El ¡®pueblo pitufo¡¯ se convierte en un parque de aventuras
La Diputaci¨®n de M¨¢laga invierte 300.000 euros en dos tirolinas que atraviesan la localidad, puentes tibetanos, un roc¨®dromo y pasarelas en suspensi¨®n
El azul sigue dominando J¨²zcar, un peque?o pueblo escondido entre las monta?as de la Serran¨ªa de Ronda. Sus casas adquirieron ese color caracter¨ªstico en 2011, cuando Sony Pictures desembarc¨® en ¨¦l para promocionar una pel¨ªcula de pitufos. Se abrieron bares y tiendas y J¨²zcar comenz¨® a aparecer en los mapas. Hasta que el pasado verano fue desautorizado a seguir denomin¨¢ndose pueblo pitufo por un problema con los derechos de autor. Ahora, la Diputaci¨®n de M¨¢laga ha invertido 300.000 euros para convertirlo en un gigantesco parque de aventuras.
¡°La gente llama a diario para saber si el pueblo sigue pintado de azul. Seguimos como est¨¢bamos, los personajes se mantienen en la calle, pero ahora contamos con m¨¢s actividades¡±, explica Francisco Lozano, alcalde de J¨²zcar. El antiguo pueblo pitufo es ahora la Aldea Azul, un proyecto pensado para familias. Desde el 18 de mayo cuenta con un amplio programa de actividades al aire libre que pretende realzar su atractivo. Se han instalado dos tirolinas que atraviesan la localidad, puentes tibetanos, un roc¨®dromo y pasarelas en suspensi¨®n. Tambi¨¦n se ha creado una ruta de senderismo para aprovechar su extraordinario enclave natural.
J¨²zcar est¨¢ ubicado en pleno valle del Genal, rodeado por casta?os y encinas centenarias. La vida de sus 230 habitantes cambi¨® con la llegada de estos duendecillos creados por el dibujante belga Peyo a mediados del siglo XX. El pueblo se inund¨® de visitantes, hasta 50.000 al a?o. ¡°Ser el primer pueblo pitufo nos ha servido para crecer. Ahora, con las nuevas infraestructuras, esperamos dar un espaldarazo al turismo, que ha bajado mucho¡±, reconoce Lozano. ¡°La intenci¨®n es crear un referente l¨²dico para los m¨¢s peque?os. Lo hemos hecho ya en otros lugares, como en Ardales con el Caminito del Rey¡±, afirma El¨ªas Bendodo, presidente de la Diputaci¨®n de M¨¢laga. Para ello se han contratado monitores deportivos, pero lo m¨¢s importante es el n¨²mero de empleos indirectos que se pueden crear.
En este momento existen tres bares, un hotel, un restaurante y dos tiendas de recuerdos en J¨²zcar. Antes de la llegada de los pitufos, todo hab¨ªa que hacerlo en Ronda o en la Costa del Sol, ambos lugares a 30 minutos en coche. En la localidad solo exist¨ªa un bar, Torricheli, que estaba a punto de cerrar. Lo certifica su propietario, Alejandro Fern¨¢ndez: "Gracias a este boom pude mantener abierto. Incluso tuve que contratar a cuatro trabajadores m¨¢s. La inversi¨®n va a servir para mantener el atractivo". Delia Molina era empleada de ayuda a domicilio, pero aprovech¨® el creciente turismo para abrir un quiosco de helados en su casa. Con el tiempo se convirti¨® en una tienda de souvenirs, Mundo Pitufo.
¡°Muchos vecinos que trabajaban fuera volvieron al pueblo. Hasta entonces la mayor¨ªa de la gente viv¨ªa de sus casta?os. Los recolectaba y guardaba el dinero para todo el a?o¡±, se?ala Molina. Ahora el producto estrella local aparece en los platos de Iv¨¢n Sastre. El chef de El Bandolero tambi¨¦n hace gui?os a la anomal¨ªa crom¨¢tica de sus calles y a?ade en sus postres un toque de color azul porque, aunque ha cambiado de nombre, ¡°todo sigue igual¡±. Este cocinero abulense es tambi¨¦n socio del hotel de J¨²zcar. Se abri¨® en 2004, en un momento de efervescencia del turismo rural, pero deriv¨® en una seta m¨¢s. Tiene capacidad para 28 personas, pero ha dejado de llenarse porque ¡°la gente cree que J¨²zcar ha cambiado¡±, se?ala David Nuyen, un neoyorquino que cambi¨® los rascacielos por este pueblo de dibujos animados.
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