El esc¨¢ndalo cerca a Camps
La sombra de la corrupci¨®n presiona cada vez con m¨¢s fuerza sobre el expresidente valenciano
El juez Jos¨¦ Mar¨ªa V¨¢zquez Honrubia ha admitido cierta desaz¨®n en su sentencia sobre la rama valenciana de G¨¹rtel por no haber podido condenar a todos los que cree responsables. La pesadumbre del magistrado siluetea la figura del expresidente de la Generalitat Francisco Camps, a quien varios excolaboradores apuntan como la equis de esa trama. El juez recupera una frase de uno de los condenados, ?lvaro P¨¦rez, El Bigotes, para ilustrarlo: ¡°Son todos los que est¨¢n, pero no est¨¢n todos los que son¡±. Es, quiz¨¢, la misma desaz¨®n que sinti¨® el juez Jos¨¦ Castro al considerar que Camps debi¨® sentarse en el banquillo de N¨®os por similitud con el condenado Jaume Matas.
Siendo sin estar, la sombra de la corrupci¨®n presiona cada vez m¨¢s sobre su pasado. Ha ido eludiendo condenas, pero la corrupci¨®n no consiente que se diluya en el olvido. No sirvi¨® de mucho que cinco de los nueve miembros del jurado del TSJ que hab¨ªa presidido su ¡°m¨¢s que amigo¡± Juan Luis de la R¨²a concluyeran en 2012 que no era culpable de que la trama le hubiese llenado los armarios de trajes de Forever Young. Ese tufo a¨²n lo persigue.
Mientras trataba de ponerse de perfil, su ex secretario general, Ricardo Costa, lo se?al¨® como la clave de la ecuaci¨®n de G¨¹rtel. Adem¨¢s, fue arrollado por el Gran Premio de Europa de F¨®rmula 1, un iceberg con punta de fantas¨ªa y base de pufo que tambi¨¦n se estrell¨® contra la Generalitat con da?os a terceros de m¨¢s de 90 millones. Esa operaci¨®n, que lo puso en la pole electoral de la mano del turbio Bernie Ecclestone, dej¨® un rastro de malversaci¨®n y prevaricaci¨®n que huele de cerca la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n.
¡°No se olvidan de m¨ª. No s¨¦ por qu¨¦¡±, se extra?aba el expresidente aferr¨¢ndose a la existencia paralela en la que discurre. Camps, como las monedas del presupuesto p¨²blico mordidas por los depredadores que lo escoltaron en su cabalgata, tiene dos caras, pero solo se reconoce en su anverso. Su reverso se desentra?a en los tribunales.
Lleg¨® a la Generalitat en 2003 con el cartel de moralizar la etapa de Eduardo Zaplana. Estaba ungido por Rita Barber¨¢ y Juan Cotino, y llevaba el marchamo de Alianza Popular y un reflejo apagado de los jesuitas. Entonces quer¨ªa valencianizar la instituci¨®n para alejarse de su antecesor, cuyo pastel ol¨ªa, pero a¨²n no se hab¨ªa desenterrado. Deslumbrado por el libro del medievalista californiano Robert Ignatius Burns sobre la figura de Jaime I, se puso el yelmo ps¨ªquico del conquistador y busc¨® paralelismos con una agenda que resegu¨ªa los pasos del fundador del Reino de Valencia.
Ese fue su primer traje, a pesar de que pronto lo tuvo que cambiar por el de Don Pelayo para tratar de reconquistar Espa?a a los socialistas. Sin embargo, Camps siempre ha mantenido la certeza de que entre Jaime I y ¨¦l existe un v¨ªnculo directo, irrompible.
Antes de acabar su primera legislatura (2003-2007), sufri¨® otra metamorfosis. Eran los d¨ªas en los que el PP compensaba su ausencia de la Moncloa con ¡°el eje de la prosperidad¡±, que transcurr¨ªa de forma triunfal entre Madrid, Valencia Palma con unos Gobiernos que el partido controlaba y en la calidez de cuyas Administraciones empollaban los huevos de la serpiente.
