Aroma a elecciones en el Congreso
Pocos socialistas conf¨ªan en que Podemos acepte el pacto program¨¢tico. Solo los de Iglesias creen que habr¨¢ negociaci¨®n ¡®in extremis¡¯ para una coalici¨®n. El PP se anima con la idea de una subida
El Congreso se constituy¨® hace solo tres meses, y apenas se ha reunido, pero ya huele a renovaci¨®n inminente. El ambiente en la C¨¢mara en la primera sesi¨®n desde el fiasco de la investidura en julio era ayer muy claro: la mayor¨ªa de los consultados de todos los partidos asumen que la repetici¨®n electoral se acerca. Los 350 esca?os volver¨ªan as¨ª a ponerse en juego. Y sus inquilinos actuales no tienen ninguna certeza de qu¨¦ puede pasar con ellos. Nadie tiene datos fiables, porque todo depender¨¢ al final de dos personas, Pedro S¨¢nchez y Pablo Iglesias, que no han vuelto a hablar desde que se rompieron las negociaciones. Pero los pol¨ªticos son especialistas en olfatear los cambios para adelantarse a las situaciones. Y en todos los partidos, con mayor o menor intensidad, cunde la sensaci¨®n de que el acuerdo ser¨¢ imposible antes del 23 de septiembre y habr¨¢ repetici¨®n electoral el 10 de noviembre.
El que m¨¢s claro lo tiene es el PP. En su bancada hay una sensaci¨®n extra?a. Los populares vienen de cosechar el peor resultado de su historia: 66 diputados. Se enfrentan a la peor pesadilla de la derecha espa?ola: han pasado de estar unificados en un solo grupo, algo ¨²nico en Europa, a dividirse en tres. Se hallan al borde de un ERE entre los trabajadores del partido por una ca¨ªda de ingresos sin precedentes. Y, sin embargo, viven un momento dulce. No solo han logrado, gracias a los pactos con Cs y Vox, gobernar en los lugares clave que necesitaban para aguantar el tir¨®n ¡ªsobre todo Madrid¡ª, adem¨¢s ven c¨®mo la incapacidad de la izquierda de ponerse de acuerdo les abre una inesperada segunda oportunidad.
¡°Estamos todos descolocados. Nos van a hacer un favor: vamos a mejorar los 66 diputados. Es un aut¨¦ntico regalo¡±, se?ala una diputada popular, que coincide en la sensaci¨®n generalizada de que habr¨¢ elecciones. Los populares creen que es dif¨ªcil que llegue a sumar la derecha, pero no imposible. ¡°Si pasara eso ser¨ªa genial, pero, aunque no suceda, nosotros solo podemos ganar. La derecha se reagrupar¨¢ necesariamente y Pablo Casado se consolidar¨¢¡±, resume otro diputado popular.
En la izquierda, la situaci¨®n se vive con mayor dramatismo. El discurso oficial del PSOE insiste en que no quiere elecciones y en que har¨¢ una oferta a Podemos de un pacto program¨¢tico (sin coalici¨®n y sin ministros) que puede salvar la investidura en el ¨²ltimo minuto. Por debajo de los mensajes oficiales, la sensaci¨®n entre los parlamentarios es clara: creen que lo m¨¢s probable es la repetici¨®n electoral. Y culpan a Podemos, pero se preparan para hacer campa?a otra vez. ¡°En julio se rompieron muchas cosas entre el PSOE y Podemos, y no parece f¨¢cil reconstruirlas ahora¡±, resume una diputada.
Mientras, en Unidas Podemos cunde la desesperaci¨®n. Ve a¨²n factible un pacto sobre la base de la negociaci¨®n de julio, pero el PSOE asegura que es imposible: la coalici¨®n ya no est¨¢ sobre la mesa. Iglesias parece convencido de que el PSOE volver¨¢ a abrir una negociaci¨®n de ¨²ltima hora. Seg¨²n los suyo, cree que S¨¢nchez va de farol cuando dice que es imposible. Pero algunos de sus diputados empiezan a pensar que habr¨¢ elecciones.
Tanto en Podemos como en el PSOE hay miedo a que una repetici¨®n electoral abra paso a la derecha, pero la direcci¨®n socialista traslada que es imposible que la derecha gobierne, incluso aunque pacte en algunas provincias, porque necesita llegar a 176 esca?os, ya que no puede pactar con nadie m¨¢s all¨¢ del PP, Cs y Vox. Algunos socialistas temen que tras la repetici¨®n resulte a¨²n m¨¢s dif¨ªcil gobernar despu¨¦s de una campa?a a cara de perro entre el PSOE y Podemos. Pero los que creen que las elecciones son la ¨²nica salida tratan de convencerles con el argumento de que pasar¨¢ como en 2016: habr¨¢ tanta presi¨®n que S¨¢nchez lograr¨¢ la investidura de una u otra manera, incluso con un posible giro de Cs.
El partido de Albert Rivera parece ajeno a todo eso. Se juega mucho: podr¨ªa perder parte de los 57 esca?os actuales. Tras la crisis interna, han cerrado filas y pretenden aguantar pase lo que pase.
Cada grupo vive as¨ª en su mundo, prepar¨¢ndose para un escenario que en teor¨ªa nadie quiere, pero que muchos dan ya como inevitable.
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