Las guerras superpuestas de Yemen
La intervenci¨®n saud¨ª ha sacado a la luz las m¨²ltiples fracturas del pa¨ªs ¨¢rabe m¨¢s pobre
En marzo de 2015 Arabia Saud¨ª decidi¨® restaurar al presidente Abdrabbo Mansur Hadi en el Gobierno de San¨¢, del que le hab¨ªan echado los rebeldes Huthi unos meses antes. Desde entonces, los estragos de los bombardeos de los saud¨ªes y sus aliados se han convertido en el p¨®ster de la guerra de Yemen. Pero esa intervenci¨®n militar, alentada por la convicci¨®n de que Ir¨¢n estaba detr¨¢s del avance Huthi, es s¨®lo el ¨²ltimo de los conflictos que se superpone sobre el castigado mapa del pa¨ªs m¨¢s pobre del mundo ¨¢rabe.
Para entonces, las cicatrices de la historia reciente hab¨ªan empezado a estallar de forma violenta hasta el punto de que no hab¨ªa una guerra civil sino varias. Hac¨ªa mucho que el Yemen m¨ªtico de la reina de Saba, de los conquistadores que trajeron las acequias a la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, de los primeros rascacielos de la historia y del caf¨¦ de Moca, ya hab¨ªa quedado sepultado por el oscurantismo religioso de los imames, las luchas tribales y la perniciosa dependencia del qat.
Los Huthi, una mezcla de partido pol¨ªtico y milicia as¨ª conocido por la tribu de sus principales dirigentes, pero cuyo nombre real es Ansarullah, se hab¨ªan hecho con el Gobierno en septiembre de 2014 y avanzado hasta Ad¨¦n, el gran puerto del sur. El grupo, inicialmente surgido en defensa de la minor¨ªa zayd¨ª (la rama del islam chi¨ª m¨¢s cercana a los sun¨ªes) jam¨¢s hubiera podido abandonar su feudo de Saada si no hubiera contado con el apoyo de una parte de la poblaci¨®n (harta de dirigentes corruptos) y, sobre todo, del expresidente Ali Abdul¨¢ Saleh, que nunca lleg¨® a aceptar la cesi¨®n del poder a Hadi que le impuso la comunidad internacional y que segu¨ªa contando con la lealtad de buena parte del Ej¨¦rcito.
La entrada de Riad y sus aliados en apoyo de Hadi agrav¨® el enfrentamiento, pero sobre todo abri¨® heridas mal cerradas. Por un lado, la situaci¨®n de caos suspendi¨® inicialmente las operaciones contra Al Qaeda que EE UU manten¨ªa con el Ej¨¦rcito yemen¨ª. La rama local de ese grupo, e incluso afiliados con el Estado Isl¨¢mico (ISIS), aprovecharon para expandir su f¨¦rula m¨¢s all¨¢ de las zonas monta?osas de Sabwa y Abyan, hasta Mareb, Lahej (a las puertas de Ad¨¦n) e incluso el puerto de Mukalla.
Por otro, las armas y el entrenamiento que Emiratos ?rabes Unidos (EAU) ha facilitado a las milicias del sur del pa¨ªs para combatir tanto a los Huthi como el avance de Al Qaeda, ha dado alas al Hirak, el movimiento independentista que no termin¨® de encajar la unificaci¨®n de Yemen del Norte y del Sur en 1990. De ah¨ª, que muchos de estos grupos luchen m¨¢s por el control territorial de sus regiones que por ver a Hadi en el palacio presidencial de San¨¢ y que la guerra por la influencia regional entre Arabia Saud¨ª e Ir¨¢n sea s¨®lo una de las muchas que se libran al mismo tiempo sobre los despojos de Yemen.
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