El cerrojo de la Verja que rompi¨® la familia llanita
Gibraltar y La L¨ªnea recuerdan, en plena incertidumbre del Brexit, el 50? aniversario del cierre de la frontera
Empapado y aterido de fr¨ªo, Manuel M¨¢rquez se agarraba angustiado a los barrotes de la frontera. Las luces de La L¨ªnea de la Concepci¨®n parec¨ªan cercanas aquella noche. En pleno noviembre, M¨¢rquez no consigui¨® salir de Gibraltar a nado para llegar al lado espa?ol. As¨ª que, ¡°sin saber muy bien c¨®mo¡± ¡ªrecuerda¡ª, salt¨® la valla y comenz¨® a caminar ante la mirada sorprendida de los agentes de polic¨ªa. Al otro lado de la Verja, la familia de Manuel estaba velando a su padre muerto.
La escena ocurri¨® el 15 de noviembre de 1978, pero M¨¢rquez es incapaz de sacudirse el desgarrador recuerdo. El linense, de 61 a?os, lo revive una vez m¨¢s mientras su hermana Eustaquia, de 76, le escucha emocionada. Su familia es una de las miles que el 8 de junio de 1969 qued¨® rota con el inesperado cierre de la frontera entre La L¨ªnea y Gibraltar por orden de Franco. Cuando se cumple medio siglo de aquella incomunicaci¨®n que dur¨® 13 a?os, las historias de los dos lados de la Verja son a¨²n cicatrices demasiado frescas en el Campo de Gibraltar. Una regi¨®n que ahora, adem¨¢s, vive la incertidumbre de que la historia se repita por el Brexit.
En aquellos a?os, Gibraltar sufri¨® un desabastecimiento tan fuerte que hasta su hospital se qued¨® sin ox¨ªgeno. Unos 10.000 trabajadores espa?oles se quedaron sin empleo e iniciaron un ¨¦xodo que les llev¨® a emigrar por toda Europa. ¡°Emocionalmente fue muy fuerte. La L¨ªnea y Gibraltar eran dos comunidades que funcionaban como una ¨²nica sociedad¡±, explica Jennifer Ballantine, historiadora y directora de la Gibraltar Garrison Library.
En ese flujo constante que favorec¨ªa la frontera abierta, la hermana de Manuel se convirti¨® en Eustaquia Aquilina, al casarse con Alberto, un gibraltare?o que le dio tres hijas y la dej¨® viuda ¡°demasiado pronto¡±. El cierre le pill¨® con 26 a?os y, al poco, todo se complic¨® para ella: ¡°El impacto nos dej¨® bloqueados. Yo me qued¨¦ sin familia, con mi marido malo y una de mis hijas enferma tambi¨¦n. Estaba muy sola¡±. Manuel M¨¢rquez era entonces un ni?o de 11 a?os, ajeno a¨²n a c¨®mo la fractura afectar¨ªa a su familia y a su entorno para siempre.
El cerrojazo durante esos 13 a?os fue total: no se permit¨ªan los pases terrestres en la frontera, tampoco las comunicaciones mar¨ªtimas directas, ni de telegraf¨ªa o tel¨¦fono (la ¨²nica restricci¨®n que se levant¨® en la etapa final).
El cierre total fue el ¨²ltimo paso de una escalada de desencuentros entre Espa?a y el Reino Unido que hab¨ªa comenzado 10 a?os antes, rememora Ballantine. El r¨¦gimen franquista opt¨® por la m¨¢s dr¨¢stica de las salidas ante el frustrado intento diplom¨¢tico espa?ol para recuperar el Pe?¨®n y el refer¨¦ndum de soberan¨ªa y la Constituci¨®n que realiz¨® Gibraltar.
En un solo d¨ªa, de manera inesperada, 10.000 espa?oles se quedaron sin trabajo en la Roca. La ciudad se empobreci¨® en una crisis de la que nunca termin¨® de salir y a la que poco le sirvi¨® la instalaci¨®n de f¨¢bricas que promovi¨® el r¨¦gimen del dictador. Muchos gibraltare?os que viv¨ªan en La L¨ªnea dejaron sus propiedades atr¨¢s. El Pe?¨®n se qued¨® sin v¨ªveres, mano de obra y suministros b¨¢sicos. Los funcionarios se lanzaron a barrer las calles a la salida del trabajo. Aquilina y otras vecinas se pusieron a hacer pan. ¡°Nos quedamos sin lo m¨¢s esencial¡±, resume Ballantine.
