La presi¨®n interna en el PP rompi¨® el pacto judicial
Casado frustr¨® en el ¨²ltimo minuto los dos meses y medio de negociaciones fluidas entre la ministra Dolores Delgado y Rafael Catal¨¢
Los inoportunos mensajes con las injerencias pol¨ªticas sobre la Justicia reenviados desde el m¨®vil de Ignacio Cosid¨®, el portavoz del PP en el Senado, fueron una espoleta. Y para muchos en el PP la perfecta justificaci¨®n para romper el pacto judicial, el ¨²nico gran acuerdo alcanzado en esta legislatura entre el Gobierno socialista y el nuevo PP de Pablo Casado. El PP esgrime oficialmente que se deslig¨® del pacto por la ¡°deslealtad¡± del Ejecutivo de S¨¢nchez al filtrar el nombre de Manuel Marchena, el candidato conservador a presidente del Consejo General del Poder Judicial. Fuentes populares implicadas en la negociaci¨®n niegan esa versi¨®n y concluyen que el detonante fue la presi¨®n interna de la l¨ªnea m¨¢s dura en el partido y en sus apoyos medi¨¢ticos.
La intrahistoria de c¨®mo se fragu¨® primero el pacto y de c¨®mo se destroz¨® comienza con la ¨²nica reuni¨®n que han mantenido Pedro S¨¢nchez y Casado en La Moncloa el pasado 2 de agosto. Los dos l¨ªderes convinieron que proced¨ªa renovar en tiempo y formar el m¨¢ximo ¨®rgano del poder judicial y que deb¨ªan poner en la labor a alguien de su confianza. As¨ª fue.
Al d¨ªa siguiente S¨¢nchez encomend¨® esa tarea a su ministra de Justicia, Dolores Delgado, y Casado a Rafael Catal¨¢, el exministro de esa ¨¢rea en el ¨²ltimo equipo de Mariano Rajoy. Los dos se hicieron una primera llamada en verano y postergaron su primera cita, en el Ministerio, para los primeros d¨ªas de septiembre. Desde entonces esas reuniones fueron casi semanales, con discreci¨®n, y sin excesivos problemas, cre¨¢ndose incluso un clima de cierta confianza entre ambos, como confirman en el entorno de los dos equipos.
La primera tarea que se pusieron fue confirmar que de verdad quer¨ªan llegar a un acuerdo bilateral, sin incluir en las negociaciones ni a Podemos ni a Ciudadanos, y lo segundo que hicieron fue empezar a expurgar la lista de m¨¢s de medio centenar de candidatos que se presentaron para ocupar los 20 codiciados puestos de vocales del Poder Judicial. As¨ª llegaron hasta mediados de octubre, con el compromiso de no ponerse vetos. Y fue entonces Catal¨¢ el que exigi¨® a Delgado hablar ya del aspirante a presidente y puso sobre la mesa el nombre de Marchena. No era una propuesta casual ni inocente.
Marchena ya hab¨ªa sido propuesto para ese cargo en diciembre de 2013 por el entonces ministro popular Alberto Ruiz-Gallard¨®n a su interlocutor, Antonio Camacho, con el que negoci¨® con el mismo sistema la anterior renovaci¨®n del Consejo por delegaci¨®n respectiva de Rajoy y Alfredo P¨¦rez Rubalcaba. Marchena ya estaba entonces en el Tribunal Supremo y se cay¨® de la lista en la recta final, como ha sucedido ahora. Su te¨®rica querencia conservadora les pareci¨® un mal menor frente a su contrastada independencia y su nivel profesional demostrado en el procesamiento de los l¨ªderes independentistas en Catalu?a.
Delgado no hizo causa de ese nombre sino de recuperar una mayor¨ªa progresista en el Consejo. Catal¨¢ convenci¨® por su parte a Casado de que su amigo Marchena era inmejorable y sobre todo de que el reparto (11 vocales progresistas y 9 conservadores m¨¢s el presidente) era el mejor y ¨²nico posible. Delgado y Catal¨¢ coincidieron en que la renovaci¨®n facilitar¨ªa a su vez una cadena de m¨¢s de 30 nombramientos en otros niveles judiciales. A finales de octubre el asunto qued¨® casi resuelto a la espera de hacerlo p¨²blico. S¨¢nchez y Casado recib¨ªan informaci¨®n permanente. Se lleg¨® as¨ª al segundo fin de semana decisivo de noviembre. El peri¨®dico Abc public¨® ese viernes 9 una informaci¨®n con todos los aspirantes conservadores propuestos por el PP, sin citar al presidente. EL PA?S avanz¨® esa tarde en su web la candidatura de Marchena. Esa noticia molest¨® en el PP y en La Moncloa. Algunos medios la desmintieron. Ese fin de semana se volvieron a encontrar Delgado y Catal¨¢: el pacto segu¨ªa adelante pese a esos inconvenientes.
En la noche del domingo 11 de noviembre la ministra cit¨® para las 8.30 horas de ese lunes en su despacho a Marchena para confirmarle 15 minutos despu¨¦s que era su candidato a presidente. Ese lunes, tras ver a Delgado y avanzar al director de un medio de comunicaci¨®n sus planes para el futuro Consejo, Marchena comprob¨® c¨®mo desde La Moncloa se confirmaba su nombramiento, que poco despu¨¦s tambi¨¦n ratificaban fuentes del PP. No puso pega alguna.
¡°Enorme malestar¡±
El problema con Marchena se desboc¨® por la reacci¨®n airada del sector m¨¢s duro del PP y de los medios conservadores, no con el presidente sino con el aspirante a vocal progresista Jos¨¦ Ricardo de Prada, uno de los magistrados de la Audiencia Nacional que participaron en la redacci¨®n de la sentencia del caso G¨¹rtel, seg¨²n confiesan ahora dirigentes populares implicados en la negociaci¨®n y de la direcci¨®n. En una reuni¨®n interna del grupo parlamentario uno de los miembros de su direcci¨®n lleg¨® a reprocharle a Casado y su entorno esa ¡°excesiva flexibilidad¡± y que no entendiera ¡°el enorme malestar de las bases del partido a punto de explotar¡± por haber aceptado a De Prada.
Esa reacci¨®n y las duras cr¨ªticas en peri¨®dicos y radios afines al PP se multiplicaron en los d¨ªas siguientes hasta el punto de que la direcci¨®n del partido opt¨® entonces por permitir que Carlos Rojas, su portavoz parlamentario en la comisi¨®n de nombramientos, le cuestionara a la cara la falta de independencia de De Prada y le espetara que podr¨ªa estar mejor en el Consejo que firmando sentencias. Eso s¨ª, el PP se trag¨® el sapo de votarle a favor. Fue una reacci¨®n pactada para calmar ¨¢nimos internos muy soliviantados. Pero no fue suficiente.
Entonces lleg¨®, el lunes 19, la publicaci¨®n en El Espa?ol del whatsapp de Cosid¨®. El martes 20, Marchena renunci¨®. Y, a continuaci¨®n, se suspende la votaci¨®n en el Congreso de los vocales. En el PP se ha abierto una caza de brujas para averiguar qui¨¦n redact¨® ese mensaje que permiti¨® a Casado descolgarse de un pacto al que no ve ya suficientes beneficios.
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