1979, el precedente de las elecciones generales y municipales en un mes
Las campa?as discurrieron "con mucha serenidad", recuerda Ram¨®n Tamames, que se present¨® entonces por el PCE al Congreso y al Ayuntamiento de Madrid
Solo hay un precedente en la democracia espa?ola, instaurada tras el franquismo, de la convocatoria de elecciones generales un mes antes de la celebraci¨®n de las municipales. Fue en 1979, un a?o crucial para la consolidaci¨®n del nuevo r¨¦gimen de libertades en Espa?a. Si hoy Pedro S¨¢nchez ha llamado a las urnas el 28 de abril cuando ya estaban previstas para el 26 de mayo las municipales y las europeas (adem¨¢s de las auton¨®micas para la mayor¨ªa de comunidades), el presidente de Gobierno de 1979, Adolfo Su¨¢rez, fij¨® el 1 de marzo para las generales, mientras que las municipales fueron el 3 de abril de aquel a?o.
Obviamente, las circunstancias son muy diferentes, si bien el lapso entre los dos comicios es pr¨¢cticamente el mismo, as¨ª como la concatenaci¨®n de las respectivas campa?as electorales. En 1979, se celebraron los primeros comicios generales tras aprobarse la Constituci¨®n un a?o antes y las primeras elecciones municipales en Espa?a tras la recuperaci¨®n de la democracia. Las auton¨®micas llegaron m¨¢s tarde, a partir de 1980. Entonces catalanes y vascos estrenaron el voto en estas elecciones tras la dictadura.
En 1979, la entonces hegem¨®nica Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico (UCD) de Su¨¢rez gan¨® con el 34,8% de los votos que le valieron 168 diputados en el Congreso. Repiti¨® los resultados de las elecciones constituyentes de 1977, con el magro saldo a su favor de tres diputados m¨¢s. Tampoco el PSOE se qued¨® satisfecho porque con el 30,4% de los votos alcanz¨® los 121 diputados, ganando solo tres esca?os. El PCE obtuvo 23 diputados (10%), tres m¨¢s que en las anteriores y Coalici¨®n Democr¨¢tica, nombre con el que se present¨® la Alianza Popular de Manuel Fraga, logr¨® 10 esca?os (6%), una decena menos que en 1977. Blas Pi?ar concentr¨® en Uni¨®n Nacional los votos de la extrema derecha y ocup¨® un esca?o.
En dos a?os, entre 1977 y 1979, el mapa pol¨ªtico espa?ol apenas se movi¨®, aunque s¨ª fue configurando un bipartidismo, protagonizado a la saz¨®n por UCD y PSOE, que se consolidar¨ªa posteriormente con la sustituci¨®n de los centristas por el PP. Una situaci¨®n, el bipartidismo, que se hizo a?icos a partir de las elecciones generales de 2015.
En las elecciones municipales de 1979 s¨ª que se produjo un notable vuelco pol¨ªtico. Aunque la UCD sigui¨® siendo el partido m¨¢s votado, con un 30,6% en toda Espa?a, el PSOE le pisaba ya los talones con un 28,2%. El 13% de los comunistas posibilit¨® que, tras el pacto con los socialistas, las principales ciudades espa?olas fueran gobernadas por la izquierda. Es el caso de Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza o M¨¢laga. De las 50 capitales de provincia, el PSOE obtuvo 23 alcald¨ªas; UCD 20, el PNV 3; y PCE, PSA, Unidades Galega y UPC una cada una.
El economista Ram¨®n Tamames, de 85 a?os, se acuerda bien de aquella ¨¦poca. De hecho, fue elegido en 1979 diputado por el PCE al Congreso y tambi¨¦n un mes despu¨¦s concejal por el mismo partido en el Ayuntamiento de Madrid. ¡°En el PCE ten¨ªamos muy buenos especialistas. Recuerdo que Cristina Almeida presid¨ªa una junta municipal importante, que Manuel Castells, soci¨®logo de Berkley, particip¨® en un libro. Creo que fui yo quien propuso el lema de campa?a Madrid tiene remedio. El PCE era el partido que mejor conoc¨ªa los barrios ¡¡±, explica.
Pero ?c¨®mo fue la coincidencia de esas dos campa?as electorales? ?Hubo una especial intensidad? ¡°Pues la verdad es que no recuerdo que hubiera una especial intensidad, aunque, claro, en las elecciones siempre hay intensidad, pero no fue una cosa disparatada. Las campa?as y las elecciones discurrieron con mucha serenidad, dir¨ªa¡±, comenta. ?El ambiente pol¨ªtico estaba menos crispado que ahora? ¡°Mucho menos. Se volvi¨® a crispar a?os despu¨¦s con la OTAN. Hab¨ªa un conocimiento entre la gente al frente de los partidos, un conocimiento personal de los l¨ªderes. Se negoci¨® mucho y tranquilamente, dentro y fuera del Congreso, y hab¨ªa la coincidencia de que ten¨ªamos que ser ¨²tiles, llegada la democracia, y aliviar los problemas econ¨®micos y de la gente. Con el t¨ªtulo 8 de la Constituci¨®n, quiz¨¢ nos pasamos de rosca con las autonom¨ªas y el caf¨¦ para todos, pero bueno eso es otra cosa¡±.
¡°En la campa?a de las generales del PCE defend¨ªamos el compromiso hist¨®rico que en Italia fracas¨® por el asesinato de Aldo Moro y la relegaci¨®n de Enrico Belinguer [del PCI]. Aqu¨ª, tuvimos la ocasi¨®n ¨²nica de poner de acuerdo a todo el arco parlamentario. Todos los partidos eran muy activos, con los pactos de la Moncloa. Y nosotros tuvimos la fortuna de tener un padre de la Constituci¨®n Jordi Sol¨¦ Tura, que nos explicaba qu¨¦ pasaba en los trabajos de la Constituci¨®n. Antes de las elecciones y despu¨¦s, hab¨ªa un ambiente muy bueno. Luego lleg¨® lo que se llam¨® el desencanto", concluye el economista que, tras abandonar el PCE en 1981, ser¨ªa fundador de Izquierda Unida y despu¨¦s militante del Centro Democr¨¢tico y Social (CDS) en una evoluci¨®n paulatina hacia posiciones m¨¢s conservadoras.
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