Historia ¨ªntima de una c¨¦lula yihadista
As¨ª vivieron durante a?os las espa?olas que esperan a ser extraditadas desde Siria: inmersas con sus maridos y otras parejas en los ambientes m¨¢s radicales de Madrid
El 1 de mayo de 2014, hacia las siete de la tarde, Raquel Alonso, esposa de Nabil Benazzou (Casablanca, 1972), llam¨® a su cu?ada Asmaa a Marruecos: "Tu hermano est¨¢ llegando a unos extremos en los que me da la sensaci¨®n de que se va a ir en cualquier momento. Ya no es la persona con la que me cas¨¦. Ha entrado en un punto radical muy fuerte. No s¨¦ hasta d¨®nde puede llegar. Estoy segura de que este viaje a Marruecos tiene una finalidad. No me puedo creer que cuatro amigos se van a Marruecos as¨ª de repente".
Nabil, casado con la espa?ola, con dos hijos y con trabajo estable, se hab¨ªa ido esos d¨ªas a su pa¨ªs con otros habituales de la mezquita de la M-30 y, sin embargo, no fue a visitar a su familia, sino a Omar El Harchi, el l¨ªder operativo de la c¨¦lula yihadista Al Andalus, que ser¨ªa desarticulada por la Polic¨ªa un mes m¨¢s tarde, en junio de ese mismo a?o. Nabil fue detenido junto a otros ocho hombres por pertenencia a organizaci¨®n terrorista y otros ocho viajaron a Siria. Fuentes policiales confirman que El Harchi, que parti¨® de Casablanca hacia Siria a finales de mayo de 2014, est¨¢ hoy detenido por las Fuerzas Democr¨¢ticas Sirias (FDS).
Los nueve arrestados en Espa?a est¨¢n en prisi¨®n desde entonces, condenados a ocho a?os por pertenencia a organizaci¨®n terrorista, pero al menos tres de las mujeres espa?olas que acompa?aron a los que se fueron y sus 11 hijos est¨¢n ahora retenidos en campos de yihadistas en Siria, a la espera de que el Gobierno espa?ol las extradite (o no): "Solo deseamos volver a Espa?a", dec¨ªa Yolanda Mart¨ªnez Cobos (Madrid, 1985), esposa de El Harchi en una entrevista con EL PA?S hace unos d¨ªas. Otras han seguido sus vidas en Madrid, tras a?os de convivencia con la versi¨®n m¨¢s radical del islam. Desbrozando autos, informes policiales, piezas del sumario y la propia sentencia, aparece la historia ¨ªntima de esas familias que durante tres a?os conformaron la llamada Brigada Al Andalus, una plataforma para el env¨ªo de combatientes al autoproclamado califato del Estado Isl¨¢mico.
Nabil, deslumbrado por la determinaci¨®n de Mohamed El Amin Aabou, que le fue presentando progresivamente a los l¨ªderes ¡ªel antiguo preso de Guant¨¢namo acogido por Espa?a en 2005, Lhacen Ikassrien (Marruecos, 1972), y Omar El Harchi, propietario de un locutorio¡ª, se hab¨ªa convertido en una suerte de conseguidor y facilitador de infraestructuras para el grupo.
"No van a encontrar nada"
Del mismo modo que usaban la finca del suegro de Nabil en Santa Cruz de Pinares en ?vila para montar barbacoas con todas las familias y hacer entrenamientos f¨ªsicos por la monta?a y pr¨¢cticas de tiro, le ped¨ªa a su mujer, Raquel, que con su empresa de eventos le hiciera contratos de trabajo falsos a las esposas de algunos de sus nuevos amigos. "Yo no hago eso", le espet¨® ella, que tiempo despu¨¦s, sinti¨¦ndose vigilada, le ayud¨® a limpiar la casa de todo el material que pudiese resultar sospechoso. "No van a encontrar nada, hicimos limpieza hace una semana", les dijo a los polic¨ªas el 16 de junio de 2014, cuando se llevaban a su esposo detenido y realizaban el registro de su vivienda.
