La izquierda espa?ola mira de reojo a Portugal
La f¨®rmula ensayada en Lisboa, con un Gobierno socialista en minor¨ªa sustentado por partidos progresistas, ha generado mejoras sociales sin descuadrar el d¨¦ficit


El tiempo parece haberse detenido en la sede central del Partido Comunista Portugu¨¦s (PCP), situada en un barrio modesto de Lisboa. El mobiliario en madera oscura, los carteles de la Revoluci¨®n de los Claveles y los tel¨¦fonos de marcador de rueda retratan a un partido que lleva a gala haberse mantenido fiel a sus postulados. Y, sin embargo, este edificio, guardi¨¢n de las esencias desde 1977, fue escenario de una enorme convulsi¨®n en noviembre de 2015, cuando el entonces perdedor oficial de las elecciones, el socialista Ant¨®nio Costa, franque¨® la puerta y pas¨® horas explorando con el l¨ªder comunista, Jer¨®nimo de Sousa, una f¨®rmula in¨¦dita en el pa¨ªs para configurar un Gobierno de izquierdas. La llamada v¨ªa portuguesa, a la que tambi¨¦n se sumaron el resto de fuerzas progresistas del pa¨ªs (Bloco de Esquerda, cercano a Podemos, y Los Verdes, que concurren a las elecciones con los comunistas) se ha convertido en la mayor historia de ¨¦xito de la izquierda europea en los ¨²ltimos a?os. Sea para alabarla o para descartarla, la izquierda espa?ola la mira de reojo como una v¨¢lvula de desbloqueo en la formaci¨®n de Gobierno.
La viabilidad de esa f¨®rmula fr¨¢gil ¡ªun Gobierno socialista en minor¨ªa presidido por Costa, tres breves acuerdos firmados con cada uno de los partidos a su izquierda y ninguna garant¨ªa de apoyo parlamentario al programa socialista¡ª no fue evidente desde el principio. Pocos auguraron que el esquema aguantar¨ªa los cuatro a?os de legislatura, como finalmente ha ocurrido. Tan delicado era el empe?o que no hay una sola foto period¨ªstica que inmortalizase el pacto. Solo unas cuantas im¨¢genes protocolarias que muestran a Costa firmando un rudimentario documento con cada l¨ªder de izquierdas. Por separado y sin posar.
Todos los partidos se jugaban mucho en esta apuesta. El resultado es que el centro de gravedad de la pol¨ªtica portuguesa ¡ªmucho m¨¢s sosegada que la espa?ola¡ª se ha trasladado a un Parlamento que se constituy¨® con una l¨®gica diferente: la coalici¨®n de los dos partidos de derecha gan¨® las elecciones, con el 39% de los votos, y su candidato lleg¨® a formar un Gobierno que fue tumbado por las fuerzas de izquierda. ¡°El Parlamento ha adquirido una funci¨®n muy importante, es mucho m¨¢s democr¨¢tico que el precedente porque estamos obligados a negociar¡±, valora Margarida Marques, eurodiputada por el Partido Socialista y secretaria de Estado en la primera mitad de la legislatura. Marques se atreve a ensalzar las ventajas de estar en minor¨ªa: ¡°No s¨¦ si hubi¨¦ramos sido tan fuertes con mayor¨ªa absoluta. Hay leyes que son mejores as¨ª porque son m¨¢s representativas¡±.
Lo que nadie plante¨® en 2015 fue un Ejecutivo de coalici¨®n, muchas veces ensayado en Portugal pero nunca con un bloque exclusivamente de izquierdas. El Bloco, que obtuvo un 10% de los votos, tiene claro por qu¨¦ no aspir¨® a la gesti¨®n directa. ¡°Nuestra representaci¨®n no nos permit¨ªa determinar con fuerza el contenido de las pol¨ªticas. Participar en un Gobierno sin esa capacidad no era serio¡±, argumenta Jos¨¦ Manuel Pureza, diputado en la Asamblea portuguesa (el Parlamento) por Coimbra y vicepresidente de la C¨¢mara. Este representante del Bloco no excluye, sin embargo, un giro tras las elecciones legislativas de octubre. ¡°No est¨¢ fuera de nuestros planes, pero cuando la posici¨®n electoral lo permita. No como subalternos¡±, zanja.
La posici¨®n comunista es muy diferente. La ortodoxia de sus postulados les lleva a negar incluso que est¨¦n dando apoyo parlamentario al Gobierno. ¡°Se trataba de no desperdiciar ninguna oportunidad para conquistar derechos, como la recuperaci¨®n de ingresos para los trabajadores. Pero nuestra posici¨®n nos garantiza una independencia absoluta. Y muchos de los avances han sido posibles no porque el Partido Socialista est¨¦ en el Gobierno, sino porque el PCP y Los Verdes tienen fuerza para que se cumplan¡±, recalca Jo?o Fraz?o, miembro del comit¨¦ central del PCP, blandiendo documentos que apoyan sus afirmaciones.
Hay una medida emblem¨¢tica que ha quedado como ejemplo claro de ese entendimiento progresista. Se trata del abaratamiento del abono transportes en Lisboa, que ahora tiene un tope de 40 euros mensuales por persona y 80 por familia. ¡°Tal vez haya sido lo m¨¢s importante para mejorar los ingresos de los trabajadores porque supone un gran ahorro¡±, eval¨²a Arm¨¦nio Carlos, secretario general de la CGTP, el principal sindicato del pa¨ªs. Carlos, con todo, evita el triunfalismo y reclama al Gobierno m¨¢s inversi¨®n p¨²blica, as¨ª como una marcha atr¨¢s en las reformas que han precarizado el mercado laboral.
