Cuando la pol¨ªtica termina... empieza la vida
Rubalcaba y Gallard¨®n reflexionan sobre su retirada la semana en la que se han ido Dom¨¨nech y Santamar¨ªa
Las discrepancias ideol¨®gicas entre Alfredo P¨¦rez Rubalcaba (67 a?os) y Alberto Ruiz-Gallard¨®n (59) se desdibujan en el trance de ¡°psicoanalizar¡± su retirada de la pol¨ªtica. Escogieron el mismo a?o (2014) para cortarse la coleta. No la extra?an. Agradecen haber recuperado la intimidad y haberse sustra¨ªdo al clima de encarnizamiento predominante. La agenda la dise?an ellos. Y tienen la sensaci¨®n de que el fin de la pol¨ªtica ha predispuesto el inicio de la vida, acaso a?orando de vez en cuando el poder m¨¢gico de hacer cosas y de resolver problemas.
Adquiere sentido el proceso de ¡°desintoxicaci¨®n¡± ahora que acaban de emprenderlo en las ant¨ªpodas tanto Xavier Dom¨¨nech (Catalunya en Com¨²) como la ex vicepresidenta del Gobierno Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa. Son bastante m¨¢s j¨®venes que Gallard¨®n y Rubalcaba en sus respectivos adioses, pero tambi¨¦n se ha extremado y enrarecido el h¨¢bitat de la pol¨ªtica contempor¨¢nea en la ¨²ltima d¨¦cada: escrutada como nunca, expuesta a un feroz desprestigio y remunerada con limitaciones.
La penalizaci¨®n del regreso profesional
Reconvertirse de pol¨ªtico a civil no resulta tan sencillo como pudiera imaginarse. Y no tanto por los problemas de adaptaci¨®n a la normalidad como porque los cargos p¨²blicos est¨¢n expuestos a un proceso de barbecho de dos a?os, si es que su reintegraci¨®n profesional entra en colisi¨®n con un conflicto de intereses en funci¨®n de la actividad pol¨ªtica desarrollada. Se trata de ¡°purificar¡± al pol¨ªtico y de impedir el mecanismo de la puerta giratoria, pero es cierto que el escr¨²pulo y la pureza que implican el proceso de ¡°reeducaci¨®n¡± complica en muchas ocasiones el porvenir al regresar al mercado laboral.
¡°La pol¨ªtica es m¨¢s hostil de cuanto lo ha sido jam¨¢s¡±, explica Rubalcaba, ¡°pero no tanto por los agentes o circunstancias exteriores como por su propia endogamia y sus mecanismos autodestructivos. Perro muerde a perro. Hay un peaje que resulta el m¨¢s dif¨ªcil de todos: el desgaste personal y de tu entorno, tu gente, tu familia. Cuando me desped¨ª en el ¨²ltimo mitin de Solares, mi primo, ajeno por completo a la actividad pol¨ªtica, me dijo: no sabes lo dif¨ªcil que ha sido llevar todos estos a?os el apellido Rubalcaba¡±.
A?os han sido muchos, toda vez que el exvicepresidente del Gobierno se inici¨® en 1982 y decidi¨® retirarse hace cuatro, consciente de que ¡°no ten¨ªa nada que aportar¡± y despu¨¦s de haber ocupado ¡°sin quererlo nunca¡± la posici¨®n de candidato a las generales y la secretar¨ªa general del PSOE. Parecida ha sido la implicaci¨®n de Gallard¨®n. Una trayectoria de tres d¨¦cadas que aloja mucha sobreexposici¨®n en las tareas de Gobierno ¡ªalcalde de Madrid, presidente de la Comunidad¡ª y de la que se ha distanciado hasta sentir que los compatriotas empiezan a olvidarse de ¨¦l.
