Mejor Europa
Debemos recordar que la paz y prosperidad que ha conseguido nuestro continente es un triunfo de la pol¨ªtica
Ahora que triunfa la antipol¨ªtica, debemos recordar que la paz y prosperidad que ha conseguido nuestro continente, la m¨¢s duradera en un milenio, es un triunfo de la pol¨ªtica. Es el triunfo de unos pol¨ªticos franceses, italianos y alemanes visionarios, que, tras la II Guerra Mundial, propusieron una soluci¨®n nueva a las crisis peri¨®dicas causadas por los nacionalismos: la creaci¨®n de una instituci¨®n supranacional basada en el derecho, la UE.
Pues bien, Europa es m¨¢s necesaria que nunca. El cambio clim¨¢tico, el aumento del poder de China mientras EE UU se retira hacia al aislacionismo, la migraci¨®n, son retos imposibles de solucionar para un pa¨ªs europeo por s¨ª solo. Desgraciadamente, en muchos pa¨ªses de la Uni¨®n gobiernan, o amenazan con gobernar, partidos nacionalistas, que defienden las mismas pol¨ªticas identitarias que nos han llevado a la cat¨¢strofe a menudo en nuestra historia. En Espa?a gobiernan en Catalu?a, presididos por un inconsciente que busca, como ha dicho recientemente, hacernos regresar a lo m¨¢s oscuro de nuestra historia com¨²n.
Estas elecciones europeas ser¨¢n el momento en que las sociedades deben decir, con claridad, no a esta deriva. No al nacionalismo identitario. No a los que buscan dividirnos. No a los que quieren regresar al pasado. Los europeos tenemos la oportunidad de regresar por el camino de la soberan¨ªa compartida, de las instituciones comunes y del Estado de derecho. Para ello, primero es necesario que quienes defendemos la UE reconozcamos los graves errores que Europa ha cometido y que han sido, en parte, la causa del ascenso de las fuerzas antieuropeas.
Hasta los noventa, el gran proyecto de Europa hab¨ªa sido construir un mercado ¨²nico. Se trataba de sustituir las confrontaciones en el campo de batalla por las discusiones en la mesa de negociaci¨®n. Este ha sido un proyecto exitoso que ha unificado el continente. Pero durante las ¨²ltimas tres d¨¦cadas, Europa se ha embarcado en dos proyectos m¨¢s ambiciosos: la Uni¨®n Econ¨®mica y Monetaria, lanzada a ra¨ªz del tratado de Maastricht en 1991 y culminada con la introducci¨®n de una moneda com¨²n, el euro; y el espacio de Schengen, un acuerdo firmado en 1995 por el que 26 pa¨ªses han abolido las fronteras entre ellos para que ciudadanos y mercanc¨ªas viajen sin obst¨¢culos burocr¨¢ticos. Desgraciadamente, en ambas ¨¢reas de integraci¨®n Europa ha avanzado sin hacer los cambios necesarios para que la integraci¨®n funcione.
Al crear el euro y abandonar su propia moneda, los gobiernos ceden funciones clave de la pol¨ªtica econ¨®mica. En particular, el control de la pol¨ªtica monetaria, de la pol¨ªtica bancaria (un pa¨ªs sin moneda propia no puede garantizar en t¨¦rminos nominales los activos de los bancos ante un p¨¢nico bancario) y de la pol¨ªtica fiscal, cuyos l¨ªmites se establecen de forma conjunta. Compensar esa p¨¦rdida de autonom¨ªa requiere pol¨ªticas comunes. Eso se ha hecho solo parcialmente: el BCE est¨¢ a cargo de la pol¨ªtica monetaria, pero no se cre¨® ninguna instituci¨®n capaz de hacer una pol¨ªtica fiscal antic¨ªclica com¨²n ni ninguna otra capaz de llevar a cabo rescates bancarios y garantizar los dep¨®sitos. Tuvo que venir una crisis sin precedentes para que los pa¨ªses dieran pasos adelante para resolver estos problemas. Incluso tras esa crisis, falta terminar la uni¨®n bancaria con un seguro de dep¨®sitos com¨²n y erigir instituciones que gestionen la pol¨ªtica fiscal del euro.
Lo mismo sucede con Schengen. Los pa¨ªses han activado un sistema que permite la libre circulaci¨®n por el interior de las fronteras europeas. Pero gestionar ese espacio requiere gestionar juntos las fronteras y las pol¨ªticas migratorias y de asilo. Si no, un emigrante que vea rechazada su petici¨®n de asilo en un pa¨ªs puede, simplemente, partir hacia otro y aprovechar la falta de fronteras para volver a empezar. O quien huye de la justicia de un pa¨ªs puede refugiarse en otro, como sucede ahora con los pol¨ªticos separatistas procesados.
El nuevo Parlamento Europeo deber¨¢ resolver estos dos problemas. Debemos construir un euro s¨®lido, con capacidad para resolver crisis bancarias y fiscales, y una frontera exterior com¨²n, con una pol¨ªtica migratoria com¨²n que acoja a los refugiados, regule la migraci¨®n ilegal y resuelva la situaci¨®n de los irregulares buscando su regreso a sus pa¨ªses de origen. Sin avances en esas dos ¨¢reas, la incompleta construcci¨®n europea dejar¨¢ un espacio creciente para que populistas y nacionalistas terminen por acabar con ella. No nos podemos permitir el regreso al pasado. Es el momento de un contrataque decidido de quienes creemos en que compartir nuestra soberan¨ªa es la ¨²nica forma de preservarla.
Luis Garicano es vicepresidente de la Alianza de Partidos Liberales y Dem¨®cratas Europeos.
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