Orihuela, tras cuatro d¨ªas incomunicada: ¡°La gente preguntaba d¨®nde hab¨ªa pan¡±
La ciudad alicantina, sitiada por el agua, abre sus accesos y lucha por quitarse el olor a fango y el temor que en Dolores a¨²n persiste por el hombre desaparecido
Huele a humedad y fango; hay colchones, electrodom¨¦sticos, sillas y mesas desvencijadas por todas las calles. Por todas, no. Porque el agua de las lluvias torrenciales y el desbordamiento del Segura no ha causado tantos desastres en la parte m¨¢s alta y se?orial del casco antiguo de Orihuela, la ciudad alicantina de 75.000 habitantes que ha estado cuatro d¨ªas incomunicada, hasta la noche del domingo, sitiada por las inundaciones. Lo certifican dos se?oras muy mudadas, cuyo aspecto contrastaba este lunes por la tarde con las camisetas de tirantes, las batas sucias y los pantalones del color del barro de muchos vecinos que se afanaban por limpiar sus plantas bajas, sus cocinas, sus salones.
¡°Nosotros hemos estado cuatro d¨ªas sin salir de casa, porque el agua se nos llevaba, perdimos el coche, que estaba en el garaje. Ten¨ªamos comida en el congelador, pero hab¨ªa gente que necesitaba ayuda y la UME (Unidad Militar de Emergencias) se la llevaba¡±, explica Karen, que se ha reunido con otras maestras para hablar de sus colegios completamente inundados, sin luz y sin agua, Francisco de Laoces y Villar Palac¨ª. ¡°Ha ca¨ªdo lo que no est¨¢ escrito. La gente preguntaba d¨®nde hab¨ªa pan. Ten¨ªas que hacer colas de dos horas para conseguirlo. Yo les dec¨ªa a los m¨¢s mayores que esto era como la posguerra y se re¨ªan y me contestaban 'qu¨¦ va, esto pasar¨¢". ¡°A m¨ª me trajeron una barra ayer y a¨²n queda para hoy¡±, comenta Isabel Garr¨¦s, de 90 a?os, que ha salvado muchos muebles gracias ¡°el moreno que me ha ayudado mucho", en referencia a un inmigrante cuyo nombre no recuerda en ese momento.
Por todos lados hay huellas del desastre, que parece a¨²n mayor en la pedan¨ªa de La Campaneta, llegando a Orihuela. All¨ª el agua lleg¨® hasta metro y medio. Donde antes aparcaban los coches, ahora hay monta?as de desechos, muebles, televisores. Pero los vecinos muestran una vitalidad contagiosa. ¡°Qu¨¦ vamos a hacer. Ha sido un desastre y hay que limpiarlo. Ni en la inundaci¨®n de 1987 cay¨® tanto como ahora, m¨¢s de 500 litros en pocas horas¡±, dice Victor G¨®mez, agricultor tostado por el sol. Al poco, aparece el quinto chatarrero del d¨ªa que intenta comprar a precio de ganga. ¡°Pues no. Lo venderemos todos los vecinos y sacaremos al menos para una comida¡±, sentencia V¨ªctor.
La carretera de esta pedan¨ªa conduce a Almorad¨ª, otra de las poblaciones m¨¢s damnificadas. Se ven numerosos vecinos cargados con garrafas. El agua potable a¨²n falta en algunas casas de esta poblaci¨®n de la comarca de La Vega Baja, como en la cercana localidad de Dolores, donde desapareci¨® el domingo un holand¨¦s, succionado por la brutal corriente de una acequia. All¨ª, militares, bomberos y polic¨ªas lo buscan andando con el agua hasta la cintura, en canoas y z¨®diacs e incluso subidos en tractores. En uno de ellos, de ruedas muy altas, va Juan Manuel Ca?izares con tres familiares. Se dirigen a su casa en el campo y a su almac¨¦n de pienso y forraje. ¡°Con este tractor he ayudado a sacar del agua a dos camiones de bomberos¡±, dice, tras invitar a la fot¨®grafa y al redactor de este peri¨®dico a subir al tractor, que avanza entre el agua. Se ve flotando una bombona de butano. "Mira esas bolas de alfalfa, pesan 800 kilos, y est¨¢n levantadas, mis camiones... Qu¨¦ desastre. Esto ser¨¢ mucho m¨¢s de 300.000 euros", indica. ?Y el seguro? ¡°Uff, el seguro¡¡± Cuando su familia baja con la bomba de agua para achicar su casa, la nieta no puede remediarlo y rompe a llorar al verla inundada y sus juguetes amontonados.
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