¡°Cuando dejas de salir en televisi¨®n, la gente ya comienza a dejar de acordarse. Y resulta enormemente liberador el ejercicio de coger el metro, pasear tu perro, salir a la calle sin escolta. No es que haya vida despu¨¦s de la pol¨ªtica, la vida comienza despu¨¦s de la pol¨ªtica. La descubres, te liberas de la tensi¨®n y del escrutinio, te desquitas de una presi¨®n gigantesca, aprecias el horario rutinario. Y, dig¨¢moslo, obtienes unos niveles retributivos en el sector privado que la pol¨ªtica nunca te permite, dejando claro que no te dedicas a ella por dinero. No es una profesi¨®n, sino una dedicaci¨®n. Un ejercicio de entrega absoluto¡±.
Alberto Ruiz-Gallard¨®n abri¨® su propio despacho de abogados en un barrio postinero de Madrid, mientras que Alfredo P¨¦rez Rubalcaba se reincorpor¨® como profesor de Qu¨ªmicas en la Universidad Complutense. ¡°La mayor satisfacci¨®n es la agenda¡±, explica el exl¨ªder socialista.
¡°Decidir con qui¨¦n no comes, a qui¨¦n no quieres ver y d¨®nde no vas a ir. Te liberas de la ansiedad, del estado de agobio, del continuo sobresalto. Antes no viv¨ªa, ahora s¨ª, pero este cambio no significa que anteriormente me dedicara a la pol¨ªtica obligado. Qu¨¦ va. Nadie lo hace. Ni hay que creer a los que dicen sacrificarse por Espa?a. Es m¨¢s, la pol¨ªtica exige una implicaci¨®n absoluta porque es un privilegio. Ni hay horas ni hay domingos. Se te da la oportunidad de mejorar tu pa¨ªs. Y lo que m¨¢s echo de menos, adem¨¢s de la vida parlamentaria, que me gustaba mucho, es tener el poder no de mandar por mandar sino de contribuir a convertir en realidad las cosas que crees que pueden hacerse. Materializar una idea, concretar un proyecto¡±.
Presi¨®n insoportable
Ruiz-Gallard¨®n lo llama magia. Y admite extra?ar en cierto sentido los ¡°superpoderes¡± que consienten levantar un teatro, arreglar un socav¨®n, construir un t¨²nel o aprobar una ley cuya energ¨ªa puede transformar la vida de las personas. ¡°Pero nunca he llegado a arrepentirme de la decisi¨®n de retirarme¡±, puntualiza. ¡°He recuperado la autonom¨ªa. Y respondo ¨²nicamente ante m¨ª mismo de las decisiones. La responsabilidad de gobernar crea una presi¨®n que muchas veces es insoportable. Lo veo con m¨¢s claridad ahora, cuando he dejado de sentirla, y cuando percibo hasta qu¨¦ extremo mi vida y la de mi gente estaba asfixiada por las intromisiones en el ¨¢mbito personal. El pol¨ªtico debe asumir la transparencia, el control, el escrutinio p¨²blico, pero la persona debe preservarse. Y eso no ocurre porque es el pol¨ªtico el que destroza al otro pol¨ªtico¡±.
Alfredo P¨¦rez Rubalcaba todav¨ªa se desplaza con escolta. Y conserva ciertos tics de la antigua vida, cuando lee los peri¨®dicos con la sugesti¨®n de un ¡°desintoxicado¡±. O cuando siente el impulso de intervenir desde su experiencia, pero nunca hasta el punto de haber puesto en duda la decisi¨®n de marcharse. ¡°En la pol¨ªtica no se est¨¢ para estar, se est¨¢ para hacer. Me sent¨ªa atorado, hab¨ªa perdido mi capacidad. Y es mejor darse cuenta, asumirlo, que aferrarte a tu propia agon¨ªa. Ahora que la he dejado, siempre hablo bien de ella, defiendo la importancia del servicio p¨²blico. Y agradezco el cari?o de la gente. Que se te acerca, y que te hace sentir m¨¢s o menos orgulloso¡±.
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