La campa?a asedia la playa
En el litoral de C¨¢diz, las familias pactan no mezclar las vacaciones con la pol¨ªtica
¡°Y cuando acabemos el castillo, lo ponemos en venta¡ pero sin pedir permiso al Ayuntamiento, ?eh?¡±. El ni?o mira confundido a su abuelo Manuel, 70 a?os, que coloca con esmero un palito cruzando el foso. Es su forma burlona de zanjar ¡°el tema¡±; en la familia Modrego, de Madrid, la pol¨ªtica se toma con cierta distancia. ¡°Somos un poco apol¨ªticos, m¨¢s de despotricar contra todos que de discutir entre nosotros¡±, cuenta Sara, de 40 a?os, hija y madre de los especuladores de arena. A ella le preocupa la sanidad, la educaci¨®n, la econom¨ªa¡ ¡°Yo paso de las elecciones¡±, dice su padre, buena pinta, gorro de Do?ana, ¡°he votado dos veces en mi vida, las dos primeras, pero los pol¨ªticos son todos iguales, as¨ª que yo ¨¢crata, ¨¢crata total, ?t¨² has visto a alguno que cumpla lo que promete?¡±.
Su desencanto se pierde en el viento embravecido de la playa de Conil (C¨¢diz), todav¨ªa a medio gas a principios de Semana Santa, que este a?o mover¨¢ 15,5 millones de desplazamientos por carretera. De Vitoria ha venido la familia Arce, tan tranquila bajo la sombrilla, con su neverita de cervezas con lim¨®n, hasta que la pregunta les fastidia el aperitivo. ¡°?La campa?a?, mejor no saquemos el tema¡±, arranca Maite, 37 a?os, rodeada de hijos, padres y un marido gaditano (todos solicitaron el voto por correo ¡ª¡°un co?azo de cola de hora y media¡±¡ª para irse de vacaciones con el deber cumplido). Como en tantas familias espa?olas la frase ¡°mejor no hablemos de pol¨ªtica¡± es a la vez desencadenante y punto final de la misma discusi¨®n de siempre.
Se empieza hablando de lo que todos est¨¢n de acuerdo ¡ªel paro, el futuro de los ni?os, la corrupci¨®n¡ª hasta que alguien se pica. ¡°De robar ninguno se libra, pero lo del PP¡¡±, dice Maite. ¡°B¨¢rcenas, fatal. A la c¨¢rcel y que devuelva el dinero pero yo voy a seguir votando al PP porque esos est¨¢n ya gordos, y a los que vienen hay que engordarlos, mira sino el coletas que no se iba a mover de Vallecas¡¡±, suelta su madre Encarna, 70 a?os, incorpor¨¢ndose de la tumbona. ¡°Mam¨¢, por favor no puedes comparar lo del chal¨¦ con la corrupci¨®n del PP, ?que nos han robado millones a todos!¡±.
Surgen los bandos. Luis, 75 a?os, se al¨ªa con su mujer: ¡°Nosotros hemos visto de todo. Yo, hubo un tiempo que vot¨¦ a Felipe Gonz¨¢lez, porque lo que importa son las personas, y es verdad que Franco hizo mucho da?o, pero tambi¨¦n cosas buenas, como los pantanos¡±. ¡°?Ya estamos con los pantanos!¡±, se une el yerno Rafa, votante de Izquierda Unida al que no convence la confluencia con Podemos. El fuego cruzado es a la vez amigo (se nota el cari?o): que si esto pasa porque solo veis Intereconom¨ªa y Antena 3, que si anda que vosotros todo el d¨ªa con La Sexta, que si como puedes decir que Vox no es fascista, que si los extremos se tocan¡ Es una rutina ensayada. A Encarna y Luis les han salido cuatro hijos de izquierdas, ¡°y un yerno independentista vasco, aunque es muy buena persona¡±, dice ella. ¡°Cuando viv¨ªan en casa estaban m¨¢s tranquilos, pero luego¡¡±, apunta ¨¦l. ¡°?Pero que cuando viv¨ªamos en casa erais socialistas!¡±, dice Maite. Y a modo de explicaci¨®n: ¡°Una cosa es la ideolog¨ªa de tus padres y otra lo que ves en casa, y la m¨ªa era una familia trabajadora, con sus problemas y sus sacrificios, pues claro que salimos de izquierdas¡±. Mientras, su padre y su marido a vueltas con el Falcon: ¡°Mira que gastarse dinero p¨²blico para ir a un bautizo¡¡±, el suegro. ¡°?Eso lo has sacado del BOE o de Onda Cero?¡±, el yerno. ¡°Ves, por esto no hay que sacar el tema¡¡±, zanja Maite, igualito que empez¨®.
¡°Es mucho m¨¢s raro que a una familia de izquierdas les salgan hijos de derechas que al rev¨¦s¡±, coinciden In¨¦s (60 a?os), y su yerno Francisco (38 a?os). Los M¨¢rquez no se enzarzan porque son todos ¡°del mismo palo¡±. ¡°A una familia de clase obrera, con sus calamidades, c¨®mo le va a salir un hijo que defienda el privilegio¡±, dice In¨¦s, ¡°en Sevilla igual te sale capillita, pero del PP no creo¡±. Tambi¨¦n de Sevilla son los Caballero-G¨¢lvez ¡ªDavid y Laura y Sonia y Vero, ellas 39 a?os, ¨¦l 40 a?os, cuatro hijos en total¡ª que en realidad son dos parejas sin parentesco, pero ¡°tan amigos¡± como si lo tuvieran. Discrepan en que ellas votar¨¢n izquierda y ¨¦l lo har¨¢ en blanco ¡°en plan queja¡±.
Coinciden en lo dem¨¢s: les preocupa el empleo precario, la vivienda y Vox. ¡°Las parejas homosexuales estamos totalmente normalizadas, ?hasta en Sevilla!¡±, dicen Sonia y Vero, ¡°ya nadie te dice nada, pero claro cuando salen estos con un discurso hom¨®fobo, la gente se viene arriba y puede que demos un paso atr¨¢s¡±. Puede que la composici¨®n del grupo no sea la cl¨¢sica, pero el atrezo es pura familia dominguera: sillas y mesas plegables, dos sombrillas, capazos de paja, una olla con ensalada de pasta y un t¨¢per con unas torrijas que ayudar¨¢n a pasar la borrasca que se acerca.
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