A trav¨¦s de las rejas
En el lado espa?ol de la frontera, los padres de Aquilina y sus ocho hermanos sufr¨ªan cada domingo al escuchar lo poco que su hija les pod¨ªa contar a voces desde la frontera. Era el d¨ªa en que linenses y gibraltare?os visitaban la Verja y, a gestos, se comunicaban con sus familiares del otro lado. ¡°Nos agarr¨¢bamos a las rejas, la mov¨ªamos y grit¨¢bamos. Nos cont¨¢bamos c¨®mo est¨¢bamos, qui¨¦n se hab¨ªa casado. Tambi¨¦n si alguien hab¨ªa muerto. Fue duro¡±, rememora la mujer justo en el mismo punto de lo que hoy es una moderna y, por ahora, fluida frontera. O se comunicaban por la frontera o se dedicaban canciones en la radio de Gibraltar o probaban suerte con walkie-talkies y equipos de radioaficionados.
Con Aquilina viuda, su hermano Manuel M¨¢rquez se march¨® a Gibraltar de fontanero reci¨¦n cumplidos los 19 a?os. Apenas un a?o despu¨¦s, prob¨® esa cara m¨¢s amarga de la frontera en la que su hermana ya estaba curtida. El padre de ambos falleci¨® el 15 de noviembre de 1978. Se enter¨® por una llamada telef¨®nica de uno de sus t¨ªos. Desesperado, salt¨® la frontera con la idea de llegar al velatorio. Lo consigui¨®, aunque primero fue retenido. La piedad de los agentes que vigilaban la frontera aquella noche le permiti¨® despedirse de su padre. A la ma?ana siguiente los agentes le escoltaron hasta Marruecos, la v¨ªa de acceso para que pudiera regresar al Pe?¨®n. ¡°A¨²n hoy aquello aparece como mis ¨²nicos antecedentes¡±, asegura M¨¢rquez.
El sufrimiento de toda una comarca no concluir¨ªa hasta el 15 de diciembre de 1982. Ese d¨ªa M¨¢rquez fue el cuarto en atravesar la reabierta Verja. Poco despu¨¦s, volvi¨® a asentarse en La L¨ªnea y continu¨® como empleado transfronterizo. Al vislumbrar la paup¨¦rrima pensi¨®n que le quedar¨¢ ¡ªla m¨ªnima¡ª tras toda una vida de trabajo, lamenta no haberse asentado en Gibraltar: ¡°Fui tonto por aquello¡±.
Ante un Brexit incierto, previsto para el 31 de octubre, ambas comunidades se han lanzado a recordar el 50? aniversario del cierre de la frontera con exposiciones, charlas y conferencias. ¡°Nuestros j¨®venes no saben qu¨¦ fue aquello y es importante explic¨¢rselo¡±, recuerda Encarnaci¨®n S¨¢nchez, delegada de Cultura de La L¨ªnea. A los m¨¢s mayores, no es necesario. ¡°El pueblo qued¨® dividido y la resaca sigue ah¨ª¡±, se?ala Ballantine. ¡°Hay que estar unidos como la familia que somos. No puede volver a ocurrir¡±, resume Aquilina.
Una ruptura que forja la identidad
El linense Manuel M¨¢rquez, empleado transfronterizo y afectado por el cierre de la Verja de 1969, asegura que lo que ocurre en el Campo de Gibraltar ¡°no se entiende fuera de aqu¨ª¡±. Tanto es as¨ª que el cerrojazo de la frontera ¡ªjunto a otros ataques previos del ministro franquista de Exteriores Fernando Castiella¡ª fueron claves en la formaci¨®n de la identidad gibraltare?a: estoicos, autosuficientes y, sobre todo, brit¨¢nicos. Son los calificativos que usa.
¡°No es que no lo fu¨¦semos, pero mostrarlo fue una respuesta a aquello¡±, reconoce la historiadora calpense Jennifer Ballantine. M¨¢rquez le da la raz¨®n. ¡°Cuanto m¨¢s da?o, m¨¢s se cierran en la identidad. Es lo mismo que ocurre en Catalu?a¡±, dice en un paralelismo con el conflicto territorial catal¨¢n.
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