Secuelas de la troika
La quincena de voces consultadas para este reportaje coinciden en el an¨¢lisis esencial. Las heridas que dej¨® la troika en Portugal tras el rescate europeo de 2011 movilizaron enormemente a las fuerzas de izquierda para derrocar al Gobierno de centroderecha que gestion¨® ese dif¨ªcil periodo. ¡°Por razones pol¨ªticas, por presi¨®n social, era muy dif¨ªcil seguir con la pol¨ªtica anterior¡±, expone Francisco Lou??, economista y miembro del equipo fundador del Bloco. ¡°Hab¨ªa una necesidad muy fuerte de frenar la pol¨ªtica de austeridad¡±, a?ade Manuel Carvalho da Silva, investigador y exdirigente de la CGTP, desde el id¨ªlico mirador de San Pedro de Alc¨¢ntara, en la capital portuguesa.
M¨¢s all¨¢ de las circunstancias propicias, la personalidad de Costa contribuy¨® decisivamente a que fraguase el modelo. Rita Tavares, periodista y autora de un libro sobre c¨®mo se forj¨® el Gobierno, apunta al conocimiento que tiene el primer ministro de las se?as de identidad del Partido Comunista como clave en este proceso. ¡°Hist¨®ricamente, socialistas y comunistas nunca se entendieron, aunque s¨ª ten¨ªan alguna experiencia de cooperaci¨®n municipal. El padre de Costa era el escritor comunista Orlando da Costa. El lenguaje comunista es muy particular y ¨¦l lo entiende¡±, argumenta la autora de C¨®mo Costa mont¨® la geringon?a en 54 d¨ªas.
Esa palabra, geringon?a, se ha convertido en la etiqueta indiscutible del modelo portugu¨¦s. La derecha comenz¨® a llamar as¨ª al Gobierno, como una referencia ¡ªalgo despectiva¡ª a un artilugio que funciona con piezas muy diferentes. Lejos de ofenderse, el Ejecutivo adopt¨® el t¨¦rmino como marca e incluso busc¨® traducciones m¨¢s o menos afortunadas para emplearlas en sus embajadas en el exterior.
Paulo Portas, vice primer ministro con el anterior Gobierno de centroderecha, fue probablemente el principal impulsor del t¨¦rmino al emplearlo en sede parlamentaria y popularizarlo. Portas, del partido m¨¢s conservador del arco parlamentario (CDS), relativiza el ¨¦xito de esa f¨®rmula y reivindica el papel de su familia pol¨ªtica en la mejora econ¨®mica: ¡°Es justo decir que gran parte del trabajo estaba hecho. Pero hay que reconocer que Costa fue suficientemente listo como para no cambiar los fundamentos macroecon¨®micos¡±. Ese mantenimiento de lo esencial que le concede la derecha es, justamente, lo que le reprochan las fuerzas m¨¢s a la izquierda.
Las dudas sobre este Gobierno sustentado en un c¨²mulo de fuerzas progresistas no se limitaron al interior de Portugal. Bruselas mostr¨® m¨¢s que escepticismo ante la soluci¨®n hallada en Lisboa. ¡°El papel de M¨¢rio Centeno como ministro de Finanzas ha sido decisivo. Su discurso era muy fiable en Bruselas. Y ha conseguido, de manera simult¨¢nea, cumplir con las reglas europeas al tiempo que ofrec¨ªa medidas del gusto del PCP y del Bloco en los presupuestos¡±, resume Ricardo Costa, director de informaci¨®n de la cadena de televisi¨®n SIC, una de las mayores del pa¨ªs. Los datos econ¨®micos ¡ªcrecimiento cercano al 2%, paro del 6% y d¨¦ficit del 0,6% del PIB, aunque con una abultada deuda del 120%¡ª han convivido con un programa social que incluy¨® la revalorizaci¨®n de las pensiones, la subida del salario m¨ªnimo, la reversi¨®n de las privatizaciones y la restituci¨®n de las 35 horas semanales en el sector p¨²blico, entre otras medidas.
Aunque sin crisis sonoras, el esquema portugu¨¦s tambi¨¦n ha atravesado alg¨²n bache. La venta del banco Banif, rescatado con dinero p¨²blico, al Banco Santander irrit¨® a los partidos a la izquierda del socialista y desestabiliz¨® este esquema nada m¨¢s echar a andar. En la recta final, Costa amenaz¨® con dimitir si le obligaban a recuperar para los profesores todo el poder adquisitivo perdido durante casi 10 a?os, con el argumento de que era inasumible. Y a mediados de agosto, una huelga de transportistas ha alterado el verano sosegado que viv¨ªa hasta ese momento el Gobierno.
Es de esperar que la contienda pol¨ªtica se vaya recrudeciendo durante las pr¨®ximas semanas. Los carteles propagand¨ªsticos que adornan ya muchas calles de Lisboa evidencian que la cita electoral del 6 de octubre se acerca. Partidarios y detractores vaticinan una victoria del Partido Socialista. Pero solo el conjunto de los resultados permitir¨¢ dilucidar si la geringon?a se reedita o si queda como un episodio aislado en la historia democr¨¢tica portuguesa.
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