honorina y la pareja, sin ponerle en antecedentes, le mostr¨® el v¨ªdeo en el m¨®vil. El hombre, ya de pocas palabras, se qued¨® mudo. ¡°Al principio no entend¨ªa nada, ni qu¨¦ ten¨ªa que ver ese v¨ªdeo conmigo, hasta que fui reconociendo a mi hermana. No me lo cre¨ªa¡±, recuerda.

Ha pasado algo m¨¢s de una semana desde que Rub¨¦n reabri¨® abruptamente la herida que le dej¨® la p¨¦rdida de su ¨²nica hermana. Todo este tiempo le sirvi¨® para borrar recuerdos y la pena que ahora le vuelven a atormentar. Al enterarse y antes de asimilarlo tuvo que tomar una decisi¨®n dif¨ªcil que le deja un nudo en la garganta cada vez que llega a casa: ocult¨¢rselo a su madre. A los 84 a?os y con s¨ªntomas incipientes de demencia, mantiene que no quiere hacerla sufrir. Los vecinos sellan los labios cuando la ven. ¡°Ahora vive muy tranquila. Si yo supiese que Nori va a querer venir pues ser¨ªa el primero a dec¨ªrselo¡±, defiende el hombre. Pero Rub¨¦n no sabe c¨®mo su hermana va a reaccionar cuando sepa que su familia la espera. Ante la duda, de respuesta tan imprevisible como su propia historia, Rub¨¦n prefiere que su madre no tenga que darla por muerta dos veces.