Yo quiero lo que ella quiere
Y entonces una introduce el voto en la urna con m¨¢s rabia, con m¨¢s decisi¨®n, con m¨¢s conciencia. Porque la inocencia es el ¨²nico territorio que deber¨ªa pertenecernos.
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Queda nieve en lo alto de la sierra de Guadarrama aunque este invierno no ha sido invierno. Los picos se recortan al fondo del cielo que hoy luce azul y ella me pregunta si puede venir esta tarde conmigo a votar y le digo que s¨ª. Sonr¨ªe. Le digo: ?y t¨² qui¨¦n querr¨ªas que gobernara Espa?a? Ella contesta: ?te refieres a qui¨¦n de los cuatro que hay? Alzo las cejas. No, no de los cuatro, respondo, quiero que imagines a tu presidente ideal. Descr¨ªbelo. Tiene siete a?os, casi ocho. Vamos estudiando las hojas de los ¨¢rboles que flanquean nuestro paseo; ayer encontramos un topo muerto entre unos arbustos. ?Lo describo por dentro o por fuera? Por dentro. Pero entonces tengo que decirte qu¨¦ es lo que yo quiero para mi pa¨ªs, ?no? Alzo otra vez las cejas. Eso mismo. Vale, apunta. Apunto. Y ella dice, poni¨¦ndose seria, los ojos brillantes, transparentes, a punto de cumplir ocho a?os: querr¨ªa igualdad, lo primero. Lo segundo, casas para todos, para los que no tienen dinero. Lo tercero hospitales para todos. Comida para todo el mundo, y colegios, y trabajo. Y menos contaminaci¨®n. Y que ojal¨¢ las personas pensaran lo mismo que pienso yo. ?Lo has apuntado todo? S¨ª, claro.
Una tiene que ir a votar con energ¨ªa despu¨¦s de que una ni?a de apenas ocho a?os, mientras camina bajo las monta?as, un domingo de luz, le diga esto. Una tiene que ir a votar con ilusi¨®n, con responsabilidad, porque no es ingenuidad, porque no es la simpleza del que a¨²n crece, porque esto no son los cuentos de hadas que una ni?a se monta. Este imposible que ella me relata es la verdad y es la vida. Es lo que ella quiere. Para todos, ha enfatizado ella. Yo quiero lo que ella quiere. Ella cree que es posible. ?Lo cree, o intuye ya que en realidad no lo ser¨¢ nunca? No. Ella cree que es posible. Y entonces una introduce el voto en la urna con m¨¢s rabia, con m¨¢s decisi¨®n, con m¨¢s conciencia. Porque la inocencia es el ¨²nico territorio que deber¨ªa pertenecernos.
Espa?a ha salido a la calle a votar, Espa?a se ha movido. En 1982 se dio el m¨¢ximo hist¨®rico de participaci¨®n, yo de eso no me acuerdo. S¨ª tengo grabada en la memoria aquella jornada del 2004, donde parec¨ªa que nos est¨¢bamos jugando el abismo. Qu¨¦ est¨¢ ocurriendo hoy; en algunos colegios de Madrid la cola de votantes rodea las manzanas. Domingo de sol. Domingo de necesidad. ?Nos estamos haciendo cargo de la vida, de la verdad? ?Ad¨®nde van nuestras manos, en¨¦rgicas, decididas, temerosas, combativas, enfadadas, indecisas? Espa?a est¨¢ votando contra algo. En el fondo, en esta democracia amedrentada, adormilada, ?no es esto un grito de guerra? Ella me acompa?¨® a votar, cuando la tarde todav¨ªa no ca¨ªa.
Espa?a quiere algo y no s¨¦ si quiere lo mismo que ella quiere. Son casi las doce de la noche y no s¨¦ qui¨¦n ser¨¢ nuestro presidente, mucho menos nuestro presidente ideal. Parece (?es esto una victoria?) que Espa?a no quiere retroceder, en derechos y en libertad. Ahora queda ponerse de acuerdo. ?Es esto suficiente? ?Es esto la alegr¨ªa que ella, en sus ojos transparentes, ansiaba esta ma?ana? Yo quiero lo que ella quiere. Ojal¨¢ todos pens¨¢ramos como ella piensa.
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