"La otra vez, cuando estuvimos en ?vila y hablamos de la yihad, Hannae [Ajaoud], la esposa del Argentino [Cesar Ra¨²l Rodr¨ªguez, 30 a?os] dec¨ªa que si su marido quer¨ªa irse que se fuera, es la voluntad de Al¨¢. Yo le recit¨¦ unas aleyas del Cor¨¢n y le dije que yo no iba a dejar que mi marido se fuese", le cuenta Samira El Hallaoui, la esposa de Mohamed Bouyakhlef (Tetu¨¢n, 1984), a otra de las mujeres del grupo. "Sin embargo", prosigue, "cuando los hombres se fueron a dar un paseo y estuvo Raquel [esposa de Nabil y propietaria de la finca] delante, Hannae cambi¨® r¨¢pidamente de opini¨®n y empez¨® a decirme "?Samira, no puedes apoyar esto! ?Esto son grupos! ?Es pecado!".
Los debates entre las mujeres, que formaban parte del grupo al acompa?ar (tambi¨¦n con sus hijos) a sus maridos a las barbacoas y a los encuentros campestres en el embalse del Atazar, muestran el grado de implicaci¨®n de cada una de ellas e incluso el nivel de convencimiento, apoyo o colaboraci¨®n con respecto a la opci¨®n tomada por sus maridos. Sin embargo, no aparecen como investigadas en la causa, sino como testigos. "En Espa?a parece que existe una especie de acuerdo t¨¢cito para no procesar a estas mujeres", dice uno de los abogados de los acusados.
Ellas no iban a las reuniones en la teter¨ªa Isla Verde de Torrej¨®n de Ardoz, adonde acud¨ªan los hombres a menudo, tambi¨¦n con sus hijos, porque all¨ª preparaban comida casera marroqu¨ª. Fue precisamente all¨ª donde celebraron la despedida de Mohamed El Amin Aabou el 27 de febrero de 2013, poco antes de que vendiera su casa de la Ca?ada Real y se fuera con su mujer, la madrile?a conversa Luna Fern¨¢ndez (Madrid, 1989), y su dos hijos a Alejandr¨ªa (Egipto) el 10 de marzo. La joven que ahora tiene 30 a?os y se encuentra en el campo de Al Hol con cuatro hijos propios y cuatro adoptados de otra familia marroqu¨ª presuntamente residente en Espa?a le dijo entonces a su madre y a su abuela que se iban a poner un negocio de ropa con otro matrimonio. Pero lo cierto es que El Amin Aabou, a quien conoci¨® en el centro de menores La Ciudad de los Muchachos, donde Luna pas¨® su infancia y su adolescencia, pretend¨ªa montar otra plataforma de envi¨® de mujaidines a Siria en un Egipto gobernado entonces por Los Hermanos Musulmanes.
Finalmente, toda la familia parti¨® hacia Turqu¨ªa desde Egipto en mayo de 2014. Aunque pocos d¨ªas antes Aabou tuvo que pasar por el consulado a solicitar un certificado de defunci¨®n de su ¨²ltima hija, nacida en Alejandr¨ªa y que hab¨ªa muerto al poco de nacer.
Entretanto, en Madrid el resto del grupo y sus mujeres se preparaban para la partida. "Nos ha tocado vivir tiempos en los que la guerra contra el islam es una realidad clara", le dec¨ªa Navid Sanati a Younes Zayyad (Marrakech, 1984). Los hombres se afanaban en pasar "el cepillo" por las mezquitas ¡ª10 euros como contribuci¨®n media, seg¨²n reflejaba la libreta contable de Mohamed Khalouk (Larache, 1981)¡ª, vend¨ªan sus casas, coches, dejaban de pagar los recibos y las hipotecas y se acompa?aban unos a otros a comprar ropa de monta?a a las distintas tiendas de Decathlon de la Comunidad de Madrid, para no ir siempre al mismo.
