Los nombretes, los ingleses y los pies descalzos
El Ayuntamiento, con una localizaci¨®n extraordinaria, fue el primero donde se desarroll¨® el turismo canario
En mi pueblo todo el mundo ten¨ªa nombrete. Este chico le grita a su padre: ¡°?Por tu culpa culpita yo soy Pipa Negra, Pipa Negra!¡± A su lado resuenan las olas del paraje m¨¢s bello, la Punta del Viento.
Si hay una esquina que representa este paraje de nueve kil¨®metros cuadrados, la primera ciudad donde se desarroll¨® el turismo en Canarias, es ese rinc¨®n airoso en el que escuch¨¦ tal improperio. Y si hay algo que forme parte de la idiosincrasia de mi pueblo (Puerto de la Cruz) es esa abundancia de nombretes. Jug¨¢bamos descalzos en las calles de tierra y persegu¨ªamos a los ingleses (los turistas) para que nos dieran pennies.
El pueblo se hizo tur¨ªstico para aprovechar una localizaci¨®n extraordinaria, un clima de ¡°eterna primavera¡±, un jard¨ªn del siglo XIX. Aunque se pasaron de rosca los especuladores, no llegaron a quitarle a este sitio de pescadores ni esa Punta del Viento, ni el Penitente ni el muelle ni, por ejemplo, el Sitio Litre (ah¨ª desde 1730, ahora centro cultural dirigido por John Lucas) o el Callej¨®n Cagado (as¨ª llaman a una de las callejas m¨¢s hermosas del Puerto).
Enrique Talg, descendiente de visionarios alemanes, me refresc¨® por qu¨¦ sus antepasados se fijaron en el Taoro para edificar aqu¨ª la joya de la zona, el Hotel Tigaiga: ¡°Porque aqu¨ª hasta la atm¨®sfera te dice que est¨¢s en el Puerto¡±. El abuelo dirigi¨® el Taoro, durmiente eslab¨®n de la vieja hosteler¨ªa que resucitar¨¢ ahora de manos de los promotores del sure?o Abama.
Margarita Rodr¨ªguez Espinosa, profesora, historiadora del Puerto, se fija en ¡°la ambici¨®n cosmopolita¡± de este ¡°cacho de tierra¡± en el que nacieron el ingeniero Agust¨ªn de Bethencourt o los Iriarte y que dio acogida a Bertrand Russell, a Agatha Christie y a Humboldt, y donde una instituci¨®n, el Instituto de Estudios Hisp¨¢nicos, fue durante decenios la ¨²nica biblioteca cultural de la ciudad. ¡°?Ah, y no te olvides del mar en San Telmo!¡±
La historia del Puerto tiene ahora novela. Es El ba¨²l de los cangrejos (Del Medio Ediciones), de Javier Gonz¨¢lez. El socialista Paco Afonso, primer alcalde de la democracia, aceler¨® en los ochenta el renacimiento de un pueblo que languidec¨ªa. ?Y ahora? ¡°Ahora es una ciudad pueblo donde puedes conversar con los que te han visto crecer, disfrutar de quienes vienen detr¨¢s, y vives un continuo fluir de personas que te aportan otras formas de pensar en un espacio geogr¨¢fico privilegiado por el clima¡±. Dice el portuense: ¡°Aun siendo pobres es mejor vivir aqu¨ª¡±. En mi casa tengo una fotograf¨ªa en la que todos los chicos de mi barrio est¨¢n descalzos y riendo. Mi viejo pueblo tan amado, lleno de pasado y de belleza.
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