Qu¨¦ dice Chuky de la venta de armas
El autor entabla un di¨¢logo con su alter ego maligno para abordar el debate sobre la venta de misiles a Arabia Saud¨ª por parte de Espa?a
Hab¨ªa una vez en Lisboa un hombre muy pobre muy pobre al que se le apareci¨® el diablo. El diablo le entreg¨® una campanilla dici¨¦ndole que, si la tocaba, un desconocido mandar¨ªn fabulosamente rico que viv¨ªa en la lejana Manchuria fallecer¨ªa en el acto y sus riquezas pasar¨ªan autom¨¢ticamente a ser suyas.
Bien, el pobre portugu¨¦s se decide: agita la campanilla y, tal como el diablo le prometi¨®, se vuelve riqu¨ªsimo, y gracias a esas riquezas puede favorecer a sus parientes y sus amigos m¨¢s necesitados¡ Pero los remordimientos no le dejan dormir, pues sabe que todo eso se basa en el asesinato de un mandar¨ªn. Y entonces¡
?No quiero destripar el cuento de E?a de Queiroz! No, lo que quer¨ªa decir es que estos d¨ªas los pasos y contrapasos y peregrinas declaraciones a prop¨®sito de la venta de misiles a Arabia Saud¨ª (AS) son una versi¨®n actualizada del cuento del mandar¨ªn.
Se resume as¨ª a grandes rasgos: como recientemente un bombardeo saud¨ª caus¨® la muerte a docenas de ni?os en Yemen, la ministra Robles anunci¨® que suspend¨ªa la venta de 400 misiles l¨¢ser o ¡°bombas de precisi¨®n¡± propiedad del Ej¨¦rcito que los saud¨ªes hab¨ªan comprado por nueve millones de euros, seg¨²n contrato del pasado mes de julio firmado por el Gobierno anterior.
La ministra fue de inmediato desmentida por otros ministros, m¨¢s atentos a la geoestrategia pol¨ªtica y, sobre todo, al hecho de que los astilleros de Navantia en C¨¢diz est¨¢n construyendo varios buques de guerra encargados por las Fuerzas Armadas de Arabia Saud¨ª, que dan empleo a 6.000 trabajadores durante cinco a?os. A esos trabajadores, y a la presidenta de la comunidad andaluza, les alarmaba extraordinariamente que a cuenta de las 400 bombas los saud¨ªes se enfadasen y cancelaran el contrato de los barcos. Adem¨¢s, entre Espa?a y ese desagradable pa¨ªs hay otros negocios, estos civiles, muy importantes, que tambi¨¦n podr¨ªan frustrarse si los jeques se sienten ofendidos.
Por cierto que el precedente del caso canadiense demuestra que esos jeques son muy quisquillosos cuando alguien mete la nariz en sus patios traseros. El mes pasado, la ministra de Asuntos Exteriores canadiense, Chrystia Freeland, public¨® un tuit denunciando que ha sido injustamente encarcelada Samar Badawi, una activista saud¨ª por los derechos humanos (hermana de una ciudadana canadiense y del bloguero Raif Badawi, a su vez condenado a 10 a?os de c¨¢rcel y 1.000 latigazos por insultar al islam en su blog). Y el Gobierno de Riad contest¨® repatriando a sus 15.000 estudiantes en Canad¨¢, congelando sus relaciones diplom¨¢ticas y econ¨®micas ¡ªentre ellas, por cierto, la compraventa de cientos de veh¨ªculos blindados¡ª, suspendiendo los vuelos a Toronto y exigiendo una retractaci¨®n p¨²blica de Freeland, cuya cr¨ªtica deb¨ªa de parecerles doblemente afrentosa por el hecho de ser mujer. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, pidi¨® a sus aliados que intercedieran, pero el respaldo de esos aliados ha resultado decepcionante: seg¨²n Washington, el desacuerdo es un tema bilateral que deben resolver los dos pa¨ªses implicados; y Reino Unido y Emiratos ?rabes Unidos han dado el silencio por respuesta, a la espera de heredar el contrato de los blindados canadienses¡
No es verdad que en todos nosotros habita un ni?o que tenemos que cuidar: no, lo que tenemos es un mu?eco diab¨®lico?
Tenemos aqu¨ª un conflicto entre intereses pol¨ªticos y principios ¨¦ticos: por una parte, el pragmatismo, la conveniencia de salvar miles de puestos de trabajo ¡ªadem¨¢s, en una provincia muy pobre y castigada por el paro¡ª, y por otra parte, el imperativo categ¨®rico, la buena conciencia de los espa?oles, escandalizada por las noticias de que en la oscura guerra de Yemen, que por otra parte tan poco inter¨¦s suscita, mueren inocentes, de lo que alguna responsabilidad tienen las potencias que suministran armas a los contendientes.
