?Se debe prohibir fumar en la playa?
Crecen las iniciativas para impedir que se encienda un cigarrillo en zonas con aglomeraci¨®n de personas, sobre todo si hay ni?os, aunque sea al aire libre
Si un emprendedor intentara hoy d¨ªa patentar los cigarrillos, las autoridades lo denegar¨ªan por su peligro. Solo la tradici¨®n ha permitido que, a diferencia de otras sustancias adictivas, las cajetillas y otros productos del tabaco sean legales. Las drogas que han llegado a Occidente despu¨¦s, desde el opio y sus derivados hasta las de s¨ªntesis, han quedado excluidas de la vida p¨²blica. Solo es legal consumirlas en la intimidad.
En esta l¨ªnea, el Comit¨¦ Nacional de Prevenci¨®n del Tabaquismo propone nuevas restricciones al consumo de puros y pitillos. B¨¢sicamente, que se proh¨ªba fumar en cualquier lugar donde haya aglomeraci¨®n de personas y, sobre todo, si hay ni?os. Eso va mucho m¨¢s all¨¢ de la actual limitaci¨®n en los espacios p¨²blicos cerrados. Incluye estadios descubiertos, conciertos al aire libre, terrazas, espacios naturales y playas.
Su primera raz¨®n es sanitaria: los no fumadores que acuden a esos lugares se ven expuestos al humo de quienes tienen al lado. Es menos que si fuera un espacio cerrado, pero humo es. Y es dif¨ªcil de evitar, por ejemplo, si el fumador ocupa el asiento inmediato en una grada o en una aglomeraci¨®n.
En las playas, la multitud no suele ser tan compacta, pero es imposible sustraerse a las emanaciones de quien fuma en la sombrilla de al lado. Con un a?adido en el que organizaciones como el comit¨¦ antitabaco inciden cada vez m¨¢s: al ser un lugar con ni?os, estos quedan expuestos al humo, y adem¨¢s se acostumbran a ver como normal que se fume. En este caso, deshabituaci¨®n no quiere decir solo dejar la adicci¨®n. Es tambi¨¦n ver anormal el consumo. Sobre todo entre los menores, ya que la inmensa mayor¨ªa de ese 23% de adultos que fuma en Espa?a, seg¨²n los ¨²ltimos datos, comenz¨® a hacerlo con menos de 18 a?os.
En contra de esta tendencia, los fumadores tienen un argumento: consumen productos legales por los que pagan muchos impuestos. Es su decisi¨®n si se perjudican o no. Y se puede llegar a una convivencia aceptable sin establecer m¨¢s prohibiciones.
Pero la campa?a por las playas sin humo que comenz¨® hace unos a?os va ganando terreno. En lugares emblem¨¢ticos para el turismo como Lloret de Mar (Girona) y Motril (Granada) han estrenado este a?o espacios sin tabaco, y ya hay decenas de estos lugares en la costa espa?ola.
En esta l¨ªnea, ayuda de manera importante otro aspecto: el tabaco no solo produce humo; tambi¨¦n deja un rastro de colillas. Y puede haber a quien no le importe lo primero, pero a casi nadie le agrada estirar la toalla o, peor a¨²n, que sus ni?os jueguen en un terreno lleno de filtros.
Las playas pueden ser la nueva frontera, pero la meta final de los movimientos antitabaco es clara: igual que nadie considerar¨ªa normal tener un vecino de chiringuito que estuviera inyect¨¢ndose droga o esnifando una raya, fumar, como consumo de una droga que es, debe quedar en el ¨¢mbito privado. Y sin ni?os delante.
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