La herencia m¨¢s explosiva de la Guerra Civil
80 a?os despu¨¦s del fin del conflicto, los artificieros de la Guardia Civil siguen neutralizando cada a?o m¨¢s de un millar de artefactos b¨¦licos
ARTEFACTOS DE LA GUERRA CIVIL ENCONTRADOS DESDE 1985
Pincha en los puntos rojos para conocer cu¨¢ntas bombas se han hallado en cada municipio
El pasado d¨ªa 21, los artificieros de la Polic¨ªa Nacional desactivaron un proyectil de 45 cent¨ªmetros desenterrado por unas obras en un camino de la Casa de Campo de Madrid, a la que cada fin de semana acuden miles de vecinos de la capital. Por seguridad, se acordon¨® la zona y se desalojaron dos edificios colindantes.
No fue un hecho inusual. Solo cuatro d¨ªas antes, se hall¨® otro ob¨²s cerca de la Escuela de Arquitectura. Por la Universidad y la Casa de Campo pas¨® la l¨ªnea del frente de la Guerra Civil, de cuyo final oficial (¡°cautivo y desarmado el Ej¨¦rcito rojo...¡±, comenzaba el bando del general Franco) se cumplen hoy 80 a?os.
Pese al tiempo transcurrido, las decenas de miles de artefactos sin explotar que tres a?os de conflicto b¨¦lico dejaron en herencia a las generaciones venideras no han perdido un ¨¢tomo de su poder destructivo. ¡°Si el proyectil se abre, el explosivo puede degradarse por la humedad, pero si est¨¢ intacto, sigue activo indefinidamente¡±, advierte el teniente Salvador Serrano, del Servicio de Desactivaci¨®n de Explosivos de la Guardia Civil con base en Valdemoro (Madrid).
El 2 de mayo del a?o pasado, un hombre de 38 a?os result¨® gravemente herido al explosionar un proyectil que guardaba en su chal¨¦ en Ar¨¦valo (?vila). Cuando acudi¨® la Guardia Civil, alertada por los vecinos, se encontr¨® un arsenal de artefactos de la Guerra Civil que hab¨ªa ido almacenando. En noviembre de 2014, un agricultor muri¨® en Vila-real (Castell¨®n) al explotar una bomba en su caseta de aperos; y en septiembre de 2013, un hombre y su hijo sufrieron heridas graves por la explosi¨®n de un artefacto en un garaje que estaban limpiando en Teruel.
Seg¨²n una respuesta parlamentaria al senador de EH Bildu Jon I?arritu, la Guardia Civil ha detonado en los ¨²ltimos 33 a?os, desde 1985, unos 35.000 artefactos explosivos, en un 80% procedentes de la Guerra Civil.
El mapa de los hallazgos, elaborado a partir de un listado de m¨¢s de 300 p¨¢ginas, marca en rojo las zonas donde se libraron las grandes batallas: Jarama, Guadalajara, Brunete, Teruel, el Ebro... pero no hay una provincia libre de este peligro latente. El primer puesto se lo lleva Teruel (3.693 artefactos), seguida de Asturias (2.283), Madrid (2.277), Tarragona (2.194) y Castell¨®n (2.058).
En contra de lo que cabr¨ªa esperar, el n¨²mero de hallazgos no decrece con el paso de los a?os, sino que se mantiene estable en torno a poco m¨¢s de un millar anual, con picos que responden al descubrimiento de una partida especialmente voluminosa (como las 538 granadas de mortero halladas en julio de 2017 en un acu¨ªfero de Teruel) o la llegada de la fiebre de la construcci¨®n a terrenos que fueron en su d¨ªa campo de batalla.
Seg¨²n explica el teniente, en las zonas rurales la mayor¨ªa de los hallazgos los realizan senderistas o pastores, que se topan con artefactos desenterrados por la lluvia, mientras que en las ciudades salen a la luz cuando las m¨¢quinas remueven la tierra de un solar para edificarlo. Tambi¨¦n han hallado proyectiles en casas aisladas, ocultos en falsos techos o en huecos entre los muros, como si sus moradores los hubieran guardado para usarlos en caso de ser atacados.
El mayor peligro son los coleccionistas, que se los llevan a casa sin ser conscientes de la carga mort¨ªfera que transportan. Incluso la carcasa de un proyectil, roto y en apariencia vac¨ªo, que algunos usan de florero, puede tener una base con p¨®lvora.
Los artefactos m¨¢s numerosos son las granadas de mano (13.219), seguidas por los proyectiles de artiller¨ªa (12.959), la mayor¨ªa rompedores de 75 y 105 mil¨ªmetros. Les siguen las granadas de mortero, las m¨¢s frecuentes de 81 mil¨ªmetros (6.080); y las espoletas (1.267). La cifra m¨¢s baja (645) corresponde a bombas de aviaci¨®n, italianas (legionarias) o alemanas (negrillas), pero son tambi¨¦n las que tienen m¨¢s carga explosiva: el 75% de su peso es TNT.
Inicialmente iban cargados de trilita, pero a medida que avanz¨® la guerra, se rellenaban con el explosivo m¨¢s a mano; e incluso algunas bombas de aviaci¨®n eran proyectiles de artiller¨ªa a los que se pon¨ªan aletas.
A principios de mes, al guardia Eusebio Rodr¨ªguez, 36 a?os de artificiero, le toc¨® ir a Loranca de Taju?a (Guadalajara) porque un vecino hab¨ªa encontrado una granada. Se qued¨® p¨¢lido cuando el descubridor del artefacto le explic¨® que deb¨ªa tener una pieza suelta porque al agitarlo sonaba algo dentro, Pudo haber volado por los aires.
Algunas bombas son incluso anteriores a la Guerra Civil. En marzo de 1985, un arrastrero pesc¨® en el golfo de Vizcaya dos bombas de la Primera Guerra Mundial y las llev¨® a puerto. Cuando el equipo de la Guardia Civil comenz¨® a desactivar la primera, sali¨® una emanaci¨®n de gas que intoxic¨® al agente y le mantuvo cuatro d¨ªas hospitalizado. Era una bomba qu¨ªmica. Afortunadamente, cuando se escap¨® la nube t¨®xica estaba lloviendo, por lo que no se dispers¨®. Sin tocarlo siquiera, el segundo proyectil fue arrojado a una sima en el fondo del mar.
Prohibido tocar, peligro de explosi¨®n
La Guardia Civil no se cansa de repetir que cuando alguien se encuentre en el campo alg¨²n objeto sospechoso de ser un artefacto no debe tocarlo bajo ning¨²n concepto y, mucho menos, transportarlo. Lo que hay que hacer es marcar con alguna se?al el lugar del hallazgo y llamar al 062. El protocolo que usa el instituto armado para este tipo de artefactos no pasa por desactivarlos, sino por destruirlos con un cebo. Si es posible, en el propio lugar donde se encuentre, y si no fuera viable, en el sitio m¨¢s pr¨®ximo que re¨²na las condiciones de seguridad.
Estas incluyen buscar una hondonada donde colocar el artefacto y situarse a una distancia m¨ªnima de 200 a 300 metros, a cubierto tras accidentes del terreno o con sacos terreros.
Los artificieros de la Guardia Civil utilizan trajes especiales para explosionar los artefactos, mantas antiexplosivas y remolques por si hace falta transportarlos, pero no robots. Se reservan para desactivar bombas.
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