Cuando Camps socorri¨® a Mariano Rajoy para llevarlo a la presidencia del PP en el congreso celebrado en Valencia en 2008 ya proced¨ªa como una efigie de la Cr¨®nica de Alfonso III. El presidente valenciano, que amplific¨® su influencia en G¨¦nova, ofreci¨® al nuevo l¨ªder del PP un festival para celebrar su victoria organizado por Orange Market, por el que El Bigotes cobr¨® 100.000 euros que acabar¨ªan saliendo de los sobrecostes facturados a la Generalitat. Rajoy nunca olvid¨® su ayuda, incluso no ahorr¨® en empat¨ªa en sus momentos m¨¢s complicados.
En esos d¨ªas Camps pensaba y actuaba a lo grande y Rajoy dec¨ªa que quer¨ªa parec¨¦rsele. La t¨²nica de Claudio C¨¦sar Augusto Germ¨¢nico ya le apretaba. El ladrillo avanzaba en marcha triunfal, el dinero circulaba a raudales y una de cada dos personas que iban por la calle votaba al PP. Camps iba a velocidad de crucero en el pescante de un Ferrari descapotable y quer¨ªa convertir la Comunidad Valenciana en un scalextric, en una naumaquia con salvas de Mo?t Chandon, en un c¨®ctel de Hollywood y Disneylandia coronado por una apoteosis de pl¨¢stico de Santiago Calatrava. Lo quer¨ªa todo. ¡°Mi bagaje es impresionante¡±, se relam¨ªa.
Pero por debajo del resplandor de las fantas¨ªas emblem¨¢ticas, los liderazgos ficticios y el glamur de los bolsos de Louis Vuitton flu¨ªan los lixiviados de G¨¹rtel, Taula, N¨®os, Brugal, Blasco, Valmor o Emarsa. La Florida que enso?aba Camps se convirti¨® en la zona cero de la corrupci¨®n espa?ola. Por fin la Comunidad Valenciana se la hab¨ªa puesto en el mapa y se hab¨ªa convertido en un referente ineludible, como ambicionaba en su anverso.
El presidente dimiti¨® con muchas resistencias el 20 de julio de 2011, poco despu¨¦s de revalidar la mayor¨ªa absoluta. La presi¨®n era insoportable, pero tuvo que empujarlo Rajoy por tel¨¦fono con el argumento de que su sacrificio abonar¨ªa la inminente victoria del PP en Espa?a. Estaba en su casa con su mujer, Isabel Bas, y Federico Trillo. Barber¨¢ y Cotino, tambi¨¦n presentes, no estaban de acuerdo: ¡°Aguanta, Paco¡±. ¡°D¨¦jalo ya, Paco¡±, zanj¨® su mujer. En el confesionario de la antigua parroquia de Sant Andreu, una de las primeras que se fund¨® en Valencia tras la conquista de Jaime I, encontr¨® alivio.
¡°?Por qu¨¦ no se olvidan de m¨ª?¡±, se pregunta con una sonrisa rencorosa, mientras los que fueron sus incondicionales lo se?alan cebando la voracidad de la fiscal¨ªa. Sin embargo, Camps ya es un m¨¢rtir abrasado en muchos purgatorios que solo conmueve a espadachines de causas urticantes que defienden su santidad. Quienes se ocultan detr¨¢s saben que ya forma parte de las tinieblas y absorber¨¢ todos los impactos sin admitir la culpa aunque lo taladren. Mientras lo aplasta la presi¨®n vive en un mon¨®logo interior, como los de su libro preferido, Tiempo de silencio, donde aprendi¨® que no hablar no consiste solo en callar, que ser¨ªa otro modo de ser sin estar.
Una semana en los juzgados
- G¨¹rtel valenciana. La sentencia publicada el lunes considera probado que la campa?a de Camps de 2007 se financi¨® ilegalmente, da "notable" credibilidad a condenados que lo se?alan y reprocha al expresidente su "radical negativa a admitir [todo] conocimiento". "Nada sabe, nada recuerda".
- F¨®rmula 1. Costa confirm¨® el jueves ante la juez el pago de comisiones en la construcci¨®n del circuito de Valencia y dijo que habl¨® con Camps de ello.
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