Traficantes de abejas
Los robos de colmenas se multiplican en Espa?a ante un rentable mercado negro
Hay un joven de 25 a?os de Castell¨®n al que los apicultores de la zona atribuyen con sarcasmo el m¨¦rito de multiplicar milagrosamente su producci¨®n de abejas. En una inspecci¨®n de la Guardia Civil en 2014 el chico ten¨ªa siete colmenas y se iniciaba t¨ªmidamente en el negocio. Un a?o despu¨¦s ten¨ªa 300. La ¨²ltima cuenta llega a 600. La haza?a es materialmente imposible si no fuese por el detalle que le ha hecho famoso en el campo castellonense y en los ficheros policiales: es m¨¢s ladr¨®n que apicultor.
El joven, al que ya han detenido tres veces con abejas y colmenas robadas, se convirti¨® en un profesional. Anotaba en un cuaderno las idas y venidas de los coches usados por el Roca, como se denomina al equipo de la Guardia Civil que combate robos en el campo, localizaba en mapas los colmenares de la regi¨®n, identificaba d¨®nde se encontraba la valiosa abeja reina y conoc¨ªa la rutina de los apicultores. Ejecutaba sus robos por la noche, cuando los insectos duermen, y se hac¨ªa de oro vendiendo su bot¨ªn en el mercado negro. A¨²n no ha ido a juicio. ¡°La abeja es un robo f¨¢cil que mueve much¨ªsimo dinero sin testigos¡±, lamenta el guardia civil Antonio Negreiro.
El saqueo de colmenares, lleva a?os preocupando al sector, que cuenta con casi 25.000 apicultores y es considerado el mayor de Europa en n¨²mero de colmenas (2,5 millones) y producci¨®n de miel, seg¨²n datos del Ministerio de Agricultura. Pero ahora los ladrones piensan a lo grande. En el ¨²ltimo mes, el equipo de Negreiro ha encontrado en apenas dos operaciones 630 colmenas robadas a m¨¢s de 15 personas, un bot¨ªn de 100.000 euros. ¡°El robo de colmenas es una actividad econ¨®mica en s¨ª. Hace siete a?os se llevaban algunas, pero ahora se llevan cientos¡±, se queja Carlos Mu?oz, portavoz de los apicultores en la Uni¨° de Llauradors, actuante en la Comunidad Valenciana. ¡°En 2016 tuvimos 1.800 colmenas robadas. El a?o pasado baj¨® y se qued¨® en unas 1.000, pero este a?o ya nos han robado 930 colmenas¡±, resume.
Ataques a la Guardia Civil
El trabajo de los traficantes de abejas suele darse en las sombras y sin enfrentamientos con los colegas, pero algunos defienden con sangre su actividad. A Negreiro, de brazos tatuados y esculpidos en el gimnasio, le han atacado dos veces durante sus inspecciones. Una vez el ladr¨®n se abalanz¨® contra ¨¦l con un cuchillo y acab¨® tir¨¢ndolo por un barranco. Otra, los agentes tuvieron que lanzarse a la cuneta para evitar que los atropellasen. ¡°Cuanto m¨¢s tiempo llevan en el negocio, m¨¢s agresivos son para protegerlo¡±, mantiene.
No hay que ir muy lejos para hallar al enemigo. Est¨¢ en casa. Los ladrones son en un 90% apicultores, afirma Negreiro. Quieren las colmenas de sus competidores para multiplicar su propia producci¨®n a coste cero, para venderlas a otros apicultores, o repoblar la colonia tras las bajas de la temporada: las subvenciones concedidas a los apicultores est¨¢n condicionadas a mantener un n¨²mero determinado de colmenas. ¡°Si la campa?a se ha saldado con muchas bajas, lo que cada vez es m¨¢s frecuente con las abejas amenazadas por pesticidas y enfermedades, el apicultor puede perder las ayudas que recibe de la Uni¨®n Europea y de su comunidad aut¨®noma¡±, explican desde la Asociaci¨®n Espa?ola de Apicultores. Podr¨ªan repoblar comprando, pero les resulta m¨¢s barato robando.
El mercado paralelo tambi¨¦n alimenta los robos por encargo y aqu¨ª se inmiscuye otro sector. Los agricultores propietarios de hect¨¢reas de invernaderos quieren abejas para polinizar y multiplicar sus colectas. Alrededor del 84% de los cultivos para el consumo humano necesitan estos polinizadores para aumentar la producci¨®n, seg¨²n la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n y la Agricultura. La forma legal de polinizar las plantaciones es alquilar las colmenas a sus due?os por entre 20 y 30 euros la unidad. Pero por 40 euros pueden comprar una robada en Internet. Tras la polinizaci¨®n, adem¨¢s, despu¨¦s de d¨ªas soportando altas temperaturas y pesticidas, la colonia de abejas puede darse por muerta.
Colmenas con GPS
Para estos robos por encargo, la Guardia Civil resalta que los conseguidores se aprovechan tambi¨¦n de peque?os delincuentes y drogadictos. Les dan las instrucciones, una furgoneta y un traje. ¡°Hace seis meses, uno confes¨®. Le hab¨ªan pagado 50 euros por un robo de 35.000 euros. Al apicultor lo dejaron desolado ?Por 50 euros!¡±, se sorprende Negreiro. Las t¨¦cnicas, de todas formas, se demuestran cada vez m¨¢s depuradas. Con el aumento de los robos, los apicultores han agudizado el ingenio y adem¨¢s de marcar a fuego sus iniciales y n¨²mero de registro en las colmenas, han comenzado a colocar c¨¢maras, alarmas y trampas contra sus enemigos. Han llegado a instalar hasta GPS en los panales. Pero de poco sirve un rastreador cuando los ladrones han empezado a llevarse las abejas sueltas, metidas en sacos. Llenan un cami¨®n y se marchan sin dejar rastro.
Para llegar al colmenar de N¨¦stor Pascual, el ¨²ltimo de tres generaciones de apicultores, hay que atravesar un par de kil¨®metros de un estrecho camino de tierra a la orilla del cauce seco del r¨ªo Mijares, en Castell¨®n. Est¨¢ rodeado de naranjos, chumberas y rosales y ya a 300 metros de los panales hay que quitarse las abejas de encima a manotazos. Es la ¨¦poca de la recogida de la miel y las colonias est¨¢n especialmente agresivas. A Pascual, de 67 a?os, no le duelen m¨¢s las picaduras, pero le da urticaria hablar de los robos que sufren ¨¦l y sus socios de la Asociaci¨®n Provincial de Apicultores de Castell¨®n. ¡°Es verdad que llevo muchos a?os en esto, pero me han robado ya cinco veces. He llegado a ver mis panales en las colmenas de otro, reclamarlos y el c¨ªnico decirme que se los hab¨ªan regalado. Solo un robo ya echa a perder un a?o de trabajo¡±, se queja. En su m¨®vil guarda las fotos de los ¨²ltimos ladrones que ha conseguido identificar en sus andanzas como colaborador de la Guardia Civil. Le pesa la resignaci¨®n. Y el sentimiento de injusticia. ¡°Ves, este de aqu¨ª tiene una mansi¨®n como la de Falcon Crest¡±, dice se?alando la imagen de un hombre en su tel¨¦fono. ¡°Mientras yo estoy aqu¨ª dej¨¢ndome la piel, ¨¦l est¨¢ ah¨ª. Esperando¡±.
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