Barbate, contra viento y marea
La localidad gaditana trata de escapar de la leyenda negra de la droga potenciando las almadrabas y recuperando el uso del campo militar
Desde los a?os de la Segunda Rep¨²blica hasta mediados del siglo pasado, Barbate fue el lejano Oeste. La fiebre del at¨²n, cuenta Alfonso Reyes, patr¨®n mayor de la cofrad¨ªa de pescadores, atrajo a gallegos, vascos, canarios, se abrieron seis f¨¢bricas de conservas, 200 barcos de gran tonelaje zarpaban con destino a Mauritania y Marruecos con 30 o 40 marineros a bordo y, de vez en cuando, el dictador ven¨ªa a pescar en la barca de Vidal, ¡°un hombre mayor, no s¨¦ si viudo o mocito viejo¡±, y al irse dejaba como limosna la remodelaci¨®n del puerto de la Albufera o el derecho a que el pueblo usara su apellido. No en vano desde 1950 a 1998 Barbate se llam¨® Barbate de Franco.
De aquellos tiempos ¡ªuna econom¨ªa boyante con m¨¢s de 2.000 marineros embarcados y el 98% de la poblaci¨®n dependiendo de la pesca¡ª ya no queda nada. El ¨²ltimo censo apenas llega a los 400 pescadores, m¨¢s pendientes de las subvenciones europeas que del estado de la mar, y sucesivos naufragios casuales o inducidos han provocado que tanto el patr¨®n mayor como el alcalde, el andalucista Miguel Molina, reconozcan que en Barbate ¡°se pasa hambre¡±. El primer naufragio fue el fin de los tratados con Marruecos, a mediados de los noventa. ¡°Ah¨ª empez¨® la ruina del pueblo¡±, explica Alfonso Reyes, ¡°Europa empez¨® a mandar subvenciones y la gente dej¨® de trabajar. ?Para qu¨¦, si algunos subsidios llegaban a los 1.500 euros y aqu¨ª con ese dinero eres capit¨¢n general? El problema es que ya sabemos a lo que conduce tener dinero y tiempo libre. Algunos j¨®venes empezaron a pensar en otras cosas¡±.
Las ¡°otras cosas¡± no son exclusivas de Barbate, pero se dio la circunstancia de que el tr¨¢fico de hach¨ªs, una constante en la costa de C¨¢diz, separada por apenas 14 kil¨®metros de la de Marruecos, tuviera aqu¨ª como protagonista de aquella ¨¦poca a un personaje estrafalario que atrajo la atenci¨®n medi¨¢tica. Se apodaba Ant¨®n, era hijo de un viejo contrabandista de tabaco y lleg¨® a tener la desfachatez de presumir de su poder¨ªo pase¨¢ndose por las calles de su pueblo con un cachorro de le¨®n atado a una correa. Una de las veces que le echaron el guante, los agentes conduc¨ªan uno de los 14 lujosos todoterrenos que le hab¨ªan incautado en una operaci¨®n anterior. El narcotraficante se percat¨® y les solt¨® una de sus fanfarronadas: ¡°Sali¨® bueno este coche, eh. Si lo llego a saber compro uno para vosotros y otro para m¨ª¡±.
El alcalde se lamenta de que, mientras en otros pueblos vecinos el dinero de la droga se blanque¨® silenciosamente, Barbate se qued¨® con la mala fama. ¡°Yo nunca he visto aqu¨ª una pistola¡±, dice Miguel Molina, ¡°este es uno de los pueblos m¨¢s seguros del mundo, pero a ra¨ªz de las conductas de estos personajes se construy¨® una leyenda negra que nos est¨¢ costando mucho quitarnos de encima¡±.
La mala fama se uni¨® a la decadencia de la pesca y a una gesti¨®n municipal desastrosa hasta dibujar un paisaje desolador. Los muelles donde antes se remendaban las redes se fueron convirtiendo en un dep¨®sito de anclas herrumbrosas. Y m¨¢s arriba, entre las calles del pueblo, empez¨® a sentirse el hambre. ¡°Los que pudieron iniciaron el ¨¦xodo hacia el Mediterr¨¢neo¡±, explica el patr¨®n mayor, ¡°y otros se fueron agarrando a lo que ten¨ªan m¨¢s cerca, que en muchos casos eran los abuelos¡±. Con una mezcla de ternura y humor ¡ª¡°cantando la pena, la pena se olvida¡±, escribi¨® Manuel Machado¡ª, Alfonso Reyes asegura: ¡°Lo digo con cari?o, pero antes nadie quer¨ªa hacerse cargo de los viejos y los mandaban a una residencia. Ahora, para muchas familias, un viejo es una loter¨ªa. Entre lo poquito de la pensi¨®n del abuelo, de lo que gana la mujer limpiando alguna casa en el verano y el hombre con los pocos d¨ªas que est¨¢ embarcado, van saliendo las familias adelante¡±.
El ¨²nico sector que tiene futuro y que constituye la esperanza de Barbate es el de las almadrabas. ¡°Es la ¨²nica pesca que funciona¡±, dice el alcalde, ¡° y adem¨¢s respeta el medio ambiente y genera mucho m¨¢s empleo que un atunero¡±.
Hay otro factor que tiene hipotecado el futuro de Barbate. En 1982, el Ministerio de Defensa expropi¨® la sierra del Ret¨ªn y la convirti¨® en un campo de adiestramiento militar. ¡°Es una zona de tiro de 5.400 hect¨¢reas que incluye una gran extensi¨®n de costa que nunca nos ha reportado nada¡±, explica el alcalde, ¡°y que impide que el pueblo pueda tener una depuradora en condiciones, un huerto solar o una entrada directa desde la carretera nacional 340¡±. Si se tiene en cuenta que, en 1989, el Parlamento Andaluz aprob¨® la m¨¢xima protecci¨®n para el Parque Natural de La Bre?a y las Marismas del Barbate, el 83% del municipio es tierra inh¨¢bil. As¨ª que el acalde y el patr¨®n mayor se han puesto de acuerdo para ganarle un batalla al Ej¨¦rcito.
¡°Como luchar contra los militares no ten¨ªa ninguna posibilidad de ¨¦xito¡±, explica Miguel Molina, ¡°estamos tratando de convertirlo en un aliado para que nos dejen construir en sus terrenos la depurada, el huerto solar y la carretera. Y que si tienen que fabricar algo, que lo hagan aqu¨ª¡±. Hace unas semanas, el patr¨®n mayor explic¨® la situaci¨®n a los altos mandos militares con los que se reuni¨® en Madrid: ¡°Cada vez que ustedes se ponen a pegar tiros, mis pescadores artesanales, unos 20 padres de familia, no pueden salir a la mar. Los 10 kilos de salmonetes que pescan al trasmallo es lo ¨²nico que tienen para que sus familia coman. Yo entiendo, se?or almirante, que ustedes tengan que disparar, pero usted tenga tambi¨¦n en cuenta que el hambre es muy mala¡±.
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