Amanece que no es poco en La Cuenca
En el pueblo de Soria, la luz lleg¨® en 1950
Le falta poco a La Cuenca para parecerse al poblado de fantasmas que ven Luis Ciges y Antonio Resines al llegar al poblado de Amanece que no es poco de Cuerda.
En la pel¨ªcula aparece un Londres del futuro, hipot¨¦tico, como un poblado que se parece a esta aldea que, en verano, parece una gran urbe de¡ 80 habitantes.
Con dignidad y orgullo sus habitantes, veteranos y j¨®venes, reclaman que algo se ha avanzado desde que La Cuenca viv¨ªa en la sombra de la Edad Media a¨²n en 1950, cuando lleg¨® la luz. Aunque el agua corriente empez¨® a llegar en 1984.
Entre las penurias, la alta tecnolog¨ªa, que no est¨¢ ni se la espera; la autov¨ªa, que se construye desde hace treinta a?os como se hac¨ªan antiguamente los caminos vecinales, a pico y pala; y los medios de transporte p¨²blicos.
Soria, que est¨¢ a veinte minutos, recibe dos trenes al d¨ªa y muchas veces no llegan a hacer todo el recorrido, que se interrumpe en Medinaceli como si hubiera que seguir en burro. Algunas casas, a¨²n en los a?os 80, viv¨ªan aqu¨ª al calor de las vacas y de las mulas.
?Volver? Vuelven los hijos y los nietos cuando arrecia el calor o son fiestas familiares. Vuelven los viejos, muchos de ellos de una longevidad que atribuyen a los poderes del agua.
Un d¨ªa llegaron de Sanidad para precintarles el chorro. ¡°?Ustedes son gilipollas o qu¨¦?¡±, interpel¨® uno a los t¨¦cnicos. ¡°?Si nosotros tenemos m¨¢s de noventa a?os y no hemos bebido nunca sino de esa agua!¡±
En 1950 era todav¨ªa la Edad Media. Pero entonces las trescientas casas estaban habitadas. Dice Aurelia Soria, de 85 a?os, desde hace setenta a?os fuera de su pueblo, al que viene con su marido, Rafael Mateo, seis meses al a?o: ¡°Los chicos estudiaron, uno es bi¨®logo, otra es doctora en Reumatolog¨ªa, el otro es veterinario. A qu¨¦ van a volver si no es al verano¡±.
Jos¨¦ Mar¨ªa Cervera, malague?o, 67 a?os, jubilado, alcalde ped¨¢neo. Conoci¨® a As¨²n Soria Soria, de La Cuenca, en una sala de fiestas de Barcelona. ¡°Las Hurdes era como esto. No hab¨ªa servicios, no hab¨ªa agua, no hab¨ªa luz. Ahora mejora y el cambio es grande, ya lo ves. Pero cuando vine a este pueblo de donde es mi mujer me dije que tendr¨ªa aqu¨ª una vivienda, y mira, esta es, junto al chorro¡±.
Vienen en verano, en Semana Santa, en Navidades. Cervera tiene a gala haber contribuido a hacer viables las calzadas, que siguen siendo viejas con apariencia de nuevas. Su hijo Carlos trabaja en inform¨¢tica, gestiona el tiempo para empresas de alta tecnolog¨ªa.
?Y el tiempo c¨®mo debe tratar a La Cuenca? Dice el inform¨¢tico del tiempo: ¡°Con relax, con calma. Llevo viniendo aqu¨ª 43 veranos y 43 inviernos, los de mi vida. El de aqu¨ª ha de ser, si se produce, un progreso controlado. No hay que acelerar en La Cuenca. El pueblo es el que tiene que mandar, y su encanto depende que se respete su modo de ser¡±.
Regina Soria, 91 a?os, habla junto a su cocina casi medieval a¨²n, con su chimenea c¨®nica, tan de La Cuenca soriana. ¡°Aqu¨ª todo el mundo sab¨ªa leer y escribir en los a?os que ten¨ªamos que leer con quinqu¨¦¡±.
De rostro fuerte como Terele P¨¢vez, guapa, hubiera sido actriz en Amanece que no es poco. Y ella corrobora el pasado de su afici¨®n de actriz: ¡°Aqu¨ª hac¨ªamos mucho Tenorio¡±. Alrededor hab¨ªa agricultura, ganado, ¡°pero tambi¨¦n ten¨ªamos clases para adultos¡±.
Jos¨¦ Mar¨ªa Cervera muestra con orgullo el sal¨®n de cultura, desde el que ejerce su autoridad de alcalde ped¨¢neo.
Por la noche La Cuenca es silencio. Ahora, aunque parezca mentira, los vecinos se juntan para posar y hay cierto alboroto. Cuando acabe el verano, ya mismo, el sonido de un bast¨®n en el suelo y acaso el tecleo del periodista Iragorri ser¨¢n los ¨²nicos sonidos de este poblado que parece sacado de la se?era pel¨ªcula de Jos¨¦ Luis Cuerda.
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