Naturalmente, la soluci¨®n f¨¢cil al conflicto, la respuesta que ofrecen algunas ONG y algunos colectivos antisistema, es que se cierren las empresas armament¨ªsticas y que se busque para los astilleros contratos no b¨¦licos. Que se busquen, que se ofrezcan alternativas.
Estaba yo pensando en esto cuando se ha despertado Chuky, el mu?eco diab¨®lico que habita en m¨ª. Porque, como creo haber dicho en alguna ocasi¨®n, no es verdad eso de que en todos nosotros habita un ni?o al que tenemos que cuidar: no, lo que tenemos es un mu?eco diab¨®lico. El m¨ªo se llama Chuky, viste levita verde y plastr¨®n, se parece f¨ªsicamente al pol¨ªtico Juan Carlos Monedero y siempre est¨¢ alterado, al borde de la apoplej¨ªa:
¡ªEsa de las oeneg¨¦s es una soluci¨®n de boquilla, emitida desde una posici¨®n sin responsabilidad pol¨ªtica ¡ªmasculla Chuky entre espumarajos de saliva¡ª, con la que quedan regio y que no compromete a nada. La tomar¨ªa m¨¢s en serio si viniese acompa?ada de 6.000 contratos de trabajo alternativo para los empleados de los astilleros, y para los empleados en Madrid, Catalu?a, Pa¨ªs Vasco, Galicia, Valencia y Andaluc¨ªa de las 130 ¡°empresas de Defensa¡± espa?olas, que es el eufemismo que se usa para las que fabrican productos armament¨ªsticos, sea tecnolog¨ªa inform¨¢tica, piezas del Eurofighter, sistemas de infrarrojos o corbetas. En re?ida competencia con EE UU, Rusia, India y una docena de pa¨ªses de la UE.
¡ªPero Chuky ¡ªle digo¡ª, ?no crees que es vil contribuir a las guerras lejanas vendiendo al mejor postor armas que matan ni?os, mientras se te llena la boca de bellas palabras como democracia y derechos humanos¡?
El caso canadiense demuestra que los jeques son quisquillosos cuando alguien mete la nariz en su patio
Me mira con desprecio ol¨ªmpico.
¡ªMe diga voc¨º, filisteo, nojento, homem bobo, cuartango de estar en casa, ?por qu¨¦ crees que es tan barata esa ropa bonita que llevas? Porque la cosen esclavos. Y lo sabes. Esos zapatos deportivos que llevas, cuya informalidad habla de impulsos libertarios, de bohemia, los hacen ni?os en talleres siniestros. ?Sabes c¨®mo se fabrica tu ordenador y tu tel¨¦fono m¨®vil?¡ ?Tienes acciones en un fondo de inversi¨®n? Te dar¨¢n m¨¢s beneficios y estar¨¢s m¨¢s contento cuantos m¨¢s empleados despidan las empresas.
¡ªHombre, Chuky, para eso est¨¢n las regulaciones y las instituciones internacionales, solo falta que me digas que por comprarme unos zapatos me hago c¨®mplice de los bombardeos en Yemen¡
¡ªCala a boca, assassino de mandarims! ¡ªsonr¨ªe c¨ªnicamente¡ª. La misma idea del comercio se basa en el abuso, en obtener m¨¢s de lo que valga cada cosa. Sabes muy bien que al final de la cadena de nuestras relaciones econ¨®micas siempre hay alguien que pierde. O, como dijo Publilio Siro, Lucrum sine damno alterius fieri non potest, no puede haber provecho para nadie sin da?o ajeno.
Este es uno de los rasgos m¨¢s antip¨¢ticos de Chuky: su maldita man¨ªa de escupir latinajos para que los dem¨¢s nos sintamos ignorantes.
¡ªCon tu fatalismo, Chuky, nos condenas a todos al nihilismo y la desesperaci¨®n. Pero algunos pensamos que, a pesar de todo, otro mundo es posible. Que es posible cambiarlo.
¡ª?Cambiar el mundo? ¡ªlanza una risotada¡ª. Non alium videre patres: aliumue nepotes ascipient. No lo vieron de otro modo nuestros padres, ni lo ver¨¢n de otro modo nuestros descendientes. Habr¨¢s reconocido, claro, la sentencia de Manilio.
Es tan esnob Chuky. Le detesto.
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