Samira le hac¨ªa la maleta a Mohamed y la escond¨ªa debajo de la cama. Ayssa Harrar, la esposa de Oialae Chergui (Asilah, 1988) le bordaba una bandera del Estado Isl¨¢mico, que la polic¨ªa encontr¨® en una librer¨ªa del sal¨®n de su casa. La mujer de Younes, apremiada por su marido, hab¨ªa embalado hasta la cuberter¨ªa...
Alta tensi¨®n en las parejas
Sin embargo, la convivencia en las parejas estaba llena de discusiones y broncas: "?Si tienes cojones te vas pero yo quiero saber sobre mi situaci¨®n ahora mismo!", le espet¨® en una ocasi¨®n Samira a Mohamed, que ya le consultaba a Nabil si podr¨ªa viajar sin ella, y ped¨ªa a otros "hermanos", cuyas mujeres estaban dispuestas a irse, que hablaran con su esposa para persuadirla. Estaba previsto que Mohamed y El Argentino viajaran juntos en marzo de 2014.
Marta Trabado, abogada de profesi¨®n y esposa de Abdeslam Haddouti (Tetu¨¢n, 1970) con quien tuvo dos hijos, escribe en su diario: "Ya no aguanto m¨¢s, es un machaque psicol¨®gico tal que no puedo seguir", aunque despu¨¦s en su declaraci¨®n ante el juez lo neg¨® todo: que su marido no la dejara ir al cine o consultar libremente Internet; asegur¨® que sus hijos, aunque iban con su padre a rezar y le acompa?aban a la teter¨ªa de Torrej¨®n de Ardoz o estudiaban ¨¢rabe en la mezquita de la M-30, recib¨ªan una educaci¨®n espa?ola en un colegi¨® p¨²blico¡
Aicha Maai, esposa de Mohamed Khalouk, le reprocha que se pase todo el d¨ªa hablando con sus amigos en la habitaci¨®n, mientras ella y el ni?o est¨¢n solos en el sal¨®n. La noche del 30 de mayo de 2014, pocos d¨ªas antes de que le detuvieran, Khalouk, asustado por las operaciones policiales que se acaban de producir en Ceuta y Melilla, le pide a Aicha que llame a una chica de Tetu¨¢n para que le d¨¦ urgentemente el tel¨¦fono de su marido: "Pero para qu¨¦ le vas a llamar si sabes que esto te crea problemas?", le advierte ella.
Aicha era una de las ¨ªntimas amigas de Yolanda Mart¨ªnez Cobos, nacida en el seno de una familia acomodada del barrio Salamanca de Madrid, convertida al islam radical tras encontrar en esa religi¨®n "la felicidad" y a su esposo y uno de los l¨ªderes operativos de la c¨¦lula, Omar El Harchi. Aunque se refugiaron en la casa del shijk Lahcen Ikasrrien tras verse obligados a irse de la casa de los padres de Yolanda por las fuertes discusiones, fue en la casa de Aicha donde la polic¨ªa encontr¨® la carta de despedida de Yolanda (conocida como Yolita en el grupo), en la que le expresaba a su "hermanita" que "ante el conflicto sirio no hay que quedarse est¨¢tica y hay que pasar a la acci¨®n".
Mart¨ªnez Cobos, con 34 a?os y cuatro hijos, se encuentra actualmente, junto a Luna Fern¨¢ndez y a la ceut¨ª Lubna Miludi, en el campo de retenidos yihadistas de Al Hol, hacinadas con otras 73.000 mujeres, ni?os y ancianos. El Harchi se entreg¨® ¡ªseg¨²n su esposa¡ª al caer hace tres semanas la ciudad de Baguz, el ¨²ltimo basti¨®n del Estado Isl¨¢mico, y est¨¢ detenido por las Fuerzas Democr¨¢ticas Sirias (FDS). Ella ha pedido ser extraditada junto a las otras dos yihadistas espa?olas. ?l est¨¢ procesado (en rebeld¨ªa) en la causa de la Brigada Al Andalus. El Gobierno espa?ol y la Fiscal¨ªa contin¨²an estudiando qu¨¦ hacer con ellos.
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