Alejandro F¨¦rnandez, un nieto ¡°espa?olazo¡± de Thatcher
As¨ª es el nuevo presidente del PP catal¨¢n, cuyo coche apareci¨® con una esv¨¢stica pintada en una ventanilla el pasado s¨¢bado
Alejandro Fern¨¢ndez (Tarragona, 1976) es el l¨ªder alternativo de un partido contracultural. Porque no es la CUP la que representa a los antisistema en Catalu?a, sino el PP, cuyos cuatro diputados, 30.000 afiliados y evidente marginalidad pol¨ªtico-medi¨¢tica tanto convierten a Fern¨¢ndez en el timonel de la incertidumbre como le permiten arriesgar la femoral en sus discursos provocadores.
Le dijo al president Quim Torra que era tan ¡°espa?olazo¡± como ¨¦l. Y prometi¨® a Carme Forcadell, entonces presidenta del Parlament, que defender¨ªa la unidad de Espa?a y la libertad ¡°hasta que se congele el infierno¡±. Y el infierno para Fern¨¢ndez no es solo el soberanismo. Tambi¨¦n el comunismo, por mucho que su madre sostenga con ¨¦nfasis la hoz y el martillo.
Alejandro, cuyo coche apareci¨® el pasado s¨¢bado con una esv¨¢stica pintada en una ventanilla y las ruedas pinchadas, ha salido al padre. ¡°Muy de derechas¡±. Y se recrea en el linaje no biol¨®gico pero s¨ª pol¨ªtico de Margaret Thatcher. Por la identificaci¨®n con el liberalismo. Por la apolog¨ªa de la meritocracia. Y por los obst¨¢culos que tuvo que sobrepasar para convertirse en la Dama de Hierro: mujer e hija de un tendero en un partido de hombres ricos y arist¨®cratas.
Quiere decirse que Fern¨¢ndez, de origen asturiano, cree mucho en el individuo y poco en la frustraci¨®n de los obst¨¢culos. De otro modo, no le hubiera correspondido asumir hace una semana la presidencia del Partido Popular en Catalu?a. Que es muy poco popular en Catalu?a. Y donde Fern¨¢ndez ha ascendido con las bendiciones de Pablo Casado en reciprocidad al apoyo que le prest¨® en las primarias, exponi¨¦ndose a la represalia de Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa y de Mar¨ªa Dolores de Cospedal. No solo un gesto de intuici¨®n pol¨ªtica, sino una prueba de camarader¨ªa, de identificaci¨®n generacional, de ambiciones de cambio y amistad: Casado y Fern¨¢ndez se frecuentan desde que el l¨ªder catal¨¢n ¡ª?primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Tarragona, dipu?tado auton¨®mico desde 2015¡ª ocup¨® su asiento en las Cortes entre 2011 y 2015.
Ha cambiado la estrategia chulesca y arrogante de Garc¨ªa Albiol por iron¨ªa e ingenio de oratoria
Fue el reconocimiento precoz a una carrera pol¨ªtica m¨¢s precoz todav¨ªa, pues Alejandro Fern¨¢ndez sostiene que la vocaci¨®n le sobrevino a la edad de 10 a?os. No hubo una revelaci¨®n concreta que anotar a la eventual hagiograf¨ªa, pero s¨ª ciertos fetichismos prematuros que podr¨ªan interesarle m¨¢s a los psicoanalistas que a los polit¨®logos. La atracci¨®n hacia Thatcher es un ejemplo, pero tambi¨¦n su devoci¨®n por el inconformismo de Ronald Reagan. Muy republicano ser¨ªa Fern¨¢ndez en EE?UU. Y muy mon¨¢rquico lo es en Espa?a. Cat¨®lico inconstante. Y lector un poco an¨¢rquico, pues Fern¨¢ndez frecuenta a Thomas Mann y a Eduardo Mendoza, y se ha le¨ªdo todas las novelas de Michel Houellebecq.
Le atrae m¨¢s la iconoclasia del escritor franc¨¦s que el catastrofismo. De hecho, Alejandro Fern¨¢ndez, m¨¢s que en Dios, cree en las fuerzas conservadoras e invisibles que corrigen los peligros del caos. Y que ¨¦l percibe incluso como remedio al ¡°delirio soberanista¡±. No quiere decir que vaya a adoptar la postura del loto en su nuevo puesto presidencial. El PP se encuentra al borde de la extinci¨®n. No solo por la impopularidad del marianismo, sino porque Ciudadanos se ha convertido en la fuerza hegem¨®nica del constitucionalismo y porque ha aportado a la pol¨ªtica catalana los revulsivos de Albert Rivera, In¨¦s Arrimadas y, ¨²ltimamente, Manuel Valls.
Para competir con ellos, Alejandro Fern¨¢ndez necesita sacudirse el anoni?mato. Su nombre y apellido identifican inevitablemente al cantante de rancheras mexicano. Todav¨ªa no ha conseguido la categor¨ªa de desambiguaci¨®n en Wikipedia, pero su personalidad pol¨ªtica y esc¨¦nica se antojan una contrafigura perfecta de Xavier Garc¨ªa Albiol, predecesor en el cargo presidencial y responsable de una estrategia chulesca, arrogante, que su heredero ha transformado en iron¨ªa e ingenio de oratoria, como si pretendiera adelantar a Iceta por la derecha.
Cae bien Fern¨¢ndez hasta entre sus adversarios m¨¢s corpulentos, pero la bonhom¨ªa del personaje no implica que haya cedido a sus convicciones neoliberales ni a su espa?ol¨ªa. El nuevo presidente del PP catal¨¢n concuerda con Casado la aplicaci¨®n inmediata del art¨ªculo 155. Reconoce los derechos y deberes de las parejas homosexuales, pero discrepa de catalogarlas en la ortodoxia de figura matrimonial. Y le parece ¡°una barbaridad¡± la actual ley del aborto porque ¡°el feto no es un ap¨¦ndice extirpable¡±, tal como nos confiaba en una conversaci¨®n reciente.
Descubrimos tambi¨¦n entonces que Fern¨¢ndez, licenciado en Pol¨ªticas por la Aut¨®noma de Barcelona, es hincha del Bar?a. Que sus mitos generacionales han sido Laudrup y Epi. Y que la resignaci¨®n a su carrera de cantante grunge la compensa con una discoteca de rock brit¨¢nico y americano que lo ensimisma de sus obligaciones a semejanza de un trance.
Est¨¢ casado en segundas nupcias, tiene tres hijos y le gusta tanto la fabada como el cine cl¨¢sico, aunque su cineasta contempor¨¢neo de referencia, m¨¢s all¨¢ de Cronenberg y de Lynch, es Paolo Sorrentino. Especialmente La gran belleza, alegor¨ªa de la est¨¦tica como camino de evasi¨®n y escenificaci¨®n de todas las virtudes de la pol¨ªtica italiana que Alejandro Fern¨¢ndez a?ora en la catalana y en la espa?ola: la flexibilidad, la capacidad de desdramatizar, la importancia de las formas y la iron¨ªa.
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